El deseo de Dios es que todos sus hijos sean felices. La felicidad brota del encuentro con la misericordia del Padre. Quién a sido abrazado por El, quiere que otros también encuentren este amor sin límites, sin reservas ni medidas que no se cansa, y todos los días sale a esperar al hijo que un día se fue a una provincia lejana... "Estaba aun lejos, cuando su padre lo vio, sintió compasión, corrió a echarse a su cuello y lo besó ..." Lucas 15,20.
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