sábado, 29 de setiembre de 2012

La unión existencial con Jesús es la clave para amar hasta dar la vida. Jn 15, 5-13



 Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada.  Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a los sarmientos, que los amontonan, se echan al fuego y se queman.
Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán.  Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos.  Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor.  Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.  Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.
Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos. 

Gracias Señor, Amigo de la vida, que permaneces unidos a nosotros primero, para que permanezcamos en ti,  para estar en comunión con la Trinidad para enseñarnos a amarnos unos a otros, para vivir el amor que crea comunión. Gracias porque nos enseñas con tu vida a amar hasta el extremo, sin límites, hasta morir en la cruz, hasta morir a nosotros mismos, gracias porque nos enseñas que lo más importante en esta vida es amarnos unos a otros, el amor es lo único importante, lo demás viene por añadidura.

Señor me haces entender  esta mañana, que nos pides un Amor de una talla muy alta, amar como Tú amas…que no se puede amar de cualquier manera, no nos pides amar solo con el sentimiento, sino  Amar como tú amas hasta dar la vida, y por eso nos das la clave, porque nosotros muchas veces nos sabemos de dónde sacar más amor, nos quedamos paralizados muchas veces, porque no damos mas, pensamos que ya lo dimos todo y no nos sale más amor porque empezamos a sentir miedo, a considerar los peligros de dar más, de arriesgarnos por el hermano, empezamos a mirar nuestra seguridad, que si me pasa algo, que si resulta mal todo, que si lo que hago es en vano, que si esto no da para más, que si no da frutos, etc..Nuestras debilidades salen a flote, para ahogarnos, para frenarnos, para no ir a más: Para no amar hasta dar la vida.

Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.  Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.

Cumplir tu mandamiento de cuidar al hermano, de enseñarle la Buena Nueva, de darle otra alternativa de vida, nos hace permanecer en tu amor, … a veces primero queremos sentir amor por el hermano, que nos simpatice, que nos caiga bien, para luego cumplir los mandamientos: Visitarle ayudarle, acompañarle, pero Tú Señor  nos vas dando la clave, primero es escucharte, estar unidos a ti, amarte a ti,  amar tu voluntad, amar tus mandamientos, para mirar lo que tenemos que hacer con amor, para mirar al hermano “objeto” de tu amor, con amor, mirarle como tú le miras, amarle como tú le amas, solo amándote a ti, permaneciendo en ti , encontraremos  la fuerza para amar como tu amas, para que nuestra alegría sea completa, .

 Sin estar unidos a ti, no podemos amar con fuerza, hasta dar  la vida,  las veces que hemos intentado vivir solos nos hemos quedado a medio camino, frenados por nuestro egoísmo, el  miedo, la desconfianza, reprimidos, porque nos han enseñado que no es bueno amar tanto, que cuando uno ama sufre, y claro sufre cuando espera que le devuelvan el favor, que le agradezcan, que le reconozcan que le den.

Señor amar como tu amas no es fácil, hay en nosotros muchas resistencias, “por eso debes permanecer en mi amor, tratando de amar como yo, es una lucha, una opción, una conquista, no es fácil lo sé, por eso separada de mi no puedes”.

Cuantos, tal vez,  nos alejamos de la comunidad, porque hemos venido buscando nuestra realización personal, figurar, que nos manden predicar, que nos hagan sentir importantes, hemos esperado que nos amen en lugar de amar, no hemos entendido el Amor, que es dar sin esperar recibir,  que se hace el último que no buscar ser servido sino servir, que para construir comunión hay que trabajar con humildad, hacerse el más pequeño, cuantos nos hemos alejado porque nos hemos sentido frustrados porque no hemos encontrado nuestras expectativas cumplidas.

El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada.  Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a los sarmientos, que los amontonan, se echan al fuego y se queman.

Ama aunque te duela amar, aunque te cueste…nuestra amistad va creciendo en la medida que vas entregándote:  

Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.  

Permanecer en mi amor da la fuerza para amar hasta dar la vida, si todos beben y permanecen en este mismo Amor, crearan comunión, serán Uno, y así el mundo creerá.

Gracias señor por tu Palabra que nos impulsa, que nos mueve, que nos da fuerza para vivir esta talla de amor, Grande, que nos hace querer dar la vida por el hermano.

Madre acompáñanos en nuestro caminar, para ser una comunidad casa y Escuela de comunión.

Dios nos bendiga.


viernes, 21 de setiembre de 2012

¿Te harás cargo de mi hogar amándolos sin acepción de personas? ¡Hazlos fieles discípulos míos!



Mt 11, 28-30; Luc 5, 30-31

“Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.  Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Qué bonito es oír que alguien nos llama para pedirnos nuestras cargas, y sobre todo si ese Alguien que nos llama, nos ama…. y nos llama porque nos conoce porque sabe que somos limitados, que nos faltan las fuerzas,  sabe que le necesitamos para amar,  para servir para vivir este ideal de ser generadores de comunión.
El Señor nos llama a ir a Él, personalmente y como comunidad para conformar un Hogar según su corazón, donde se viva en comunión, donde todos nos sintamos amados por igual,  donde nos hagamos cargo de las personas sin acepción de nadie.

vengan a mi todos los que van cansados, llevando pesadas cargas”,
 ¿Quién no tiene cargas?, cada día es levantarse a ver el negocio, los estudios, el trabajo, el apostolado, y no siempre el corazón está dispuesto a darlo todo, por eso la invitación del Señor es a estar con Él “vengan a mí, carguen con mi yugo”….el yugo es la unión con El, para poder ir a vivir todo lo que toca con ese lazo que es generador de comunión, sin el Amor no somos nada, ni podremos nada, fácilmente nos cansamos, y lo que empezamos con tanto entusiasmo se convierte en una carga que nos pesa…hagamos lo que hagamos si no lo vestimos con el Amor, nos cansará, nos aburrirá, no le encontraremos sentido y  en lugar de generar comunión, generaremos, divisiones, rencillas, daremos anti-testimonios.
“Aprendan de mi que soy paciente y humilde de corazón”. 

¿De donde te viene Señor la humildad y la paciencia?, ¡enséñanos! Cuando uno contempla la vida de Jesús,  uno descubre que es de la unión, de la comunión con el Padre de dónde saca ese Amor, que le hace acoger a todos sin excepción, el Padre y Yo somos una misma Cosa, Él en mi, y yo en Él, así de fuerte es la unión de Jesús con el Padre en el amor del Espíritu Santo. Por eso se hizo hombre para enseñarnos a ir  a la fuente de la Comunión: la Trinidad para ser pacientes y humildes de corazón, para generar comunión eclesial.
Por eso Jesús se hace Hogar, se hace acogida, 
Vengan a mí,…y sus almas encontraran descanso. Pues mi Yugo es suave, y mi carga liviana”.

No demoremos en acudir al encuentro de quien amorosamente nos llama y nos reclama, porque sabe que solos no podemos. El Amor trinitario que recibimos en la oración, nos devuelve a la humildad, a la paciencia, para ser lugar de encuentro, casa,  hogar de oración, para que quien venga a nosotros lo encuentre a Él, y todos podamos ser uno con El, hogares unidos, comunidades donde se viva el Amor que genera comunión.
El Señor nos invita a ser ese hogar que Él ha preparado en nuestro corazón, a través de nuestro carisma de la oración centrada en  la Palabra, en cada encuentro  El Señor nos ha hecho valorar nuestra vida, en su amor hemos encontrado todo y hasta más de lo que necesitamos para ser felices, nos hemos reconocido amados, valorados, estimados.

El,  primero,  nos ha acogido sin importarle como estábamos, por su Amor, nos ha sacado del vacío, del sinsentido dándonos una identidad, su misma identidad, de hijos del Padre, nos ha hecho sentir útiles  para transformar el mundo creando ambientes fraternos, de comunión por medio de la Palabra de Dios, por su Palabra, nos ha sacado de la soledad ofreciéndonos una compañía personal, amorosa, permanente, con su Estilo de vida Jesús nos ha mostrado el camino para vivirlo del mismo modo con nuestros hermanos.

Un día Jesús llegó a la casa de Leví, (Mateo) y estuvo reunido con “gente de toda clase”, “con cobradores de impuestos y con personas malas” para enseñarnos que: «No son las personas sanas las que necesitan médico, sino las enfermas. No he venido para llamar a los buenos, sino para invitar a los pecadores a que se arrepientan.» Luc 5,30-31

Para Jesús no hay personas malas, no ve las clases sociales, no hace diferencias por los cargos o el dinero que tengan, Jesús ve el corazón enfermo por el pecado, por la ignorancia,  y  necesitado de sanación, de salvación, y por eso se junta con todos, para amarles y a través de ese trato, de esa amistad fraterna, de estar en comunión con ellos, sentados en la misma mesa, al mismo nivel, provocar en ellos el querer cambiar de vida,  el arrepentimiento.

El Señor hoy día nos invita también a ser  sus relevos. Tú, Verbum Dei, eres mi relevo, a ti discípulo de la Palabra elegido por amor, te encargo mi pueblo, acógeles en tu corazón, ese es el Hogar que he preparado para ellos, un lugar cálido donde encuentren abrazo de madre, de padre de hermano, encuentren una palabra que les levante, mi Palabra a través de la tuya, mi divinidad y tu humanidad unidas para atraer a muchos al Hogar.

A través de nuestro carisma: la oración centrada en  la Palabra de Dios, el Ministerio de la Palabra, el Señor nos está dando todo para hacer Hogar, ser Hogar para todos, no necesitamos más que dejarnos ensanchar el corazón, ensanchar el espacio de nuestra  tienda,  para que con su Amor  asegure nuestras estacas, para que sea nuestro corazón un hogar sólido, coherente, fuerte,( Is 54, 2-3) valiente, perseverante, capaz de abrirse a todos, sin hacer acepción de nadie.

Gracias Señor por llamarnos, por amarnos como somos, gracias porque nos confías a tus hijos, porque nos miras como discípulos generadores de comunión, porque has hecho de nuestro corazón, un Hogar donde tienen acogida todos sin excepción.Gracias Señor.

 Madre Buena, Madre que generas comunión en los corazones, acógenos como hijos tuyos, para atraer a muchos al Hogar, para hacer de nuestras comunidades, escuelas de comunión para nuestros hermanos.Gracias Madre.