martes, 13 de setiembre de 2011

Con ella esperamos la resurrección de multitud de hermanos.


Le doy gracias a Dios por todo este tiempo de Gracia que nos regala para conocer más a María como Fuente de nuestra espiritualidad, porque aunque creamos que ya la conocemos, nunca será bastante seguir meditando en ella y en lo que significa para nosotros que sea nuestra Madre, experimentar su compañía, su ternura, su cariño inagotable, y recibir de ella todos las regalos que tiene reservados para nosotros como Mediadora de todas las Gracias

La Palabra que vamos a orar ahora es de Juan 17, 15-21

“No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos mediante la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me has enviado al mundo, así yo también los envío al mundo; por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.”

Siendo María co-rredentora, co-salvadora, todo lo que hace y dice el Hijo, lo hace y dice la Madre, así experimentaba en estas palabras la oración de María por su pueblo que somos todos nosotros, consagrándose, ofreciéndose en sacrificio, rogando al Padre por todos, para que entremos en este Misterio de Comunión; María pide al Padre por los que creerán por nuestra prédica, por todos los del presente y los del futuro.

María madre de toda la Humanidad, permanece intercediendo por sus hijos….entregándose para vernos unidos, viviendo en comunión y fraternidad….Padre “Consagralos mediante la Verdad: tu Palabra es la Verdad ”… “ Por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad”

Y allí sentía tanto el amor de Madre de María...consagrándose hasta el final, ofreciéndose como sacrificio no solo por nosotros sino por los todos que escucharan su Palabra, por todos los que esperan la salvación.

El Señor nos dejó a María, pudiendo llevársela con Él, escogió dejar a nuestra Madre con nosotros en este mundo, un tiempo más, que regalo tan grande para los apóstoles que no teniendo a Jesús como antes físicamente, ahora podían estar con su Madre para continuar la misión que Jesús les había encomendado ayudándoles a dar los primeros pasos en la perseverancia de la oración, de la formación de la Iglesia, que grande y que básico contar con María en ese proceso.

Gracias Madre por asumirnos con todo, por ofrecerte en sacrificio arriesgando tu propia vida. Porque por ser la Madre de Jesús también fue perseguida, pero seguramente que para ella lo único que contaba era continuar la misión de Jesús encomendada por el Padre…“La Palabra tiene que proseguir su carrera” 2 Tes 3,1,

¡Cómo nos asumió María, con que amor! Ofreciéndose al Señor, poniéndose al frente de nosotros ante el Padre, haciéndose una con nosotros…. “Aquí estoy yo y los hijos que Dios me ha dado” Hebreos 2,13.

Y María continua al lado de nosotros, nuestra Madre siempre está pidiendo por nosotros, aunque ya no somos del mundo, hay muchas tentaciones que nos quieren alejar del Señor, ella sin embargo cree en nosotros, a pesar de que le fallamos, de que nos alejamos, Ella obtiene para nosotros la Gracia de ponernos una y otra vez en el camino.

María cuida nuestra consagración ¿De qué modo? María como Fuente de nuestra espiritualidad cuida del carisma Verbum Dei que el Señor nos ha regalado. Ella está en la Palabra que Escuchamos, que Asimilamos, que Vivimos, que Anunciamos.

Cuando escuchamos la Palabra, ella está alejando de nosotros los pensamientos que nos puedan perturbar, cuida que estemos atentos, por eso iniciamos la oración siempre pidiéndole, “ Madre ayúdame a encontrarme con Jesús, a escucharle”; ella está cuando asimilamos la Palabra, cuando nos confronta, para enseñarnos a ser humildes, dóciles en reconocer nuestro fallos y aceptar que lo que me dice Jesús es lo que conviene para mi vida, para la unidad de la Iglesia: el Cuerpo Místico de Cristo; cuando vivimos la Palabra, la Mamá esta cuidándonos, animándonos para cuando se presentan las dificultades no bloquearnos, no hundirnos en pensar que no podemos, ella nos levanta nos enseña a tener confianza en nosotros mismos y en el Poder de Dios; “Nada hay imposible para Dios” cuando anunciamos ella está intercediendo para que el Espíritu Santo ponga palabras en nuestra boca, ella está moviendo los corazones de los que nos escuchan, María siempre está rogando por ellos y por nosotros.

María sigue amando a Jesús en cada uno de nosotros. Cuanta gracia tiene reservada para nosotros, su amor es una Fuente que nunca se acabará, porque es la Madre de Dios, llena de Gracia.

“Ruego por todos los creerán en Jesús por sus palabras”…Madre infatigable, que no se cansa de dase para que nuestro corazón este despierto, alerta, a punto para responder el llamado del Señor, para decirle si como Ella lo hizo; la Madre lo que desea es que nuestra vida ya empiece a dar frutos, a resucitar corazones muertos o adormecidos por las cosas del mundo, hay multitud de hermanos a quienes nuestra Madre añora, son los hijos que aun no están en el Hogar, los que se han alejado, los que han dejado de creer por nuestra falta de testimonio, por el divisionismo, los que esperan vernos unidos en el amor, en una sola esperanza, una misma fe, para creer.

María hizo del proyecto del Padre, el único proyecto de su vida, no hubo nada mas importante para ella, por eso hoy nos invita a hacer lo mismo, que el proyecto de llevar la Palabra, la resurrección, la vida eterna a nuestros hermanos sea lo primero, no sea un “además de” otros que tenemos, sino el prioritario, el que vaya iluminando todo lo demás que hagamos. María nos acompaña porque conoce las dificultades que supone cumplir la misión.

“María vela junto a nosotros en espera atenta de la resurrección; y en todos los traumas de la vida propia y de los hermanos podemos experimentar la mano suave y fuerte, acogedora y firme de María. (Estatutos V.D # 238)

Gracias Padre por darnos a María, porque sabes cuánto la necesitamos, después de ti, Señor, a donde pudiéramos ir, ella es nuestra inspiración, nuestra fuerza y consuelo, en ella siempre encontramos amor, sus brazos siempre están abiertos esperando a los hijos, sin importarle como estemos, porque ella se encarga de ayudarnos a lavarnos de nuestras faltas, de prepararnos, de llevarnos a Jesús.

Gracias Madre porque nunca nos fallas, ¿quién que acudió a ti quedó defraudado? Ayúdanos a vivir el envío con alegría, amarnos unos a otros, consagrarnos junto contigo por la resurrección de multitud de hermanos.

Dios nos bendiga.

nila

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