viernes, 21 de enero de 2011

Enséñame, Señor, a amar tu Cruz (Hermano Rafael)

Dios mío..., Dios mío..., enséñame a amar tu Cruz. Enséñame a amar la absoluta soledad de todo y de todos. Comprendo, Señor, que es así como me quieres, que es así de la única manera que puedes doblegar a Ti este corazón tan lleno de mundo y tan ocupado en vanidades.


Así, en la soledad en que me pones, me enseñarás la vanidad de todo, me hablarás Tú solo al corazón y mi alma se regocijará en Ti.

Pero sufro mucho Señor..., cuando la tentación aprieta y Tú te escondes..., ¡cómo pesan mis angustias!...

¡Silencio pides!... Señor, silencio te ofrezco.
¡Vida oculta!... Señor, sea tu Corazón mi escondrijo.
¡Sacrificio!... Señor, ¿qué te diré?, todo por Ti lo di.
¡Renuncia!... Mi voluntad es tuya, Señor.
¿Qué queréis, Señor de mí?
¡¡Amor!! ¡Ah!, Señor, eso quisiera poseer a raudales. Quisiera, Señor, amarte como nadie. Quisiera, Jesús mío, morir abrasado en amor y en ansias de Ti.

¿Qué importa mi soledad entre los hombres? Bendito Jesús, cuanto más sufra..., más te amaré.
Más feliz seré, cuanto mayor sea mi dolor.
Mayor será mi consuelo, tanto más carezca de él.
Cuanto más solo esté, mayor será tu ayuda.

Todo lo que Tu quieras seré.

Mi vida quisiera, que fuera un solo acto de amor, un suspiro prolongado de ansias de Ti.
Quisiera que mi pobre y enferma vida fuera una llama en la que se fueran consumiendo por amor..., todos los sacrificios, todos los dolores, todas las renuncias, todas las soledades.
Quisiera que tu vida, fuera mi única Regla. Que tu "amor eucarístico", mi único alimento. Tu evangelio, mi único estudio. Tu amor, mi única razón de vivir.
Quisiera dejar de vivir, si vivir pudiera sin amarte.
Quisiera morir de amor, ya que solo de amor vivir no puedo.
Quisiera, Señor,... volverme loco... Es angustioso vivir así.

¡Es tan doloroso querer amarte y no poder!
Es tan triste arrastrar por el suelo del mundo la materia que es cárcel del alma que solo suspira por Ti...
¡Ah!, Señor, morir o vivir, lo que Tú quieras..., pero por amor.

Ni yo mismo sé lo que digo, ni lo que quiero... Ni sé si sufro, ni si gozo..., ni sé lo que quiero ni lo que hago.

Ampárame, Virgen María... Sé mi luz en las tinieblas que me rodean. Guíame en este camino en que ando solo, guiado solamente por mi deseo de amar entrañablemente a tu Hijo. No me dejes, Madre mía.

Ya sé que nada soy y que nada valgo... Miseria y pecados, eso es lo único, y lo mejor, que puedo alegar para que tu atiendas mi oración.

Ayúdame a seguir los consejos de la Imitación de Cristo, que me dice que no busque nada en las criaturas y me refugie en el Corazón de Cristo.

Nada quiero que no sea Dios… Fuera de Él todo es vanidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario