sábado, 10 de setiembre de 2011

María nos infunde confianza.


Salmo 27 Sofonías 3,16-17.

Al orar esta mañana encontraba que nuestro Señor Jesús cuando nos dio a María como madre, como que esperó el momento de estar en la cruz, como el momento preciso para decirnos: “He ahí a tu Madre, contémplala junto a Mí en la hora de la cruz, en la hora más dolorosa, la hora de la redención, de lavar los pecados del mundo, ella esta aquí, de pie, fiel hasta el final a la voluntad del Padre, a pesar de todo su dolor, de que la espada le estaba atravesando el alma, aquí está mi Madre diciendo siempre: “Hágase tu voluntad.”

Y otro pasaje que más me impresiona en la vida de María es cuando el profeta Simeón le anuncia que “una espada le atravesará el alma” Lc 2,35

¿Qué sentiste Madre ante tal profecía?

María no se echó para atrás, sino que continuó diciendo Sí, porque la fe que tenía en Yavé era muy grande. María conocía muy bien la historia de su pueblo Israel, no solo la conocía sino que la amaba, le apasionaba seguramente repetir en su corazón las grandezas del Señor. “Nosotros éramos esclavos de faraón de Egipto, y Yavé nos hizo salir con mano firme. Y lo vimos hacer milagros grandes y terribles prodigios contra Faraón y toda su gente Deut 6,20. La fe de María estaba cimentada en hechos reales y prodigiosos, que su Pueblo celebraba cada año, María amaba a su Dios, para ella era su Héroe, el Salvador de su amado Israel.

Por eso seguramente brotó de su corazón responder a esta profecía:

“El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién he de temer?”

“Acaso de las pruebas, de la aflicción, de la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?” Rom 8,35.

A nuestra Madre no le faltó ninguna de estas experiencias, sufrió el peligro y la persecución: tuvo que huir a Egipto con el Niño y José, sufrió la persecución de las gentes que no creían en Jesús y le insultaban, cuantas veces no tendría tampoco para comer…..pero en todo eso el Amparo de su vida era el Señor….por eso dice….¿ante quién temblaré? ¿Quién puede tener más poder que Dios ¡nadie!, ¿cómo puedo tener miedo de los hombres, de las criaturas?

“Confío en Dios y no temo más: ¿Qué me puede hacer un ser de carne? “Salmo 56,5

Nuestra Madre tuvo que vivir entre su fe y las contradicciones de cada día, porque parecía que todo iba en contra de lo que el Ángel le había anunciado, pero ella no abandonó, en medio de las dificultades, su confianza y vivencia de la Palabra era más fuerte.

“Si me sitia un ejército contrario mi corazón no teme, si una guerra estalla contra mí……AUN TENDRÉ CONFIANZA”; cuantas veces estaría rodeada de enemigos sitiada por ellos, en medio de sus ataques:

“¡…me acosan asaltantes todo el día, me hostigan todo el día!….¡Que numerosos son mis adversarios! En ti pondré, oh Altísimo, mi confianza el día que tenga miedo! Salmo 56, 2-3

Quiso el Señor darnos una Madre así, de la talla de María, que nos infunda confianza, que habiendo pasado por todo dolor, todo sufrimiento, mortificación y contradicción, entienda lo que sentimos, nos comprenda, nos ayude, nos anime, nos diga: no tengas miedo”… que su corazón, de El nos hable, diciendo: ¡Procura ver su faz! (c.ref. vs,8), busca su Rostro , no te quedes buscando miradas de aprobación, de aceptación, de cariño de nadie, ¡procura ver su Faz!”, buscar el Rostro, la Palabra del Señor, le hizo a María encontrar la Fuerza para secundar el Plan de Dios.

Nosotros necesitamos de María, necesitamos hacerle caso, seguir sus enseñanzas, buscar a Dios para no tener miedo, no temblar ante las personas, ante sus reacciones o mal carácter, ante nuestras propias debilidades, nuestros traumas que casi siempre nos pierden, porque queremos hacer lo que Dios nos dice pero hacemos lo contrario; nuestra debilidad Y flaqueza nos bloquean, las caídas nos hunden.

María nos quiere lleva a la madurez, viviendo en medio de todo nuestra identidad de hijos, siendo de esta manera hermanos con todos.

¡Confía en el Señor!, ¡Ánimo, arriba!, que ¡en medio de ti está el Héroe que te salva!, no tengas ningún miedo ni te tiemblen las manos, Yavé tu Dios está en medio de ti, alégrate, porque en medio de lo que pases, nunca estarás solo, junto a ti esta nuestra Madre, está María, ¿puede acaso una Madre abandonar al hijo de sus entrañas? Is 54,

María es el Rostro Materno de Dios, la Madre que nunca nos va a abandonar, ella que es Maestra de fe, que ha superado toda prueba, la llena de Gracia está con nosotros, ¡grita de gozo, regocíjate y que tu corazón este de fiesta!

Qué grande es reconocer a María como nuestra Madre, tenerla como Fuente de nuestra espiritualidad de donde podemos beber, para crecer, para no tener miedo, que confianza nos da sentir su compañía que nos hace dar pasos seguros en nuestro camino de discipulado.

Pidamos al Señor que en los momentos de oscuridad que tengamos, cuando creemos que todas las puertas se nos cierran, cuando nuestra esperanza se esté apagando, podamos escuchar la voz de nuestra Madre, susurrándonos dulcemente al corazón, dándonos ánimo… “El Señor es tu Luz y tu Salvación, ¡búscalo!, el Amparo y la fortaleza de tu vida es El, no tengas miedo”…

¿Madre quien confió en ti quedó defraudado?, Gracias por estar siempre con nosotros, por infundirnos confianza en que el Plan de Dios también se cumple en nuestra vida.

Dios nos bendiga.

nila

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