domingo, 26 de marzo de 2017

Encontré al Amado de mi alma: El Señor con su Palabra abre nuestrosojos para Ver...

Encontré al Amado de mi alma: El Señor con su Palabra abre nuestrosojos para Ver...: El Señor con su Palabra abre nuestros ojos para Ver 1Sam 16,1b.6-7.10-13a; Sal 23,1-6; Ef 5,8-14; Jn 9,1-41 Queridos hermanos en Cris...
El Señor con su Palabra abre nuestros ojos para Ver
1Sam 16,1b.6-7.10-13a; Sal 23,1-6; Ef 5,8-14; Jn 9,1-41

Queridos hermanos en Cristo, estamos ya en la cuarta semana, de nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua de Resurrección y es importante  recordar que cuaresma es un camino de conversión, es tiempo de oración, de vivir escuchando cada día la Palabra de Dios, que nos abre los ojos para ver, para descubrir la Luz, ¡para alegrarnos porque el Señor viene a sacarnos de nuestras tinieblas!

En el Evangelio de hoy, me llamaba mucho la atención, cuando Jesús se acerca a un hombre ciego de nacimiento y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado para que esté ciego: él o sus padres?» 

Porque esa manera de pensar la tenía el pueblo judío por su religión, y muchos de nosotros también ahora seguimos pensado así;  justamente hace unos días ante los desastres naturales tan terribles que están pasando nuestros hermanos, una señora me decía, “Yo creo que Dios está molesto con nosotros por tanta violencia, tanta maldad que  hay en el mundo y nos está castigando”, y quizás pasa que cuando nos  ocurre algo malo, una enfermedad, o  la pérdida de un ser querido  creemos también que estamos pagando la culpa de algún antepasado o nuestra propia culpa por nuestros pecados.

Pero qué bueno que la Palabra nos viene a abrir los ojos hoy día, nos viene a dar luz,  “Jesús respondió: «No es por haber pecado él o sus padres, sino para que unas obras de Dios se hagan en él, y en forma clarísima.”

La obra de Dios se quiere revelar en esas situaciones de crisis, Jesús se hace presente allí, para hacernos saber que no estamos solos, nosotros muchas veces somos los que provocamos las desgracias de muchas maneras, pero Dios envía a su Hijo, a Jesús Palabra de Dios, para que haga su obra, en nuestra vida, le conozcamos y a través de esas situaciones podamos acudir a Él y salvarnos.

Por eso Jesús dice “Mientras es de día tenemos que hacer la obra del que me ha enviado; porque vendrá la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.   Dicho esto, hizo un poco de lodo con tierra y saliva, untó con él los ojos del ciego y  le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir el Enviado).» El ciego fue, se lavó y, cuando volvió, veía claramente.

Lo que dice Jesús lo hace inmediatamente, Él se pone a trabajar en la salvación de este hombre, su ceguera es motivo para que conozca a Jesús, para que naciera de nuevo, para que se convierta y crea en Él porque el símbolo del lodo en los ojos, es para reconocer que somos barro, pero si nos lavamos en la piscina del Enviado, en la Palabra de Dios, vamos a poder ver, y claramente! Jesús viene a abrirnos los ojos de la fe. Con Jesús se produce un nuevo nacimiento y solo los que creen se salvaran. (Jn 3,16)

Pero veía lo que sucede entre la gente, entre los fariseos, que al ver a este hombre curado, se producen muchas controversias, muchas discusiones, se hace todo un conflicto,  los vecinos no creen que se haya curado este hombre de su ceguera, piensan que es otro, y lo llevan a  los fariseos, que lo primero que hacen es ponerse en contra de Jesús porque ha realizado un milagro en día sábado, día del Señor, y estaba prohibido según sus tradiciones religiosas.
Se niegan a creer inclusive que este hombre haya sido ciego, llaman a sus padres y les interrogan.
Lo que más me llama la atención es que se apegan tanto a ley que no les importa que este hombre ya vea, no les alegra, no sienten nada, porque están tan ocupados, en que Jesús haya roto sus normas.
Lo bonito es que este hombre después que ve, y a pesar de su poca fe, sabe defender a Jesús, se da cuenta de la diferencia entre los fariseos cegados por su religión y la actitud de Jesús hacia su vida…los fariseos lo llegan a expulsar del templo y Jesús sale a buscarlo cuando está solo, y le  preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?". El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?".  Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando". Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él. 
Este hombre no solo recibe la vista física, sino que  también puede ver a Jesús, como su Señor y creer en El, como lo confiesa.

Jesús hoy día nos quiere abrir los ojos para convertir nuestro corazón, para  darnos cuenta que muchos también tenemos la ceguera de no ver en el otro un hermano, ver lo que le pasa, lo que siente y mas allá de las apariencias, ver su corazón, sus razones, para poder comprenderlo…a veces tiene que estar muy grave para recién preocuparnos… “Dios no ve las cosas como los hombres : el hombre se fija en las apariencias pero Dios ve el corazón” (1 Sam 16,7) examinemos hoy día como vivimos en relación con las personas de nuestra familia, en nuestra comunidad, con los compañeros de trabajo, o de estudios…   
Jesús viene a poner el valor del hombre por sobre todas las cosas, por sobre el sábado, por sobre las leyes. Jesús quiere iluminar nuestro corazón, hacerlo sensible, al sufrimiento del hermano sea físico moral, para que vivamos desde la Ley del Amor, que la Palabra tenga más peso que las normas, que sea nuestra única Ley, Jesús viene como nuestra luz “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Para que vivamos nosotros también siendo luz para nuestros hermanos, mientras estemos en este mundo.

En el libro de Efesios, san Pablo nos exhorta a vivir como hijos de la Luz,
“En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.» Efesios 5,8-14

Recordar de donde nos sacó Dios, en que tinieblas estábamos, como se fijó en nosotros, con que Amor  se dedicó a curarnos, nos hará despertar, abrir bien los ojos para tener la Luz de Cristo como nuestra norma…me acuerdo siempre de lo que nos dijo el Papa Francisco en Quito, en la reunión con los consagrados en el Quinche: “Nunca se olviden de donde los sacó Dios” recordar todo ese proceso con nuestra vida nos ayudará a despertar a ser humildes, mas fraternos,  para salir de nosotros y ver al otro con el mismo amor;  a no pensar más en nosotros, más en las reglas, en los errores de las personas  que en ellos mismos.

Que María nuestra Madre, nos acompañe en la oración, nos ayude a despertar, a reavivar nuestra fe, para poderle decir al Señor: gracias por curarme de mi ceguera, por  sacarme de las tinieblas, y pedirle nos ayude a hacer de nuestra vida  luz para ayudar a nuestros hermanos.

 Preguntas que nos pueden ayudar en nuestra oración personal:

1.¿Hasta qué punto yo pienso también que los sufrimientos de las personas son por pecados personales o generacionales? ¿He caído también en esta forma de pensar que no es el pensar de Dios?
2.En mi cotidiano vivir, para mí que es más importante: ¿las normas, rituales o las personas concretas?

3.¿Acepto los cambios en mi vida de acuerdo a la Luz de la Palabra?, ¿me abro a la fe como este hombre que se deja tocar por Jesús y se convierte y le reconoce como su Señor?

Nila