viernes, 20 de setiembre de 2013

La Confirmación nos da la fuerza para vivir una vida comprometida y de participación.


“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran”. (Hech 2,1-4)
Señor te doy muchas gracias por tu invitación a orar los sacramentos,  por profundizar en cada Don que nos concedes para poder alcanzar la Vida eterna, Padre Bueno y  Misericordioso, sin merecerlo nos devuelves  la Gracia de ser tus hijos y más aun el poder participar en la obra de la salvación por medio del Espíritu Santo derramado en nosotros. Ayúdanos a seguir meditando  en esta semana el Sacramento de la confirmación para que salgamos mejores apóstoles de Cristo, más robustecidos espiritualmente para vivir una vida comprometida y de participación como auténticos soldados de Cristo para seguir proclamando tu Palabra  y defendiendo nuestra fe.

Al preparar las pautas recordaba que antes de conocer la comunidad y conocer la Palabra de Dios, no sabía que significaba el Sacramento de la confirmación “en mi vida práctica”,  para mí era solamente un Sacramento  que tocaba recibir por tradición, porque así tenía que ser y nada más.
Pero al conocer que por este Sacramento el Espíritu de Dios se ha derramado en mí, que Jesús a través de mi vida quiere seguir tocando a los enfermos, a los ciegos, a los tullidos, a los que se creen que no son nada, a lo que están esclavos y oprimidos por el pecado, o por la ignorancia fue para mí como un amanecer, despertar y encontrar la luz: Mi vida es para Dios, es para participar en el Plan salvífico de Cristo y de la Iglesia, que alegría, que significativo para mi vida el saber a Quien contiene este Sacramento y para que lo he recibido.
El Catecismo me ayuda a ilustrar mas lo que quiero decir: “El sacramento de la confirmación nos hace  enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer mas sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de nuestra fe acompañada por las obras”. (Cat 1316)

Los apóstoles antes de recibir su confirmación, eran personas muy inseguras, muy temerosas y ese día de Pentecostés cuando  de repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,  y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.  Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.

Desde ese día, ellos empezaron a hacer Iglesia, empezaron a vivir su misión, Jesús les había dicho que iban a ser  sus testigos y les envío la fuerza para serlo;  el  Espíritu santo que les llenó,  les dio la capacidad de salir y hablar a mas de cinco mil personas, de confesar que conocían a Jesús, de defender al que antes habían negado  o abandonado a su suerte.
 Ahora  anunciaban su vida, su misión, su muerte y su resurrección, todo el Plan de Dios, sin importarles los riesgos: que fueran arrestados, apedreados, insultados, tratados de “borrachos”,  mucha gente les oía hablar en su propio idioma, y decían. “pero estos, son todos de galilea y  ¡Miren como hablan!”

Así también a nosotros el Espíritu Santo nos va dando fuerza para defender nuestra fe, dejando atrás la vergüenza,  el miedo a quedar mal, a que nos critiquen- porque ser testigo cuesta- hasta perder amigos y familia, que te borren de sus listas, que no te tomen en cuenta, que la familia inclusive se burle de ti. Hasta dirán de nosotros ¿pero esta o este  no era así? y  ¡Miren como hablan!

La Confirmación no da la fuerza para vivir una vida comprometida, y de participación,  hemos sido  ungidos y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad y edificar Iglesia y por esta Gracia recibida es que buscamos estar unidos a la Palabra, es que queremos orar, El Espíritu Santo propicia esta necesidad en nuestro corazón,  porque sabe que necesitamos una  fuerza sobrenatural que nos restaure diariamente,  que nos renueve espiritualmente  y nos fortalezca  para luchar contra las cosas del mundo  y con lo que llevamos en  nuestro interior como seres humanos, porque el combate es duro  nos desgasta, no es fácil llevar una vida comprometida, así como no lo fue para los Apóstoles que sufrieron torturas, contradicciones, etc  en medio de su misión, inclusive surgían las diferencias entre ellos, los malos entendidos, pero todo lo superaban manteniéndose unidos en la oración, el Espíritu Santo que es el que lleva adelante a la Iglesia les guardaba sus corazones, les daba luz, les hacia seguir el Camino a pesar de sus muchas diferencias porque habían sido elegidos para continuarla misión de Jesús hasta las últimas consecuencias, hasta el extremo como lo hizo El.

La oración diaria es para decirle Si a  Jesús y no al pecado y a la tentaciones que nos quieren hacer aflojar en nuestra misión. La oración nos hace tener el corazón atento, despierto,  la conciencia afinada para escuchar la voz del Señor, para dejarnos guiar, nos entrena como buenos soldados de la fe para seguirle fielmente a Jesús a pesar de…

La Confirmación, el compromiso efectivo en nuestras vidas, siempre será desde el amor, cuando nos enamoremos de la misión,  podremos vivirla más comprometidamente, podremos tener  fuerza para serle leales como nunca lo hemos sido en la vida, más fieles, para no volver atrás, a desandar el camino, sino siempre mirando adelante, aunque muchas veces caigamos, El nos levantará, por el Sacramento que hemos recibido se ha comprometido con nosotros, el nunca nos va  dejar solos para continuar con su ideal de ir a todos los pueblos, a todas las personas, a todos. Qué bonito Señor, que seguridad nos da el saber  que por este Sacramento, Tú habitas en nosotros para hacernos permanecer contigo, para seguir juntos edificando nuestra Santa Iglesia.

 Mamá María, derrama tu gracia en nuestros corazones, para poder ser fieles a este compromiso de nuestra confirmación, ser soldados de Cristo para defenderle y conquistar muchos corazones para el Reino.

Dios nos bendiga.

Nila


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