martes, 14 de febrero de 2012

La oración me suscita una misión.




La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?» Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
(Juan 4,28)

Gracias Señor por el regalo de la oración, te pido nos ayudes a ponernos en tu presencia, para recibir, tu Gracia,  el chorro de Agua Viva que salta hasta la Vida Eterna.
Gracias Señor por haber salido  a nuestro encuentro en los momentos cuando la sed apretaba, cuando más te necesitábamos y traernos a una comunidad en donde nos han enseñado a orar, a conocerte como Un Dios Vivo, con El que podemos hablar, escucharle,  conocerle como un Padre fiel, tierno, compasivo, amoroso, que nunca abandona a sus hijos, que aunque  ellos se alejen, Tú permaneces. GRACIAS DIOS AMIGO, COMPAÑERO DE MI VIDA.

Gracias Señor porque solo en la oración encuentro lo que mi vida y la de los demás necesitan, encuentro el Sentido a todo,  recupero mi Identidad, el porqué y el para qué de mi venida al mundo y el cómo vivir en él, gracias por tu presencia fidelísima en este momento de mi historia, a la situación de cada día; es tan bonito todo lo que Tú haces Señor en mi  vida,  por eso me encanta orar, por eso no puedo dejar de orar porque es salir renovado y con el corazón lleno de Gracia.

Esta experiencia de encuentro personal con la Palabra en la oración,  transforma la vida; la samaritana no regresó igual al pueblo, regresó feliz, gritando ¡Vengan, Vengan!
¡Yo lo he encontrado, vengan ustedes también a verlo, El tiene lo que necesitamos!, ¿No será El Cristo? Preguntaba pero afirmando, convencida, queriendo que ellos también creyeran,  como ella ya lo había hecho.

Como gritaría esta mujer, que rostro de felicidad tan grande tendría  que la gente le hace caso, ¿qué pensarían?, “tiene que ser El, el Mesías esperado, sino como esta mujer puede estar gritando “me ha dicho todo lo que he hecho” con tanta libertad? ¿Qué le ha dicho, que le ha hecho cambiar a esta mujer?”.
¡Qué cambio experimentamos Señor cuando nos encontramos contigo!, de esa conversación contigo, nuestra vida cuestiona a la gente, crea interrogantes que le hacen querer verte también personalmente, salir de su pueblo, de sus cosas cotidianas.

 Señor esta mañana te pido como esa mujer, “Danos de beber de esa Agua que calma la sed, que nos haga soltar los cántaros con el que salimos cada mañana, que cargamos todos los días, las cosas exteriores con las que buscamos llamar la atención para recibir mendrugos de simpatía, de cariño que siempre nos dejan con hambre, con sed.

Haz brotar en nuestro corazón con tu Palabra ese chorro que salte hasta la vida eterna, que nos convierta, que salgamos a dar en lugar de buscar recibir, porque dando se recibe, amando se encuentra el Amor, amando es que nos sentimos realizados, plenos, ¡danos de beber de esa Agua! como a esta mujer que la convertiste en un  chorro de amor, esa Agua Viva  con que le llenaste el corazón, le hizo cambiar de buscadora de amor, a repartidora, anunciadora del Amor, Señor que nunca te dejemos, que solo tengamos sed de este encuentro Vital, único, imprescindible, irremplazable, impostergable contigo diario.

Mamita María gracias por todo lo que has hecho pro nosotros, por lo que haces y harás, por ser nuestra Madre para siempre, ruega por nuestra fidelidad a la Palabra, a la Oración,  al testimonio de vida y al anuncio del Evangelio.

Dios nos bendiga.
Nila


sábado, 11 de febrero de 2012

La oración me hace partícipe de la felicidad de Dios.



La oración se enmarca en el ámbito de las relaciones interpersonales, que tejen lo más genuino de la convivencia humana. Pero con una diferencia. Y es que la persona humana entra en relación con la persona divina. Esto es lo que convierte en especial la oración. Se trata del encuentro del hombre con Dios; de una experiencia vital en la que el ser humano se encuentra íntimamente con el ser divino. Es una relación humano-divina que, por una parte, no deja de ser personal, porque Dios es comunión de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y por otra, nunca deja igual nuestra vida, que queda marcada por una experiencia de felicidad desde nuestro primer encuentro con Dios. (Doc FaMVD)

«El hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad» (Gaudium et Spes 21).

Esta mañana, entraba a la oración con muchas preguntas,  porque me planteaba dialogar con el Señor  sobre la felicidad, en un contexto de sufrimientos, de llanto,  de muerte, de ver a mis hijos sufrir, mi nietecito muerto, a los 8 meses y medio dentro del vientre de su madre, le preguntaba al Señor algo que nos dicen que no se debe preguntar:  ¿Por qué?, porque el sufrimiento lo primero que arranca de nosotros es el que querer saber ¿por qué se frustra la vida, porque no podemos ser felices, porque no se pueden cumplir nuestros sueños, nuestras ilusiones?
Pero encontraba que estaba bien que le pregunte porque pasó esto, el para qué, el cómo vivirlo, y por eso cobra tanto sentido el levantarme temprano,  el porqué orar como ahora a las tres de la mañana, en el silencio, en la soledad, levantar el corazón herido a mi Padre Dios para que me dé respuestas a mi mismo dolor, al dolor de mis hijos, de sus abuelitos, de la familia, de todos los que están a la expectativa de una respuesta desde Dios. Precisaba un encuentro fuerte con el Señor.
Por esto oramos, para dar respuestas desde Dios.
Y encontraba que en medio de todo encuentro felicidad: soy feliz, porque estoy llamada a oírle, feliz porque tengo fe en que me va a dar una respuesta, soy feliz porque estoy invitada, a unirme a sus pensamientos,  a sus sentimientos a  su intencionalidad en  todo lo que sucede para entender lo que es la verdadera felicidad.
El Seños nos llama como a sus hijos a unirnos a Él para ser felices, pero ¿qué es la felicidad?
Dice un documento de VD. “La felicidad es la máxima realización la perfección en el amor,  en su proyecto, conformarnos a nuestra verdadera naturaleza divina –humana el hombre es feliz cuando se realiza,  conforme a lo que El es, cuando alcanza la fuente del verdadero amor, que se encuentra en Dios, he aquí el secreto de la felicidad temporal y eterna.
Todo esto se quedaría en teoría sino lo oramos, sino lo dialogamos con el Señor aterrizando en lo que estamos viviendo,  en nuestras circunstancias, en nuestra realidad.
Yo le ponía al Señor la situación que pasamos en mi familia, con el bebé casi para nacer,  con todo preparado para su llegada, con todo el amor de sus padres, sus abuelos de toda la familia, con la ilusión de que todo saldría bien, conforme a lo planeado por nosotros y ese dia estamos enfrentando sus funerales.
Le decía antes de empezar  ¿Señor como me pides hablar de felicidad este día? Si lo que siento es mucha tristeza.
Y precisamente me ha elegido para que este día entendiera  que la felicidad no está en nuestras ilusiones, no, en lo que planeamos nosotros, en las cosas o en las personas, en lo que nos imaginamos que va a pasar, en los sueños sobre las personas.
La felicidad es estar con El, es tener a Dios por sobre todas las cosas, tenerlo como nuestro único Dios, la felicidad está en que Dios es vida eterna, las cosas son caducas , las personas pasan, la felicidad está en saber, experimentar en carne propia que El nos ama y acompaña en el sufrimiento en que  a pesar de que muchas veces no entendemos este amor que consiente el dolor; la felicidad es hacer su voluntad: cumplir nuestra misión en la vida y aceptar que los demás también tienen una misión y que también todo lo creado y todo lo que sucede es para que nos ayude a cumplir nuestra misión al pasar por esta vida siendo camino, señales  de salvación para otros.
Este bebe también es su hijo, y también cumplió su misión, se hizo camino para sus padres, a través de estos cortos meses despertó en ellos ternura, amor , los unió mas, les hizo ver que no solo tenían que vivir para ellos, sino que habían sido llamados a vivir la vocación del matrimonio, en unión con Dios.
Fue un tiempo rico, que precisa entenderlo desde la palabra de Dios,  para esto me ayudaba mucho la lectura de los amigos de Emaus  (Lucas 24-25) “que poco entienden ustedes y que lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas, ¿no tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en  su gloria?”
Los padres de nuestro bebé y muchos de nosotros vamos a entrar a la gloria por que él  nos está abriendo camino, con su muerte con su sacrificio, como lo hizo Jesús, de nosotros depende, de sus padres depende entrar a este camino que los va a llevar hacia Dios , el no encerrase en el dolor, en su sufrimiento sino mirar lo que les espera, él  es el  caminito que el Señor nos ha mandado para ir  hacia la eternidad  donde él fue primero, este sufrimiento es para entrar en la gloria de Dios.
La oración es para dejar que el Señor nos explique nos enseñe a buscar y encontrar el camino hacia la verdadera felicidad.
 La felicidad esta en vivir la misión unidos a Dios, entender que todo es camino, no quedarnos con las cosas o personas que hay en el camino sino, mirar a Dios y la gloria que nos espera.
Nuestra vocación es divina, Dios no quiere la frustración de sus hijos, sino su plenitud Dios es el fin último de la persona quien nos revela el sentido de nuestra existencia, la verdad profunda sobre nosotros, el misterio de nuestra vida, por eso oramos, para encontrar las respuestas, para darle sentido a todo desde Dios, para ser felices, para  entrar en la felicidad de Dios,
Que el Espíritu Santo nos ayude a entenderlo y si no podemos entenderlo,  a creerlo,  a guardarlo en el corazón como María meditarlo e ir viviéndolo, confiados  en que el Señor  a su debido tiempo nos lo hará entender.
Dios nos bendiga,
Nila.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Dios me crea hablando



Tema : Porque orar?
“Tenemos razones para considerar que la oración es fundamental en la vida de todo ser humano. La primera es porque hemos sido creados a imagen y semejanza del «Dios que habla», y hablando crea al hombre. La segunda es porque «hablándonos», sigue creándonos, recreándonos, y llenando de sentido nuestra vida. Nuestro Dios-Palabra orienta nuestra existencia hacia el diálogo con el Creador y hacia el conocimiento de Cristo, Palabra de Dios encarnada, cuya amistad nos configura por obra del Espíritu Santo. Y la tercera es porque escuchar al Dios que nos habla y hablar al Dios que nos escucha nos constituye. Nos vincula con las Personas divinas y nos hace familiares de Dios y de toda la humanidad.” (Doc de la FaMVD)

Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía. (Verbum Domini 6) (Encíclica del Papa Benedicto XVI)


El Señor que nos ha creado por su Palabra, quiere seguir creando y re-creando nuestra vida, a través de su Palabra que no ha perdido fuerza, que sigue teniendo ese mismo poder creador del Principio.
Nosotros  no somos seres acabados, El ha puesto en nosotros una búsqueda, una necesidad de Él, porque nos ama y quiere seguir haciendo de nosotros su imagen y semejanza, El sabe que estamos aquí, en esta tierra, en este mundo lleno de ofertas, de cosas que nos van desfigurando y por eso quiere seguir hablándole a nuestra vida,  a nuestro ser su imagen y semejanza,
   “dijo Dios, hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, (Gen 1,26)  Dios sigue creando en nuestras vidas, y eso se nota, como va haciendo de nosotros personas nuevas, lo vemos en muchos también que ya no son los mismo, llegan a la Escuela, y al poco tiempo se van revelando como apóstoles, que viven y predican la palabra, matrimonios que re-comienzan, se empiezan a tratar  con un Amor nuevo,  diferente, nacido de la oración, del encuentro con la Palabra, todos  estamos en el proceso, por eso necesitamos de la oración de oírle de preguntarle, de dialogar con El.

 Nosotros no sabemos cómo se vive en este mundo, nadie nos lo puede decir solo Dios que nos ha creado, muchos han tratado y tratan de decirnos con cursos, con talleres. etc, como vivir de Verdad, y vivir siendo felices, con Fe, con Esperanza con Amor pero solo en El diálogo con Nuestro Padre creador, encontraremos “El Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6) para relacionarnos como hermanos, como familia.

Solo en el diálogo con nuestro Creador, que sabe de que barro estamos hechos, que nos falta, que necesitamos, que hay que recomponer, que hay que curar, podremos encontrar la salud de nuestra alma, la paz y la felicidad que tanto buscamos.
Oramos principalmente porque queremos ver a Dios, conocerle, ¿Quién no quiere conocer a su Padre?, todos queremos saber nuestro origen para descubrir quienes somos, cuando hablamos con Dios, a través de la Palabra, El se nos revela, se da a conocer por Jesús, El nos enseña no solo de dónde venimos, quienes somos, sino que nos enseña a amar al Padre, porque al Padre hay que tratarlo, y aprender a permanecer en El  para conocerlo y amarlo en Verdad, saber que somos sus hijos amados, y amarle, si no oramos no le amamos, tendremos imágenes confusas de quien nos ha dado la Vida.

Oramos porque hablar con la Trinidad y escucharle nos configura, nos hace familiares suyos  y de toda  la humanidad.
Cuando veo personas que no se hablan, me da tanta tristeza, que se haya quitado el habla por que una de ellas se siente ofendida. Y le decía Señor como sería mi vida si tú me quitaras el habla con todo lo que te ofendo cada día , pero el Señor me decía que nunca me dejaría de hablar a pesar de todo lo que le hubiera hecho, el siempre va a ser mi amigo, mi Padre. “Podría acaso dejar de  querer al hijo de mis entrañas?...yo nunca me olvidaría de ti” (Is 49,15). Orar es experimentar el Amor de Dios que se renueva cada día en nuestra vida que nos recuerda que somos sus hijos amados, sin esta experiencia de Amor diario, constante, no podríamos vivir.

Así es el Dios con quien hablamos a quien buscamos cada mañana, un Padre que perdona y olvida, que solo sabe preguntarnos ¿me amas?, y le basta saber que a pesar de nuestras caídas, le seguimos amando, (Jn 21, 15-16) entonces nos invita a seguir caminando, pero ahora seguros de su amor, de que le amamos y por eso estamos dispuestos a dejarnos guiar por El, para dar la vida, y apacentar a las ovejas.

Oramos porque sin la palabra de Dios no podemos vivir “Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en Mí y yo en El ese da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” Jn 15,5

Todos tenemos la experiencia de que las veces que no oramos, los frutos son duros de dar, no nos sale el amar, el perdonar, el servir, el estar atentos a la necesidad de los hermanos, pero cuando oramos, el espíritu está listo, presto, rapidísimo para reaccionar al amor, a ver a todos como familia,  nos sentimos parte de la familia de Dios, vivimos con el Espíritu de Dios que se va derramando en nuestros corazones (Rom 5,5)   por la Palabra dialogada.

Que nuestra Madre nos ayude a permanecer en el diálogo constante con nuestro Padre que nos ha creado para estar con Él, y se nos revela en la Palabra.
Dios nos bendiga.
Nila

martes, 7 de febrero de 2012


La Oración como fidelidad a Dios y a nosotros mismos.
1Reyes, 8-22-23.27-30
Como Familia Verbum Dei estamos  haciendo un camino, somos herederos de un carisma que nos une que nos hace familia, porque hay algo que nos define, e identifica,  que nos hace ser Luz para el mundo, la Palabra de Dios escuchada, asimilada, vivida y anunciada, nos hace vivir en el Mismo Espíritu, que nos hace Uno,  nos hace ser sal de la tierra, fermento de Amor en medio de este mundo.
Esta mañana el Señor me hablaba de la Fidelidad, de la fidelidad al encuentro con Él, a permanecer en Él, y me ayudaban mucho la primera lectura de la Misa cuando Salomón ora alabando la fidelidad del Señor:
“Yavé Dios de de Israel, no hay Dios semejante a ti, ni en el cielo ni en la tierra. Tú eres fiel a tu alianza y tienes compasión de tus siervos cuando te sirven con sinceridad. Tú habías anunciado este día a mi padre David, tu servidor: Hoy vemos que has sido fiel a tus palabras y has cumplido tus promesas.
Y encontraba a David como a Jaime Bonet, a quien el Señor llamó un día, a vivir la vocación del amor, dedicarse a la oración a y al Ministerio de la Palabra, seguramente en ese diálogo, le habrá hablado también de todos los hijos que iba a tener, como a Abraham, de que iba a ser padre de generaciones por su Sí, y ahora todos estamos dándole gracias al Señor por haber cumplido sus promesas, porque nosotros ahora por su fidelidad podemos decir que somos casa de Dios,  su morada, porque la Palabra se ha engendrado en nuestras vidas, la esterilidad no existe para nosotros cuando somos fieles a la oración porque por esta unión de amor, con el amor, nuestra vida va dando frutos, cada uno en su ambiente y desde su realidad, va viviendo el carisma, y entregándolo a otros porque estamos convencidos de que solo por la Palabra se puede encontrar la felicidad eterna y la salvación  para todos.
A muchos nos parece imposible tener a Dios tan cerca de  nosotros como le pareció al rey Salomón que dice:
“pero será posible que Dios viva en medio de los hombres? Si los cielos invisibles no pueden contenerte ¿Cómo permanecerás en esta casa que yo te he construido?”.
Nos parece imposible pero no nos quedamos ahí, si no que nos entregamos por la Fe, le pedimos que nunca nos falte su Presencia, le hablamos de ser fieles a este lugar de encuentro:  la Oración.   
“Escucha pues la plegaria y las súplicas que tu siervo hace hoy en tu presencia. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que Tú mismo dijiste: En el estará mi Nombre, y dígnate escuchar las oraciones  que haré en este lugar”.
No es tanto tratar de comprender sino más bien tener fe y de guardar su Palabra, guardarlas quiere decir valorarlas y vivirlas, ser fiel a la oración,  porque solamente en  la oración, en el encuentro con un Dios tan grande que todo lo puede, podemos recibir la Gracia de serle fiel de amarle, de reconocerle como nuestro Rey y Señor, que ocupe en nuestro corazón su Lugar, sea el centro de nuestra vida,  de nuestras jornadas, de la Misión y de todo los que hacemos. Pidamos a María nuestra Madre fiel, cuide este carisma que el Señor nos ha regalado, y los sigamos  transmitiendo con las generaciones que nos tocan vivir.
Dios nos bendiga.
Nila


domingo, 5 de febrero de 2012


"Jesús se fue a un lugar desierto, y allí oraba"

        Cuando el Hijo de Dios levantó la mirada al cielo y dijo: «Padre, glorifica a tu Hijo" (Jn 17,1), nos enseñó con esta acción que debemos elevar muy alto todos nuestros sentidos, nuestras manos, nuestras facultades, nuestra alma, y rezar en él, con él y por él. He aquí la obra más amable y más santa que el Hijo de Dios ha hecho aquí abajo: adorar a su Padre muy amado. Pero esto sobrepasa en mucho todo raciocinio, y no podemos de ningún modo alcanzarlo y comprenderlo, si no es en el Espíritu Santo. San Augustín y san Anselmo nos dicen sobre la oración que es "una elevación del alma hacia Dios "...

        Sólo te digo esto: libérate, de verdad, de tí mismo y de todas las cosas creadas, y levanta tu alma a Dios por encima de todas las criaturas, en el abismo profundo. Allí, sumerge tu espíritu en el Espíritu de Dios, en un verdadero abandono..., en una unión verdadera con Dios...

 Allí, pide a Dios todo lo que quiere que se le pida, lo que deseas y lo que los hombres desean de ti. Y ten esto por cierto: lo que es una insignificante moneda frente a cien mil monedas de oro, lo es toda oración exterior frente a esta oración que es unión verdadera con Dios, este derroche y esta fusión del espíritu creado en el Espíritu increado de Dios...

        Si se te pide una oración, es bueno que la hagas de modo exterior como se te ha pedido y como lo prometiste. Pero, haciendo esto, conduce tu alma hacia las alturas y a tu desierto interior, empuja allí todo tu rebaño como Moisés (Ex 3,1)... "Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad " (Jn 4,23). 

En esta oración interior se unifican todas las prácticas, todas fórmulas y todos los tipos de oración que desde Adán hasta hoy se han ofrecido y que serán todavía ofrecidos hasta el último día. Llevamos todo esto a su perfección en un instante, a través de este recogimiento verdadero y esencial.

Juan Taulero (v. 1300-1361), dominico en Estrasburgo 
Sermón 15, Vísperas Domingo de Ramos 



viernes, 3 de febrero de 2012


Nos dedicaremos a la oración.


¿Cómo orar?

 La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías (que es el Cristo), está por venir; cuando venga nos enseñará todo.»  Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»Jn 4. 25-26

Cuando los apóstoles quisieron aprender a orar buscaron a Jesús, no fueron a buscar libros, o a los Maestros de la ley, para que les enseñaran, ellos fueron a la misma Fuente, buscaron al Maestro, al Señor.
Por eso nosotros también para aprende a orar necesitamos ir a la Palabra,  a Jesús, y pedirle nos enseñe a orar, “El nos enseñará todo”.

Jesús nos lo enseña dialogando, Ese soy yo, el que habla contigo,   El habla con nosotros, por eso si no sabemos cómo orar,  El nos lo enseña, a orar se aprende orando.

En el diálogo amoroso sencillo, profundo tierno, Jesús nos va enseñando que para orar hay que empezar tomando conciencia de su presencia, ¿para qué?, no es igual empezar a dialogar con una persona, que con Dios,  necesito hacer silencio y pedirle al Espíritu Santo me haga tomar conciencia de su presencia, para alabarle, para adorarle, para amarle, porque orar es una relación de amor, es la unión de dos personas que se aman.

No es leer la Palabra fríamente ni tratando de sacar solamente los frutos, ellos se darán de por sí, lo principal es entrar a la oración amando, y este amor si es poco,  la misma oración lo hará crecer poco a poco, no hay prisa, porque desde que empezamos, poniendo el esfuerzo, el empeño en querer dialogar con Él, el Señor pone de su parte todo.

Cuando nosotros oramos, repito, nos ponemos primero en presencia del Señor, para tener conciencia de que estamos ante una Persona, y que además no es cualquier persona, es Alguien que nos ama. La actitud que debemos pedir  para orar entonces es el Amor…que me acerque a ti Señor con un corazón abierto, libre, vació y desapegado de todo, para que Tu entres y lo llenes de Ti, de tu Presencia que es Amor.

Lo que le llevemos el Señor lo va  a llenar, si le presentamos un dedal por ejemplo eso lo llenará, si le presentamos una cisterna o una represa eso lo llenará, depende de nosotros el llenarnos de su amor, El está dispuesto siempre a darnos todo lo que le pidamos.
Señor llena mi corazón de Amor por ti y por mis hermanos, dame una medida rebosante, para poder amar como Tú amas.

No puedo acercarme a orar, si no estoy dispuesto a perdonar, si no me he reconciliado con alguien primero, si no estoy dispuesta a aceptar a alguna otra. Cuando el Señor que es el Amor quiere entrar a mi corazón, viene con todos, con el que me cae mal, con el que no me agrada, si no le dejo entrar a ellos, tampoco le dejo entrar al Señor a mi corazón, porque mi corazón solo tiene una puerta.

Cuando oramos es para crecer en el amor, “Es necesario que él crezca y que yo disminuya”.  Juan 3,29

Que el Señor crezca en nosotros hasta poder decir “ya no vivo yo es Cristo quien vive en mí”-
Pidamos a nuestra Madre nos enseñe a preparar nuestro corazón para recibir la Palabra que viene a cargar nuestro corazón de amor para compartirlo y repartirlo a nuestros hermanos.
Dios nos bendiga.
 Nila