sábado, 25 de agosto de 2018

“SEÑOR, ¿A QUIÉN IRÍAMOS? TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA”



Buenos días querida Familia, dándole gracias al Señor por el regalo de la fe, nos ponemos en su presencia para escuchar el Santo Evangelio según San Juan, 6, 60-69

Así habló Jesús en Cafarnaúm enseñando en la sinagoga.  Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: « ¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?»
 Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo:
« ¿Les desconcierta lo que he dicho?  ¿Qué será, entonces, cuando vean al hijo del hombre subir al lugar donde estaba antes? el espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida.  Pero hay entre ustedes algunos que no creen. Porqué Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar.   y agregó: «como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» a partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.  Jesús preguntó a los Doce: « ¿quieren marcharse también ustedes?» 
Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios.» Palabra de Dios.

Al empezar la meditación del Evangelio, pidamos al Espíritu Santo el regale de poder escuchar a Jesús y acoger  sus Palabras en nuestro corazón, con mucho amor y humildad y sobre todo con mucha fe.

El Evangelio de hoy día el Señor nos invita a renovar nuestra fe, adherirnos a Él con todo nuestro ser, creer que  en su Palabra encontramos la Vida eterna.     
Hoy al ver que muchos de sus discípulos criticaban su Mensaje, yo pensaba que esos discípulos seguramente habían estado siguiendo a Jesús por sus milagros, por la multiplicación de los panes, por algún interés personal, político tal vez…pero no le querían, no creían en El,  por eso  cuando Jesús les habla de una unión más íntima, cuando les dice: Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.   Ellos se desconciertan, dicen “este lenguaje es muy duro” ¿Quién querrá escucharlo? y empiezan a abandonarle porque Jesús no responde a sus expectativas, no es como ellos quieren.

Aun ahora a muchos se nos hace difícil a veces entender a Jesús, cuantas personas lo escuchan,  en la  Misa por ejemplo, cuando se proclama la Palabra , pero no cambiamos nuestra vida, resulta duro seguir a Jesús porque significa  sacrificar la carne, nuestra parte humana, renunciar a lo que acostumbramos hacer o decir que muchas veces son cosas que no dan vida, no nos ayudan a crecer como cristianos,  por  eso Jesús nos  está invitando ahora a vivir de una manera espiritual,  que el Espíritu sea quien inspire nuestra manera de vivir “el espíritu es el que da vida la carne no sirve para nada,  las palabras que les he dicho son espíritu y vida”.  

 El que es espiritual puede entender lo que Jesús ha querido decir, entonces le preguntaba a Jesús   ¿cómo podríamos ser más espirituales?   Viviendo con Jesús, alimentándonos de Él, de su Cuerpo y su Sangre, en la Eucaristía, escuchando su Palabra en la intimidad de la oración diaria, confiando en Él,  amándole, y aunque no le entendamos muchas veces, permanecer en Él, creer que solo en El puedo tener todo lo que mi corazón ansía, todo lo que necesito para vivir. 
Estos momentos que está viviendo Jesús con sus discípulos y los Doce son cruciales Jesús esta poniéndoles a elegir, entre seguirle o dejarle. Jesús sabe quienes creen en El, quienes no, pero siempre nos dará  la libertad de elegir.


Jesús preguntó a los Doce: « ¿quieren marcharse también ustedes?» Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? tú tienes palabras de vida eterna

Pedro realmente amaba a Jesús, aunque no comprendía muchas veces su Palabra, él lo quería, ya no podía dejarlo;  en seguirle, en estar a su lado había encontrado la Vida verdadera, su felicidad, su plenitud, el sentido de su vida, la salvación, su misión en la vida.

Seguramente Pedro como muchos de nosotros, antes de conocer a Jesús había experimentado la vida vacía, o llena de proyectos de la carne, pero que no le llenaban, que le dejaban igual que al comienzo;  por eso cuando conoció a Jesús, en ese trato de amigos, de estar todos los días viviendo la misión, escuchando sus respuestas a los fariseos que le atacaban, su llamado a los pecadores, se juntaba con ellos, su vida humilde, sencilla, sus milagros,  reconoció que Él no era como todos, por eso  no quiere dejarle y le dice también. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios.» creemos que Tú eres el Hijo de Dios.

Que Gracia tan grande   es creer en Jesús, Que hoy día nuestra oración,  nuestro encuentro con Jesús, nos lleve a renovarle nuestra fe,   renovarle nuestro amor, nuestro deseo de permanecer con Él, convencernos que el Evangelio no es duro, sino todo lo contrario, su Palabra  es el Camino, la Verdad y la Vida, es Libertad, es Paz, es Amor, lo es todo!
Madre santísima ruega por nuestra fe, por nuestra vida de oración, que no dejemos nunca de escuchar a Jesús en toda circunstancia y momento de nuestra vida.
Que tengamos un feliz domingo en familia, lleno  de Paz y Amor, bendecido por el Señor.