“Junto a
la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás y María magdalena.” Jn
19,25
La fe es
una Gracia, que todos la tenemos, pero necesitamos desarrollarla, es
decidirnos a estar con el Señor y vivir
con Él, y este estar con Él nos lleva a comprender las razones por las que se
cree. La fe es un acto de libertad y también de responsabilidad.
Nuestra
vida todo lo que hagamos en el día a día es nuestra responsabilidad, la cual viene
de nuestra libertad para elegir como queremos vivir, por eso vivir con fe es un
acto de entrega, de amor de obediencia, de decirle Si a nuestro Señor en cada
elección, en cada decisión.
La fe es un
camino, una peregrinación, un siempre salir, sin saber cómo ni cuándo llegar
pero con la certeza de que un día llegaremos al Descanso, a la Patria
celestial, patria viene de Padre, por eso la fe es un camino de esperanza y de amor, de ir viviendo para
ese destino que nos espera que es la Vida eterna donde nos espera el Amado.
Que
difícil se nos hace muchas veces nuestro peregrinar por esta tierra, y como
nuestro Padre amado sabe que solos no podríamos afrontar esos momentos de
prueba, nos ha dado a María, quien permanece junto a nosotros en esos momentos de
cruz, cuando parece que hemos llegado al
límite de nuestras fuerzas, en que decimos “ya no puedo más”, Ella se pone
junto a nuestra cruz para enseñarnos a estar de pie, nos anima a tener fe, a seguir creyendo, a tener esperanza, a fijar
los ojos en Jesús.
Nos enseña
a creer en que todo lo que nos sucede en esta vida, aun lo más duro, siempre será una oportunidad para desarrollar,
para crecer en la fe, esa fe que ya la tenemos dentro, y solo
espera que le abramos la puerta, que la dejemos salir, decidiendo optar por
hacer lo que Dios nos dice.
Cuando María
aceptó el Plan de Dios tomó la decisión de entregarse a vivir según la Palabra
verdaderamente, con una entrega total sin fijarse o quedarse en las contrariedades cotidianas ella tenia
puesta su mirada en nuestra salvación, María nos enseña por eso a trascender a
los que nos sucede, a mirar “mas allá”, a dar el testimonio de fe que esperan
nuestros hermanos que les contagie que les anime a desarrollar en su propia
vida un camino de fe y de esperanza.
Señor, te
quiero pedir: Ayúdame a optar por ti en todo lo que me toque vivir para no
hacer inútil esa fe que has depositado
en mí, María Madre nuestra, gracias por estar junto a nuestras cruces, por
acompañarnos en nuestro peregrinar por la tierra.
Dios nos
bendiga.
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