martes, 5 de julio de 2011

Come, que el camino es largo


Cuando oraba la Lectura de hoy día, al ver al Señor acercándose a Elías, diciéndole que coma, a mi me hacia acordar a nuestros papás cuando insistían en que comamos un buen desayuno para tener fuerzas para trabajar o estudiar en el día, por eso le daba gracias al Señor porque encontraba una vez más su corazón lleno de ternura que se acerca de manera especial al más débil, al que le trata mal la vida, al cansado, al agobiado, al afligido al que ha perdido la esperanza, al que no quiere vivir mas. Nútrenos Señor, aliméntanos. Para salir del desánimo, escapar del desaliento para enfrentar la vida, para tener fuerza y vitalidad.

“Cual la ternura de un Padre para con sus hijos, así de tierno es Yavé (Sal 103, 13).

(1Reyes 19,1-8)

“Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. 2 Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos”. 3 Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. 4 Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!”. 5 Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come!”. 6 Él miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo. 7 Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!”. 8 Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb”

“Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente”

¿Qué le pasó a Elías? ¿Se cansó?.. ¿Por qué tuvo tanto miedo? ¿Por qué estaba tan débil que ya no quiso continuar? ¿Qué le faltó? ¿De qué y de quién tengo miedo yo, hasta el punto de huir a situaciones conflictivas? ¿Es de la crisis que como un enemigo persigue sin tregua nuestra esperanza, haciéndonos vivir con angustia día a día? ¿Tengo fé pase lo que pase? ¿Llega a mis oídos esta palabra de ánimo? ¿Dudo de que tú Señor veas mis situaciones?

“Caminó por el desierto todo un día y se sentó bajo un árbol”

Elías se adentró en el desierto se alejó de todo hasta del muchacho que lo acompañaba, el cansancio, lo lleva a buscar la soledad, aislarse. ¿A quién escuchamos en estos momentos? ¿Tiene más fuerza nuestro sentir o lo que Dios nos dice? ¿Dónde buscamos el apoyo? ¿Bajo qué árboles buscamos cobijo, protección?

Fue a sentarse bajo un arbol y pidió la muerte: «Basta, dijo. Yavé, toma mi vida, porque ya no valgo más que mis padres». Se acostó y se quedó dormido”.

Seguramente muchos nos identificamos con Elías, llegan momentos en que ya no queremos saber de nada, y huimos, aunque no físicamente, pero en nuestro interior el rechazo, el miedo, la desconfianza, es una manera de huir, nuestra falta de fe crea una barrera, nos separa de Dios. “No, yo no puedo”, hemos dejado de mirarle a El para centrarnos en nosotros en nuestras fuerzas.

Elías llega a la conclusión de que él no es capaz de asegurar su vida. Su fallo es creer que Dios tampoco lo puede hacer. Cree que sólo le queda entregar su vida a Dios.

¿Cómo vivimos nosotros las dificultades, las situaciones estresantes que amenazan nuestra paz, nuestra fe en Dios? ¿Nos evadimos de las situaciones difíciles? ¿Cómo?

Un ángel vino a tocar a Elías y lo despertó diciendo “Levántate y come” Elías miro y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras calientes y un jarro de agua, después que comió y bebió se volvió a acostar”.

¿Qué me quieres indicar con estas palabras, Señor? ¿Será que no estoy hecho para la evasión sino para levantarme del desánimo y afrontar las situaciones? ¿Crees tú Señor que me puedo levantar y caminar? Al igual que a Elías, tú Señor me brindas el alimento cálido de tu amistad: el agua que refresca todo cansancio.

“Por segunda vez el ángel de Yavé se le acercó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti”

¿De qué situación quieres que me levante? ¿Hacia dónde quieres que haga camino?

Dios busca e insiste e alimentar a Elías a pesar de él mismo, porque le había dado una misión, y tenía que continuarla. Cuando el Señor nos llama, se queda con nosotros para que se cumpla su Plan. Elías ya no quiso seguir, pero el Señor llegó hasta donde estaba para alimentarlo con Alimento que le iba dar fuerza para volver al punto de donde se había alejado.

“Se levantó pues, para comer y beber y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó hasta llegar al cerro de Dios”

Ojalá Señor, arranques de mí esta decisión firme de dar un paso hacia la amistad contigo y alimentarme de Ti, de tu Amor, de tu Palabra… cuánto lo necesito, cuánto lo necesitan los que me rodean! Enséñame a caminar sostenido por ti y que pueda invitar a los de mi familia, conocidos…. a hacer un camino también de conocerte y seguirte.

Gracias Señor por la confianza que me tienes como a Elías de mandarme otra vez a la gente de la que huía, gracias por alimentarme de tu Palabra, que hace arder mi corazón y que me hace correr a buscarte en la Eucaristía en el Santísimo Sacramento para recibir tu Fuerza que necesito para caminar.

Santa María del Camino ruega por nosotros.

Dios nos bendiga.

Nila

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