viernes, 30 de setiembre de 2011

¿De qué forma rezar el Rosario Mamá, para irme pareciendo cada vez más a Jesús?


“Mientras tanto Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios, y ante los hombres.” Luc 2,52.

En tan hermoso contemplar la vida de Jesús, haciéndose uno de nosotros El ya es sabio y es la misma Gracia, el es “Yo Soy”, es el Eterno, pero sin embargo nos enseña que hay un proceso, un camino que recorrer para alcanzarle, tener la identidad de Cristos. Y por eso nos entrega a María, nuestra Madre que le acompañó a Él en este proceso de crecimiento ante Dios y ante los hombres, ella nos enseñara y acompañará a nosotros para irnos pareciendo cada vez más a EL.

María es la creatura más conforme a Jesucristo. Por consiguiente la devoción que más nos consagra y conforma al Señor es su santísima Madre y cuanto más te consagras a María mas te unirás a Jesucristo. Al tenerle devoción a Ella –y al rezar el Rosario- nos acercamos más a Él.

Rezar el rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la vida, los sufrimientos, los momentos luminosos y transcendentales y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre, siendo así una síntesis de su obra Redentora.

Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación.

El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora.

La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones, siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado. Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza, con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.

Nuestra identidad, nuestra imagen de Dios se va deformando por la corriente del mundo: el odio, , el consumismo, el individualismo, el libertinaje de todo tipo, nos quieren alejar de Dios hay una crisis de valores muy fuerte, inclusive para los que tratamos de estar en el Camino, por más que queremos seguir al Señor, configurarnos como Cristo se nos hace difícil porque nos encontramos la mayoría de las veces, viviendo como dice San pablo: “puedo querer hacer el bien, pero hacerlo, no, de hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, por tanto si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mía, sino del pecado que habita en mí” Rom 7,17

Esta es nuestra dificultad más grande, por eso necesitamos acudir a María mediante la devoción del rosario, para que nos ayude a volver a Jesús una y otra vez.

Estatutos Verbum Dei # 232. Las dificultades con que tropieza el hombre para nacer de nuevo a la vida divina, para iniciarse en su identidad cristiana sin malograr su gestación, desarrollo y crecimiento debido, hasta la madurez y plenitud de Cristo, necesita, evidentemente, de la Mamá.

El Rosario ha sido la devoción más efectiva para mantener viva en las mentes y en los corazones de los fieles el amor de Dios, la fe en el Señor Jesucristo, el conocimiento de las verdades básicas de la doctrina cristiana y la conciencia de pertenencia a la Iglesia.

El Rosario nos enseña a unirnos con María a Cristo en todo momento. Precisamente en eso consiste toda nuestra santificación: en configurarnos con Cristo, el hombre perfecto, el único "Camino, Verdad y Vida". Jesús vino al mundo por María; el hombre llegará a Dios por María.

Dios nos bendiga.

nila

sábado, 24 de setiembre de 2011

María nos enseña a tener paciencia en nuestro verdadero seguimiento


Quiero darle gracias al Señor por darnos a María como madre y como maestra de oración, porque ella nos enseña a confiar en el amor de Dios, en el diálogo con ella y con la Palabra nos va haciendo entender que Dios está trabajando en nuestro interior, aunque no lo sintamos, aunque no lo entendamos, en aquello que nos sucede, en esos acontecimientos que rechazamos que nos parece que van en contra de nosotros y nuestro proceso, Dios esta trabajándonos la vida interior, para dar frutos.

Así como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra sin haberla fecundado y haberla hecho germinar para que de la simiente para sembrar y el pan para comer así será la palabra que salga de mi boca no volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería y haber llevado a cabo lo que le encargue”. Is 55 10-11.

Le pedía esta mañana a María. Madre enséñame a escuchar la Palabra con paciencia, sin apurarme, a detenerme, a darle tiempo a Dios para dejarme empapar , tener un tiempo largo de oración, ayúdame a recoger mis pensamientos pesimistas, mis sentimientos negativos, mis desconfianzas, mi impaciencia conmigo misma y con los demás, ayúdame a tener más fe, más confianza en que el Señor cuida mi vida, mi proceso personal, y el de los hermanos, tener la certeza de que en ellos también esta trabajando el Señor, porque el es Bueno con todos, Madre ayúdame a volcarme a la Palabra a entregarle eso que llevo por dentro para que el tenga espacio para realizar las cosas nuevas que guarda para mí.

Ayúdame Madre a ser tierra dócil, tierra buena y humilde, reconociendo que por sí sola nada puede, necesito la Palabra el Espíritu de Dios en mi, para poder dar los frutos que mis hermanos esperan, ser paciente con mis retrocesos en el seguimiento, poner mi esperanza en que el Señor los conoce, los ve primero que yo, y no me va a dejar a medio camino, yo soy su proyecto; esto me da mucha confianza Señor, soy lo que tu planeas para el mundo, soy misión, soy Verbum Dei, soy palabra que tu trabajas con tu Palabra para llevar a cabo lo que me estas encargando.

Dios realiza sus planes y proyectos en una vida interior que está recogida atenta a la escucha ¿qué me quieres decir Señor en este sufrimiento, en esta realidad, en esta situación?.

Déjale al Señor ser el Dios de tu vida, que haga lo que El quiere, déjale ser bueno contigo, espera en el Señor, confía…tu no los ves pero hay otros que van viendo tu vida como va cambiando, se paciente contigo misma… “pues yo voy a realizar una cosa nueva que ya aparece”Is 43,19 ya hay brotes en tu vida, reconoce lo bueno que tienes, no te quedes en lo negativo, abre los ojos a lo que yo estoy haciendo en tu vida…

Gracias Madre por enseñarme a esperar en el Señor a hacer silencio en tanto ruido interior, hacerle espacio, ser tierra dócil en sus manos, dejarme trabajar en mi interior, darle su tiempo, gracias por enseñarme a ser perseverante, paciente con mi proceso, que los frutos son del Señor y para mis hermanos, que grande es Madre escuchar al Señor de tu mano, que me enseñas a confiar en El cómo lo hiciste tu a guardar y meditar su palabra en el corazón.

La perseverancia en el verdadero seguimiento de Jesús, requiere una interminable paciencia, tanto en el proceso espiritual propio como en el de los demás. La paciencia es fruto del amor verdadero de Dios y este amor hunde sus raíces en la verdadera humildad. María es la perfectamente humilde a quien Dios colmó de todas sus maravillas, que por generaciones extiende hasta nosotros. (Estatutos No.240)

Dios nos bendiga.

nila

lunes, 19 de setiembre de 2011

El testimonio de vida, se da con sencillez como María.


Est.VD# 236

“Al disponer Dios a realizar su ideal sobre el hombre, creado en libertad, no puede el mismo creador llevar a término su proyecto sin la libre y voluntaria colaboración del mismo hombre.

Al faltar a menudo esta intervención y colaboración del hombre pecador en el plan de Dios, María se avecina y presta instintivamente su sí de Madre a cada uno de sus hijos afectados por la condición de pecadores”.

Siendo lo esencial de nuestro carisma la oración el testimonio de vida y la prédica de la Palabra, estamos llamados a generar ambientes de hogar, donde hombres y mujeres de toda raza, estado, edad y condición social se vayan encontrando con Cristo y se hagan discípulos suyos que a su vez harán muchos otros.

Bajo esta perspectiva el Señor nos está llamando a colaborar libre y voluntariamente con el ideal que tiene sobre nuestra vida. Nuestra colaboración y entrega depende de la experiencia de amor que vayamos teniendo diariamente en la oración con su Palabra, de la oración depende dejarme convencer, enamorarme de Jesús, escuchar su “Ven y sígueme “y hacerle discípulos encarnando la Palabra, con nuestro testimonio de vida.

Afirma Juan Pablo II en su carta encíclica Redemptoris Missio, que “el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías”.

Y eso es lo real, en lo que la gente cree es en el testimonio de vida cristiana, esa es la primera e insustituible forma de la misión: Por eso el Señor quiso darnos a María a nuestra Madre como modelo de testimonio cristiano, no se dice mucho en los evangelios sobre ella, pero sin embargo la vemos actuando, viviendo y encarnando la Palabra.

El Señor invitó a María a colaborar con el plan de salvación, y ella aceptó con la sencillez más grande, de confiar en Él. Qué bonito fue para nuestra Madre que al escuchar el anuncio del Ángel y el plan de Dios, tener la oportunidad de demostrarle todo su amor diciéndole: “Si, Hágase”, y la Palabra se encarnó en María para ser testigo del Amor de Dios.En todo lo que decía y hacía ella dejaba ver el amor de Dios, evangelizaba con su sencillez, su fe, su esperanza, mostraba como era amada por Dios.

Así el Señor nos llama también a nosotros a tener el privilegio de demostrarle cuanto le amamos, cuando hagamos vida lo que nos dice en su Palabra: Cuando nos pida ir a pedir perdón a esa persona que tanto lastimamos, hablarle a aquella con la que estamos muy molestos, hacer a un lado el orgullo y comprender mirando mucho mas lo bueno que lo malo de la situación, voltear la tortilla, mirar con los ojos del Señor al hermano, no quedarnos en los defectos sino todo el potencial de vida y amor que hay dentro y que Dios nos da la oportunidad de hacer brotar por nuestra palabra y testimonio de vida.

La sencillez de María se daba en lo cotidiano, sin esperar que la miren, que hablen de ella,

que la mencionen, su vida fue un testimonio del amor de Dios, ella demostraba que Dios es bueno, que es amor, que es bondad y ternura a través de su vida, pues ella no se quejaba, “porque su Dios la trata mal”, que no reclamaba porque su “Dios era injusto”, María, con su testimonio de vida, mostraba al Dios bueno, grande, poderoso, que la amaba.

La sencillez de María es decir Si, y vivir la Palabra, simplemente, María sabia que el testimonio de vida era lo más importante, como Madre de Jesús muchos estarían pendientes de ella; Así como muchos están pendientes de nuestro testimonio, de nuestra vida de discípulos en nuestros hogares, en el trabajo, la universidad etc.

Con María encontramos la fuerza para ser coherentes con la Palabra orada y asimilada. Lo que tantas veces se no hace difícil vivir…al contemplar su entrega, su renuncia a sí misma para hacer creíble el Reino, nos hará tratar de imitarla.

Qué hermoso elogio de Jesús para María “Mi madre escucha la Palabra y la cumple” María la primera discípula de Jesús, nos enseña a ser discípulos que vivan la Palabra, ella nos presta su sí, para colaborar con el plan de Dios anunciándole con la Vida, para llegar a los corazones de los hermanos.

“El testimonio de vida auténticamente cristiana, es la primera forma de evangelización. Será él quien abrirá las puertas de los corazones de los hombres para recibir la Buena Nueva.” Enciclica Redemptoris Missio.

Madre ayúdanos cada vez que nos rindamos, que necesitemos impulso, un empujón para vivir la Palabra y hacer creíble el Reino, en nuestros ambientes Préstanos tu Sí, para ser testigo fieles del amor que Dios nos tiene.


Dios nos bendiga.

nila


martes, 13 de setiembre de 2011

Con ella esperamos la resurrección de multitud de hermanos.


Le doy gracias a Dios por todo este tiempo de Gracia que nos regala para conocer más a María como Fuente de nuestra espiritualidad, porque aunque creamos que ya la conocemos, nunca será bastante seguir meditando en ella y en lo que significa para nosotros que sea nuestra Madre, experimentar su compañía, su ternura, su cariño inagotable, y recibir de ella todos las regalos que tiene reservados para nosotros como Mediadora de todas las Gracias

La Palabra que vamos a orar ahora es de Juan 17, 15-21

“No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos mediante la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me has enviado al mundo, así yo también los envío al mundo; por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.”

Siendo María co-rredentora, co-salvadora, todo lo que hace y dice el Hijo, lo hace y dice la Madre, así experimentaba en estas palabras la oración de María por su pueblo que somos todos nosotros, consagrándose, ofreciéndose en sacrificio, rogando al Padre por todos, para que entremos en este Misterio de Comunión; María pide al Padre por los que creerán por nuestra prédica, por todos los del presente y los del futuro.

María madre de toda la Humanidad, permanece intercediendo por sus hijos….entregándose para vernos unidos, viviendo en comunión y fraternidad….Padre “Consagralos mediante la Verdad: tu Palabra es la Verdad ”… “ Por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad”

Y allí sentía tanto el amor de Madre de María...consagrándose hasta el final, ofreciéndose como sacrificio no solo por nosotros sino por los todos que escucharan su Palabra, por todos los que esperan la salvación.

El Señor nos dejó a María, pudiendo llevársela con Él, escogió dejar a nuestra Madre con nosotros en este mundo, un tiempo más, que regalo tan grande para los apóstoles que no teniendo a Jesús como antes físicamente, ahora podían estar con su Madre para continuar la misión que Jesús les había encomendado ayudándoles a dar los primeros pasos en la perseverancia de la oración, de la formación de la Iglesia, que grande y que básico contar con María en ese proceso.

Gracias Madre por asumirnos con todo, por ofrecerte en sacrificio arriesgando tu propia vida. Porque por ser la Madre de Jesús también fue perseguida, pero seguramente que para ella lo único que contaba era continuar la misión de Jesús encomendada por el Padre…“La Palabra tiene que proseguir su carrera” 2 Tes 3,1,

¡Cómo nos asumió María, con que amor! Ofreciéndose al Señor, poniéndose al frente de nosotros ante el Padre, haciéndose una con nosotros…. “Aquí estoy yo y los hijos que Dios me ha dado” Hebreos 2,13.

Y María continua al lado de nosotros, nuestra Madre siempre está pidiendo por nosotros, aunque ya no somos del mundo, hay muchas tentaciones que nos quieren alejar del Señor, ella sin embargo cree en nosotros, a pesar de que le fallamos, de que nos alejamos, Ella obtiene para nosotros la Gracia de ponernos una y otra vez en el camino.

María cuida nuestra consagración ¿De qué modo? María como Fuente de nuestra espiritualidad cuida del carisma Verbum Dei que el Señor nos ha regalado. Ella está en la Palabra que Escuchamos, que Asimilamos, que Vivimos, que Anunciamos.

Cuando escuchamos la Palabra, ella está alejando de nosotros los pensamientos que nos puedan perturbar, cuida que estemos atentos, por eso iniciamos la oración siempre pidiéndole, “ Madre ayúdame a encontrarme con Jesús, a escucharle”; ella está cuando asimilamos la Palabra, cuando nos confronta, para enseñarnos a ser humildes, dóciles en reconocer nuestro fallos y aceptar que lo que me dice Jesús es lo que conviene para mi vida, para la unidad de la Iglesia: el Cuerpo Místico de Cristo; cuando vivimos la Palabra, la Mamá esta cuidándonos, animándonos para cuando se presentan las dificultades no bloquearnos, no hundirnos en pensar que no podemos, ella nos levanta nos enseña a tener confianza en nosotros mismos y en el Poder de Dios; “Nada hay imposible para Dios” cuando anunciamos ella está intercediendo para que el Espíritu Santo ponga palabras en nuestra boca, ella está moviendo los corazones de los que nos escuchan, María siempre está rogando por ellos y por nosotros.

María sigue amando a Jesús en cada uno de nosotros. Cuanta gracia tiene reservada para nosotros, su amor es una Fuente que nunca se acabará, porque es la Madre de Dios, llena de Gracia.

“Ruego por todos los creerán en Jesús por sus palabras”…Madre infatigable, que no se cansa de dase para que nuestro corazón este despierto, alerta, a punto para responder el llamado del Señor, para decirle si como Ella lo hizo; la Madre lo que desea es que nuestra vida ya empiece a dar frutos, a resucitar corazones muertos o adormecidos por las cosas del mundo, hay multitud de hermanos a quienes nuestra Madre añora, son los hijos que aun no están en el Hogar, los que se han alejado, los que han dejado de creer por nuestra falta de testimonio, por el divisionismo, los que esperan vernos unidos en el amor, en una sola esperanza, una misma fe, para creer.

María hizo del proyecto del Padre, el único proyecto de su vida, no hubo nada mas importante para ella, por eso hoy nos invita a hacer lo mismo, que el proyecto de llevar la Palabra, la resurrección, la vida eterna a nuestros hermanos sea lo primero, no sea un “además de” otros que tenemos, sino el prioritario, el que vaya iluminando todo lo demás que hagamos. María nos acompaña porque conoce las dificultades que supone cumplir la misión.

“María vela junto a nosotros en espera atenta de la resurrección; y en todos los traumas de la vida propia y de los hermanos podemos experimentar la mano suave y fuerte, acogedora y firme de María. (Estatutos V.D # 238)

Gracias Padre por darnos a María, porque sabes cuánto la necesitamos, después de ti, Señor, a donde pudiéramos ir, ella es nuestra inspiración, nuestra fuerza y consuelo, en ella siempre encontramos amor, sus brazos siempre están abiertos esperando a los hijos, sin importarle como estemos, porque ella se encarga de ayudarnos a lavarnos de nuestras faltas, de prepararnos, de llevarnos a Jesús.

Gracias Madre porque nunca nos fallas, ¿quién que acudió a ti quedó defraudado? Ayúdanos a vivir el envío con alegría, amarnos unos a otros, consagrarnos junto contigo por la resurrección de multitud de hermanos.

Dios nos bendiga.

nila

sábado, 10 de setiembre de 2011

María nos infunde confianza.


Salmo 27 Sofonías 3,16-17.

Al orar esta mañana encontraba que nuestro Señor Jesús cuando nos dio a María como madre, como que esperó el momento de estar en la cruz, como el momento preciso para decirnos: “He ahí a tu Madre, contémplala junto a Mí en la hora de la cruz, en la hora más dolorosa, la hora de la redención, de lavar los pecados del mundo, ella esta aquí, de pie, fiel hasta el final a la voluntad del Padre, a pesar de todo su dolor, de que la espada le estaba atravesando el alma, aquí está mi Madre diciendo siempre: “Hágase tu voluntad.”

Y otro pasaje que más me impresiona en la vida de María es cuando el profeta Simeón le anuncia que “una espada le atravesará el alma” Lc 2,35

¿Qué sentiste Madre ante tal profecía?

María no se echó para atrás, sino que continuó diciendo Sí, porque la fe que tenía en Yavé era muy grande. María conocía muy bien la historia de su pueblo Israel, no solo la conocía sino que la amaba, le apasionaba seguramente repetir en su corazón las grandezas del Señor. “Nosotros éramos esclavos de faraón de Egipto, y Yavé nos hizo salir con mano firme. Y lo vimos hacer milagros grandes y terribles prodigios contra Faraón y toda su gente Deut 6,20. La fe de María estaba cimentada en hechos reales y prodigiosos, que su Pueblo celebraba cada año, María amaba a su Dios, para ella era su Héroe, el Salvador de su amado Israel.

Por eso seguramente brotó de su corazón responder a esta profecía:

“El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién he de temer?”

“Acaso de las pruebas, de la aflicción, de la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?” Rom 8,35.

A nuestra Madre no le faltó ninguna de estas experiencias, sufrió el peligro y la persecución: tuvo que huir a Egipto con el Niño y José, sufrió la persecución de las gentes que no creían en Jesús y le insultaban, cuantas veces no tendría tampoco para comer…..pero en todo eso el Amparo de su vida era el Señor….por eso dice….¿ante quién temblaré? ¿Quién puede tener más poder que Dios ¡nadie!, ¿cómo puedo tener miedo de los hombres, de las criaturas?

“Confío en Dios y no temo más: ¿Qué me puede hacer un ser de carne? “Salmo 56,5

Nuestra Madre tuvo que vivir entre su fe y las contradicciones de cada día, porque parecía que todo iba en contra de lo que el Ángel le había anunciado, pero ella no abandonó, en medio de las dificultades, su confianza y vivencia de la Palabra era más fuerte.

“Si me sitia un ejército contrario mi corazón no teme, si una guerra estalla contra mí……AUN TENDRÉ CONFIANZA”; cuantas veces estaría rodeada de enemigos sitiada por ellos, en medio de sus ataques:

“¡…me acosan asaltantes todo el día, me hostigan todo el día!….¡Que numerosos son mis adversarios! En ti pondré, oh Altísimo, mi confianza el día que tenga miedo! Salmo 56, 2-3

Quiso el Señor darnos una Madre así, de la talla de María, que nos infunda confianza, que habiendo pasado por todo dolor, todo sufrimiento, mortificación y contradicción, entienda lo que sentimos, nos comprenda, nos ayude, nos anime, nos diga: no tengas miedo”… que su corazón, de El nos hable, diciendo: ¡Procura ver su faz! (c.ref. vs,8), busca su Rostro , no te quedes buscando miradas de aprobación, de aceptación, de cariño de nadie, ¡procura ver su Faz!”, buscar el Rostro, la Palabra del Señor, le hizo a María encontrar la Fuerza para secundar el Plan de Dios.

Nosotros necesitamos de María, necesitamos hacerle caso, seguir sus enseñanzas, buscar a Dios para no tener miedo, no temblar ante las personas, ante sus reacciones o mal carácter, ante nuestras propias debilidades, nuestros traumas que casi siempre nos pierden, porque queremos hacer lo que Dios nos dice pero hacemos lo contrario; nuestra debilidad Y flaqueza nos bloquean, las caídas nos hunden.

María nos quiere lleva a la madurez, viviendo en medio de todo nuestra identidad de hijos, siendo de esta manera hermanos con todos.

¡Confía en el Señor!, ¡Ánimo, arriba!, que ¡en medio de ti está el Héroe que te salva!, no tengas ningún miedo ni te tiemblen las manos, Yavé tu Dios está en medio de ti, alégrate, porque en medio de lo que pases, nunca estarás solo, junto a ti esta nuestra Madre, está María, ¿puede acaso una Madre abandonar al hijo de sus entrañas? Is 54,

María es el Rostro Materno de Dios, la Madre que nunca nos va a abandonar, ella que es Maestra de fe, que ha superado toda prueba, la llena de Gracia está con nosotros, ¡grita de gozo, regocíjate y que tu corazón este de fiesta!

Qué grande es reconocer a María como nuestra Madre, tenerla como Fuente de nuestra espiritualidad de donde podemos beber, para crecer, para no tener miedo, que confianza nos da sentir su compañía que nos hace dar pasos seguros en nuestro camino de discipulado.

Pidamos al Señor que en los momentos de oscuridad que tengamos, cuando creemos que todas las puertas se nos cierran, cuando nuestra esperanza se esté apagando, podamos escuchar la voz de nuestra Madre, susurrándonos dulcemente al corazón, dándonos ánimo… “El Señor es tu Luz y tu Salvación, ¡búscalo!, el Amparo y la fortaleza de tu vida es El, no tengas miedo”…

¿Madre quien confió en ti quedó defraudado?, Gracias por estar siempre con nosotros, por infundirnos confianza en que el Plan de Dios también se cumple en nuestra vida.

Dios nos bendiga.

nila

martes, 6 de setiembre de 2011

No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo


Hechos 3,1-8.16

Gracias Señor por los momentos de oración que me regalas cada mañana, gracias por fortalecer mis tobillos y mis pies para levantarme y dar gloria a tu Nombre, se bien Señor que Tú vas a llegar al corazón de mis hermanos para mirarles como me miraste a mí, y levantarles también y llevarles a la Alegría de escucharte, de vivir y anunciar tu Palabra por todas partes.

La Palabra de hoy nos habla de un hombre tullido que no podía caminar porque sus pies no podían sostenerles estaba así desde su nacimiento y había gente que lo único que hacían era trasladarle hasta la puerta del Templo para que pueda pedir limosna a la gente, mas no podían hacer, él tampoco podía entrar porque además por el mismo hecho de estar así le estaba prohibido ingresar; y un día pasan junto a él, Pedro y Juan que iban al Templo para la oración de las tres de la tarde y escuchan a este hombre pedirles una limosna.

“Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el hombre les pidió una limosna. Pedro, con Juan a su lado, fijó en él su mirada, y le dijo: «Míranos.» El hombre los miró, esperando recibir algo. Pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo…

Seguramente el hombre los miró pensando ¿Qué me puede dar este hombre que no sea oro ni plata?… ¿qué me va a dar?

Y por eso le preguntaba esta mañana al Señor, ¿Qué tenía Pedro para darle a este hombre?.... Señor ahora lo sé, pero quisiera me hicieras ver una vez mas todo lo que Pedro tenia ahora para dar.

Pedro no tenía nada materialmente visible, quizás hasta se le veía muy pobre exteriormente, pero miren lo que tenia:

La vida de Pedro antes de conocer a Jesús había sido la de buscar también cosas materiales, trabajaba muy duro para vivir, pero en el fondo, era un hombre muy débil, con mucho miedo a la muerte, a enfrentar las pruebas, la cruz, hasta de las tormentas tenía miedo, siendo él un hombre de mar, patrón de lancha.

Pero un día Jesús le atrajo con su mirada y Pedro le siguió, y empezó a recibir un Don tras otro, empezó a aprender a vivir, a alimentarse, a vestirse de otra manera, empezó a levantarse de sus debilidades, de su miseria, de su pobreza.

Jesús le hizo caminar sobre aguas tormentosas, le dio la mano cuando tuvo miedo. Cuando Pedro le pidió que se aleje de él Jesús le dijo : “No me digas que me aleje de ti porque eres un pecador, yo he venido por ti, Yo te voy a hacer pescador de hombres” , cuando Pedro le negó, Jesús le busco con la mirada para decirle: “ Pedro, Yo te amo a pesar de todo”, Pedro encontró al Amor que le cambio la vida, que siguió confiando en El, que no le dio dinero, ni ninguna riqueza material, Jesús le dio Todo, le dio las llaves de su Iglesia, le confió su misma misión, Pedro había recibido de Jesús, todo lo que él había estado buscando toda du vida: Amor que confía, que levanta, Pedro encontró en Jesús, la Verdad de su vida, su identidad más profunda, el Tesoro que toda su vida había estado anhelando, la Perla Preciosa.

Por estas experiencias tan maravillosas de vida Pedro escribió un día con gran alegría:

Carta de Simón Pedro, servidor y apóstol de Cristo Jesús, a todos aquellos que tuvieron la suerte, como la tuvimos nosotros, de recibir una fe tan preciosa y de ser renovados por nuestro Dios y Salvador Jesucristo. 2 Pe1,1

¡Qué suerte la de haber recibido Esa la fe preciosa que le había renovado y que ahora Pedro podía dar…que suerte Señor!… Pedro no tenía nada mas, solo una Fe grande probada muchas veces, en Jesús Hijo de Dios, que murió y resucitó; entonces esa fe ¿cómo no iba a levantar a este hombre tullido? ¿Cómo no iba a ser con los demás lo que Jesús había hecho por él mismo? esta era la fe de Pedro, él podía y tenía mucho para dar… tenia a Jesús…..yo te doy lo que tengo.

Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En Nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó”.

“Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empezó a caminar. Luego entró caminando con ellos en el recinto del Templo, saltando y alabando a Dios.”

Fíjense como una mirada de amor puede cambiar una vida, una mirada a la necesidad del hermano; mirarlos como Jesús nos miró a nosotros con fe en que podíamos responderle, en que podíamos levantarnos, y dar gloria a su Nombre con nuestra vida; este hombre inmediatamente….de un salto se puso en pie, no esperó mas para levantarse, ¡cuánto tiempo habría estado deseando que alguien le ayudara a entrar al Templo!, ¡cuánto habría querido estar cerca al Arca de Dios! ¡Qué bueno es el Señor que manda apóstoles para levantar a sus hijos, para acercarles a Él.

El Señor lo que nos pide hoy es tener Fe, para prestarle nuestra mano para tomar a nuestros hermanos de la mano derecha y levantarles… ¿Esa mano derecha, cual es Señor?, Es su identidad, el Espíritu, el Don que ellos ya tienen dentro, ya lo tienen pero está apagado, o débil, solo necesitan el toque de alguien que se acerque a ellos en mi Nombre.

La experiencia de Pedro y la del hombre tullido que pedía limosna es la de muchos de nosotros: Estábamos a la puerta de la Vida, pero sin poder entrar, no lo lográbamos porque nuestros tobillos y nuestros pies espirituales estaban muy débiles, pero La Gracia de Dios se acercó a nosotros y nos dijo: Mírame…. y desde que lo miramos lo seguimos y nuestra Vida empezó a cambiar.

Y así como este hombre los miró esperando recibir “algo”, nosotros recibimos más que ese algo que esperamos, nos devolvió la Vida, la dignidad de caminar, de disfrutar de nuestra verdadera identidad, de llamarnos hijos amados de Dios, dignos de llevar su Palabra que levanta que sana, que transforma la vida, que nos convierte en un chorro de Agua Viva, que salta para la vida eterna, que da para dar… porque es incontenible la sed que pone en nuestro corazón por compartir con otros este Tesoro de Vida y Amor que nos da cada día a través de un Carisma: Oración testimonio de vida y anuncio de la Palabra; lo que Pedro y Juan y todos los primeros apóstoles dieron eso es lo mismo que el Señor nos envía a dar

No tengo oro ni plata para dar, ¡qué bueno Señor!, porque de repente me quedaría solo en dar cosas materiales, lo que me daría una conciencia tranquila, pero cuando me veo que no tengo que dar materialmente, busco en mi interior y encuentro tanta riqueza, que no puedo decir no tengo nada, Tengo mucho para dar, porque mucho se me dio, se me da cada día…tengo mucha fe en que dentro de cada uno está la fuente de la Vida y del Amor, y solo se necesita ser restablecido en el Nombre de Jesús.

“Miren lo que puede la fe en su Nombre, pues en su Nombre acaba de ser restablecido este hermano al que ustedes ven y conocen. La fe que él nos inspira es la que lo ha sanado totalmente en presencia de todos ustedes”.

No soy yo, seguiría diciendo Pedro seguramente, es Cristo quien vive en mi quien lo ha sanado, crean, conviértanse, para que también los sane a ustedes, si no tuviera a Cristo no hubiera podido hacer nada, lo único que he dado ha sido Invocar su Nombre con Fe.

“El Señor nos ha reservado una herencia celestial un tesoro que no perece ni se echa a perder, y que no se deshace con el tiempo y nos protege el poder de Dios por medio de la fe con miras a la salvación que nos tiene preparadas para los últimos tiempos.” 2Pe 1,1

Señor que bonito que hoy sintiéramos esa renovación de nuestra fe, fe en que el Carisma que nos has dado es el Tesoro más grande que tenemos y debemos entregar a nuestros hermanos que están esperando que alguien pase por su lado y fijando en ellos su mirada, les diga ¡Levántate, no vivas así, tú también puedes caminar con nosotros, tu también tienes mucho para dar.

Danos la Gracia Señor, de que podamos re-estrenar, re-avivar hoy día con la misma ilusión de la primera vez, el Carisma de dar tu Palabra, de mirar al mundo con fe, en que si le puedo levantar en tu Nombre, que hay salvación en tu Palabra…que si yo la doy con convicción y fe como Pedro podré hacer entrar a muchos en el Templo, en tu Casa Señor.

Ayúdanos Madre como ayudaste a Pedro, como le animaste cada día a salir a anunciar la salvación por la Palabra y testimonio de vida, a pesar del peligro, de la persecución, de las amenazas de las autoridades judías, les acompañaste para que continúen perseverando cada día en la oración, en la Eucaristía, en la vida comunitaria, para llenarse de la Fuerza del Espíritu Santo.

Dios nos bendiga.

Nila.