martes, 25 de enero de 2011

Dia de la conversión de San Pablo

San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal, 10

«¿No es éste el que nos perseguía?» (Hch 9,21)


«No nos predicamos a nosotros mismos, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús» (2C 4,5). ¿Quién es ese testigo que anuncia a Cristo? El que antes era su perseguidor. ¡Qué maravilla! El que hasta hace poco era perseguidor, ahora anuncia a Cristo. ¿Por qué? ¿Será que lo han comprado? Pero no es él persona para dejarse persuadir de esta forma. ¿Es el hecho de haber visto a Cristo en esta tierra que lo ha cegado? Pero Jesús ya había subido al cielo. Saulo había salido de Jerusalén para perseguir a la Iglesia de Cristo, y tres días más tarde, en Damasco, el perseguidor se había transformado en predicador. ¿Bajo qué influencia? Algunos apelan a gente de su partido como testigos en favor de sus amigos. Yo, digo lo contrario, a ti, mi antiguo enemigo, te he hecho mi testigo.


¿Todavía dudas? Grande es el testimonio de Pedro y de Juan, pero... eran personas de casa. Cuando el testigo es el antiguo enemigo, un hombre que más tarde morirá por la causa de Cristo, ¿quién podría todavía dudar del valor de su testimonio? Estoy lleno de admiración por los planes del Espíritu Santo...: concede a Pablo, el antiguo perseguidor, escribir sus catorce cartas... Puesto que no se podía contradecir su enseñanza, concedió al que anteriormente había sido su enemigo y perseguidor, escribir más que Pedro y Juan; así vemos como es sólida nuestra fe común.

En cuanto a Pablo, efectivamente, todos quedaban estupefactos: «¿Acaso no es éste el mismo que nos perseguía? ¿No vino aquí para llevársenos encadenados?» (Hch 9,21). No estéis tan extrañados, decía Pablo. Lo sé muy bien; para mí «es duro dar coces contra el aguijón» (Hch 26,14). «No soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios» (1C 15,9); «Dios tuvo compasión de mí, porque no sabía lo que hacía»... «Dios derrochó su gracia en mí» (1Tm 1,13-14).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario