viernes, 27 de setiembre de 2013

En los momentos más difíciles salir de sí mismo y pensar en los demás.


 Juan 15,13: Rom 13,10
Buenos días Señor, gracias porque darme la oportunidad de compartir con mis hermanos nuestros diálogos, salir del horno de tu amor, de ese horno calientito del encuentro contigo, para compartir el pan de tu Palabra.

Jesús nos dice esta mañana que No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos. El sabe que vivimos buscando el amor, ser felices, pero que los problemas, las penas, el dolor, las contrariedades, la enfermedad, el sufrimiento  se nos cruzan a diario en nuestra vida, son parte de ella  y son difíciles de superar;  Jesús sabe que fácilmente caemos en la desesperanza o en la depresión, que  buscamos formulas para no sufrir y  que en el mercado hay una cantidad de, ofertas para olvidarnos del sufrimiento, pastillas, entretenimientos, viajes, etc,  pero que nos calman solo un rato, porque solo son paliativos, cosas que adormecen o distraen pero no curan, ni resuelven nada.

Por eso  se acerca a nuestra vida, nos busca para hablarnos como amigos, ustedes son mis amigos, necesitan amar como yo les amo a ustedes, el amor cuando es grande, saca de sí mismo, te hace mirar que hay otros que están sufriendo también, o igual o más que tú que necesitan y están esperando a alguien que les ayude a afrontar aquello que les pasa, porque no saben aun como vivirlo,  el amar te cura.

Nosotros somos los amigos de confianza de Jesús, a quienes enseña, ahora, que necesitamos llenarnos de su Amor cada día, crecer en su amor para que con ese Amor con que Él nos ama salgamos al encuentro de nuestros hermanos necesitados.

Recuerdo que cuando falleció mi esposo hace poco más de tres años, a pesar de mi fe, de creer en la Vida eterna, tenía una tristeza muy grande, ya había pasado una semana más o menos del funeral,  entonces en oración  le pedí al Señor que me ayudará, y casi inmediatamente me llamó una persona para que vaya a visitar a su amiga porque su hijo había fallecido de un infarto en un crucero. Y esta fue la mejor medicina para mí volver a vivir la misión salir de mi misma para  orar   preguntándole al Señor que le voy a decir a la señora, como se lo iba a decir.
Estamos hechos para dar una Buena Nueva en la vida de las personas, esa es nuestra esencia, estamos hechos para amar, no para quedarnos en nosotros mismos, todo lo que nos pasa tiene un sentido misionero, es para algo, para dar,  para amar, amar es consolar al triste, dar al que necesite, es salir de uno mismo para darse a los demás para entregarse. 

La clave es auto-trascender, salir de nosotros,  porque cuando ponemos nuestra mirada en nosotros mismos, nos centramos en nuestra persona,  tendemos a auto compadecernos, damos vueltas y vueltas a nuestro problema, con cierto grado de masoquismo si se quiere, pareciera que nos gusta sufrir, el sufrimiento hunde, nos anula porque entonces no vivimos para lo que Dios nos ha destinado, para dar vida. En mi experiencia de vida actualmente esta Palabra es eficaz porque en momentos de dificultad,  me ayuda mucho llamar a alguien y preguntarle como está, y casi siempre esa persona dice:”justo necesitaba esta llamada”, las misioneras me enseñaron que curando a otro te curas tú, esa es la verdad,  como dice Pablo, el amor es la ley perfecta,  el amor siempre hace bien al prójimo.

Si hacemos el esfuerzo para salir de nosotros mismos, buscando, llamando por teléfono, visitando al que está solo o enfermo, estaremos anteponiendo la vida de los demás a nuestra propia vida entonces hallamos nuestra vida, nuestra misión, viviremos nuestra identidad lo que somos en realidad enviados del Padre, amigos de Jesús que queremos amar como El, con su mismo amor, eso nos hace salir de nosotros mismos.

“El que antepone a todo su propia vida, la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará”. Mt 10,39

Pedirle en los momentos de mas necesidad Señor ¿qué  es lo  que necesitas de mi?, en lugar de pensar que es lo que necesito yo, nos saca de nosotros mismos pensar en los demás, en alguien que también está pasando lo mismo que yo, sin trabajo, sin dinero, frustrado,  y salir a darle esperanza, orar juntos, darle la Palabra hacerle sentir acompañado.  Esa es nuestra tarea en esta vida, si no la vivimos nada tiene sentido.

Jesús salió de sí mismo en Getsemaní cuando  sintiendo “una tristeza de muerte” porque le había traicionado Judas, porque nadie le comprendía y hasta le  buscaban para matarlo,  le rogaba en medio de sollozos, al Padre “Si es posible que esta copa se aleje de mi” Mt 26,39;  (Hebreos 5,7) pero salió de sí mismo cuando dijo “pero que no se haga lo que yo quiero sino lo quieres tu” El sabía que  la voluntad del Padre, era conseguir nuestra salvación, y  en esos momentos vivió sus palabras “no hay Amor más grande que dar la vida por los amigos”  a pesar de la angustia de muerte que sentía,  fue al monte de los olivos a entregar la vida por nosotros sus amigos a quienes ahora encarga su misma misión. Amar es dar la vida por los amigos.

 Gracias Señor porque nos has enseñado la manera  perfecta de amar, Amar como tú nos has amado, ser amigo verdadero, que amar es dar la vida para tener Vida: para tenerte a Ti y permanecer en tu Amor.

Gracias también Señor por la vida del Padre Juan Luis, que con su ejemplo de vida, nos enseñó  el camino Perfecto del amor, que si es posible vivirlo, porque a pesar de su enfermedad, de sus problemas que tenía, siempre le encontrábamos con la misma dulzura en su manera de tratar, siempre viviendo la Palabra acogiéndonos como el Padre misericordioso.
 Gracias Mamita María porque nos amas olvidándote de ti misma, de tu dolor, de tus penas, para darnos a tu único Hijo para que no salve gracias Madre Santa, ruega por nosotros para que tengamos un corazón desprendido que ame como Jesús que piense en el prójimo más que en sí mismo.

Dios nos bendiga.


Nila

viernes, 20 de setiembre de 2013

La Confirmación nos da la fuerza para vivir una vida comprometida y de participación.


“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran”. (Hech 2,1-4)
Señor te doy muchas gracias por tu invitación a orar los sacramentos,  por profundizar en cada Don que nos concedes para poder alcanzar la Vida eterna, Padre Bueno y  Misericordioso, sin merecerlo nos devuelves  la Gracia de ser tus hijos y más aun el poder participar en la obra de la salvación por medio del Espíritu Santo derramado en nosotros. Ayúdanos a seguir meditando  en esta semana el Sacramento de la confirmación para que salgamos mejores apóstoles de Cristo, más robustecidos espiritualmente para vivir una vida comprometida y de participación como auténticos soldados de Cristo para seguir proclamando tu Palabra  y defendiendo nuestra fe.

Al preparar las pautas recordaba que antes de conocer la comunidad y conocer la Palabra de Dios, no sabía que significaba el Sacramento de la confirmación “en mi vida práctica”,  para mí era solamente un Sacramento  que tocaba recibir por tradición, porque así tenía que ser y nada más.
Pero al conocer que por este Sacramento el Espíritu de Dios se ha derramado en mí, que Jesús a través de mi vida quiere seguir tocando a los enfermos, a los ciegos, a los tullidos, a los que se creen que no son nada, a lo que están esclavos y oprimidos por el pecado, o por la ignorancia fue para mí como un amanecer, despertar y encontrar la luz: Mi vida es para Dios, es para participar en el Plan salvífico de Cristo y de la Iglesia, que alegría, que significativo para mi vida el saber a Quien contiene este Sacramento y para que lo he recibido.
El Catecismo me ayuda a ilustrar mas lo que quiero decir: “El sacramento de la confirmación nos hace  enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer mas sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de nuestra fe acompañada por las obras”. (Cat 1316)

Los apóstoles antes de recibir su confirmación, eran personas muy inseguras, muy temerosas y ese día de Pentecostés cuando  de repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,  y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.  Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.

Desde ese día, ellos empezaron a hacer Iglesia, empezaron a vivir su misión, Jesús les había dicho que iban a ser  sus testigos y les envío la fuerza para serlo;  el  Espíritu santo que les llenó,  les dio la capacidad de salir y hablar a mas de cinco mil personas, de confesar que conocían a Jesús, de defender al que antes habían negado  o abandonado a su suerte.
 Ahora  anunciaban su vida, su misión, su muerte y su resurrección, todo el Plan de Dios, sin importarles los riesgos: que fueran arrestados, apedreados, insultados, tratados de “borrachos”,  mucha gente les oía hablar en su propio idioma, y decían. “pero estos, son todos de galilea y  ¡Miren como hablan!”

Así también a nosotros el Espíritu Santo nos va dando fuerza para defender nuestra fe, dejando atrás la vergüenza,  el miedo a quedar mal, a que nos critiquen- porque ser testigo cuesta- hasta perder amigos y familia, que te borren de sus listas, que no te tomen en cuenta, que la familia inclusive se burle de ti. Hasta dirán de nosotros ¿pero esta o este  no era así? y  ¡Miren como hablan!

La Confirmación no da la fuerza para vivir una vida comprometida, y de participación,  hemos sido  ungidos y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad y edificar Iglesia y por esta Gracia recibida es que buscamos estar unidos a la Palabra, es que queremos orar, El Espíritu Santo propicia esta necesidad en nuestro corazón,  porque sabe que necesitamos una  fuerza sobrenatural que nos restaure diariamente,  que nos renueve espiritualmente  y nos fortalezca  para luchar contra las cosas del mundo  y con lo que llevamos en  nuestro interior como seres humanos, porque el combate es duro  nos desgasta, no es fácil llevar una vida comprometida, así como no lo fue para los Apóstoles que sufrieron torturas, contradicciones, etc  en medio de su misión, inclusive surgían las diferencias entre ellos, los malos entendidos, pero todo lo superaban manteniéndose unidos en la oración, el Espíritu Santo que es el que lleva adelante a la Iglesia les guardaba sus corazones, les daba luz, les hacia seguir el Camino a pesar de sus muchas diferencias porque habían sido elegidos para continuarla misión de Jesús hasta las últimas consecuencias, hasta el extremo como lo hizo El.

La oración diaria es para decirle Si a  Jesús y no al pecado y a la tentaciones que nos quieren hacer aflojar en nuestra misión. La oración nos hace tener el corazón atento, despierto,  la conciencia afinada para escuchar la voz del Señor, para dejarnos guiar, nos entrena como buenos soldados de la fe para seguirle fielmente a Jesús a pesar de…

La Confirmación, el compromiso efectivo en nuestras vidas, siempre será desde el amor, cuando nos enamoremos de la misión,  podremos vivirla más comprometidamente, podremos tener  fuerza para serle leales como nunca lo hemos sido en la vida, más fieles, para no volver atrás, a desandar el camino, sino siempre mirando adelante, aunque muchas veces caigamos, El nos levantará, por el Sacramento que hemos recibido se ha comprometido con nosotros, el nunca nos va  dejar solos para continuar con su ideal de ir a todos los pueblos, a todas las personas, a todos. Qué bonito Señor, que seguridad nos da el saber  que por este Sacramento, Tú habitas en nosotros para hacernos permanecer contigo, para seguir juntos edificando nuestra Santa Iglesia.

 Mamá María, derrama tu gracia en nuestros corazones, para poder ser fieles a este compromiso de nuestra confirmación, ser soldados de Cristo para defenderle y conquistar muchos corazones para el Reino.

Dios nos bendiga.

Nila


sábado, 7 de setiembre de 2013

El Espíritu del Señor me guía como guió a Jesús.


Lucas 4,18-19;  Isaías 61, 1-2

“¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! ¡Si, Yavé me ha ungido!  Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes,  para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz.  Para publicar el año de gracia de Yavé”, Isaías 61, 1-2

Esta mañana al empezar a preparar las pautas le daba gracias al Señor por este amanecer, gracias por la alegría de saberme su enviada, la certeza de que al despertar, mi vida tenga un sentido tan claro, tan esencial, porque ese sentido va a dirigir mis pasos, lo que piense, lo que diga, mis trabajo de este día, mis actitudes, mis decisiones: Tengo una Misión, y es la misma misión de Jesús, su mismo Ministerio, trabajar para la salvación de mis hermanos.

Por eso Señor, quiero pedirte que envíes tu Santo Espíritu, para que en este rato de oración me ensanche el corazón, para amar como Tú amas, para servir como lo haces Tú mi Buen Jesús, quiero a vivir este día y cada día con esa misma fuerza que recibiste en el desierto, en ese retiro de 40 días, a donde el Espíritu te fue guiando, y saliste lleno de su Poder para anunciar:

 “¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! Él  me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos  y proclamar el año de gracia del Señor”. Lucas 4,18-19

Qué bonito es escuchar a Jesús, que viene a nuestra vida con un Mensaje de Salvación, con la Buena Noticia que muchos estamos necesitando,  yo le sentía claramente su voz que  con tanta alegría viene a decirnos que nuestro Padre Dios le ha enviado, que  no es indiferente al llanto de sus hijos, a los que están ciegos y van equivocados por la vida porque no le conocen, que Él ha escuchado el clamor de su pueblo, de los cautivos, de los tristes y desconsolados, de los oprimidos, de los desterrados, de los que están en las cárceles, de los enfermos, de los que tienen hambre de amor, hambre de justicia.
A veces pensamos que nuestra vida no le importa a nadie, pero a Dios no le pasa desapercibido nada de los que nos sucede, lo que nos hace sufrir Dios lo siente primero, así como un padre sufre cuando ve al hijo triste o enfermo con el corazón herido, mucho más sufre nuestro Padre Dios por nosotros, por eso envía a Jesús y por eso Jesús nos envía a nosotros.

Somos enviados para decirle a nuestros hermanos que el Señor esta cerca de los humildes, de los que lo reciben con fe, que El quiere darnos la plenitud, la felicidad que tanto buscamos,  la Vida abundante que nos ha prometido, no es suficiente creer en Dios, tener fe como quien posee algo,  El nos ha llamado para curar nuestras heridas, para hacernos libres y para hacernos sus  discípulos- misioneros enviados para que su Plan de salvación se realice en la vida de todos; somos relevos de Jesús, enviados con la misma misión, guiados con el mismo Espíritu que le guió a Él.
Somos la Buena noticia para los que sufren, se acabaron el llanto, el duelo, las penas, la esclavitud de vivir preocupados por el dinero,  la ropa, por las cosas materiales,  sufriendo porque no las tenemos, oprimidos por las deudas de las tarjetas de crédito, ¿cuántas cosas que compramos las necesitamos realmente?, sufrimos el stress que nosotros mismos generamos porque no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, que nos enseña a vivir con trascendencia, para las cosas de Arriba  (Col 3,1).

Nuestro Padre Dios nos ha hecho para ser felices viviendo unidos a Él, por eso nos reclama, por eso nos llama a la oración, para estar a solas con Él, tal  como lo hacía Jesús, allí en ese diálogo profundo y amoroso con el Padre encontraba el camino por donde tenía que ir. “Porque yo he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la  voluntad del que me ha enviado” (Jn 6, 38), “Jesús buscaba siempre lugares solitarios donde orar” (Luc 5,16)

Recuerdo que pasé la mayor parte de mi vida sin saber  el propósito de mi vida, tenía una vida “normal” como todo el mundo, pero que iba a medias siempre faltaba algo, siempre se aparecía  el vacío, por eso cuando conocí la Comunidad Verbum Dei, y me hablaron de mi identidad verdadera y de mi misión en la vida, me hicieron descubrir la Verdad, el sentido de mi existencia; a través de la Palabra que es Luz encontré la Plenitud, descubrí que habitaba dentro de mí Alguien,  un Espíritu que quería guiarme, para cumplir mi destino, ser Palabra de Dios, continuar la misión de Jesús. No hay alegría más grande que dar la Vida de Dios a nuestros hermanos que sufren.
Por eso te pido Señor, no permitas que nunca me separe de ti y de la misión que me has encargado, que te escuche cada mañana, que me deje guiar por ti y no por mis sentimientos pensamientos, preocupaciones que generalmente lo que hacen es inquietarme y dirigirme por otros caminos.

Madre Santísima ruega por nosotros para que llenos de alegría, retomemos este llamado cada mañana y a cada momento, perseveremos en el Anuncio, que sea el centro de nuestras intenciones en todo lo que realicemos, que seamos dóciles al Espíritu Santo dejándonos guiar por Él.

Dios nos bendiga.
Nila