Luc 13, 6-9
Jesús continuó con esta comparación: «Un hombre tenía una
higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo entonces al viñador:
“Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca
encuentro nada. Córtala. ¿Para qué está consumiendo la tierra inútilmente?” El viñador contestó: “Señor,
déjala un año más y mientras tanto cavaré alrededor y le echaré abono. Puede ser que así dé fruto en
adelante y, si no, la cortas.”
Que dignidad tan
grande nos ha dado el Señor al llamarnos a ser sus discípulos y también
misioneros, nuestra vida encuentra ahí
todo el sentido para vivir cada día, toda circunstancia: ya sea el sufrimiento,
el dolor, la enfermedad, todo tiene sentido si lo sabemos vivir en estado de
misión, siendo Buena Nueva, dando frutos
a pesar de las experiencias que estemos pasando.
“Dios nos ha
llamado y consagrado para anunciar la Buena Nueva, de Él hemos recibido gracia y misión, Para que en todas las naciones sea
recibida la fe, para gloria de su
nombre. A estos pueblos
pertenecen ustedes, elegidos de Cristo Jesús” Rom 1, 2.5
Somos
la higuera que el Señor ha plantado en este mundo, Él nos ha creado y nos ha enviado al mundo con una misión:
crecer y dar frutos, esa es nuestra tarea en esta vida y es la de todos sin excepción, sacerdotes,
misioneros, matrimonios, laicos, todos, ¿qué frutos tenemos que dar? ¿Qué
frutos espera el Señor de nuestra vida?
Ser amor, ser su imagen y semejanza, ser Palabra de Dios, discípulos de
Jesús, para hacer otros discípulos
suyos, cumpliendo su mandato: “Vayan y hagan que todos los pueblos Sean mis
discípulos”.
Pero
tal vez el Señor está viniendo a buscar frutos en nuestra vida y no los
encuentra, porque nos hemos dedicado más a lamentarnos de nuestros problemas,
ocupándonos y desesperándonos por las cosas de la tierra sin ver la
trascendencia de nuestra vida, o solamente preocupados en nuestros estudios
para obtener los títulos que necesitamos, o en nuestro trabajo solamente como fuente de ingresos no como lugar de misión, o a cualquiera de nuestros intereses personales… que son muy
importantes, pero que no tienen que
estar separados de la misión, porque lo que Él nos pide es que integremos el
ser discípulos misioneros en nuestra vida diaria, dar frutos en el trabajo, la
universidad, la familia, las relaciones sociales.
Dijo
entonces al viñador “Córtala… Pues no sirve ¿para qué ocupa la tierra
inútilmente?”
Señor
perdóname por no haber dedicado el tiempo,
las energías, ni mi voluntad para
ocupar la tierra debidamente cumpliendo mi misión. Una y otra vez vienes
a buscar fruto y yo sigo viviendo como una higuera estéril, buscando ser feliz a mi manera, con lo que yo
pienso que es bueno para mí, sin buscar tu voluntad para dar los frutos que
necesitas de mi vida dispersándome en
otras cosas.
“Examíname Señor, fíjate si voy por mal
camino” (Sal 139) ¿Ocupo la tierra
inútilmente?, en mi familia, en mi comunidad, ¿Qué frutos estoy dando?, de
repente frutos amargos, frutos de indiferencia, de egoísmo, de una vida
inmadura, incoherente, ¿en dónde está puesto mi corazón, en la misión o en la
preocupación por el dinero? ¿Creo en tu providencia? ¿Confío en ti para llevar
a cabo mi ser discípulo misionero?
Pero
él contestó: Señor, déjala un año más, así tendré tiempo para cavarle alrededor
y echarle abono”
Las palabras de Jesús abogando por nosotros denotan tanta Misericordia,
¿tanto nos amas Señor?, Así es el amor,
espera lo mejor del otro, es misericordioso, olvida lo malo... Perdura a pesar
de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará. 1Cor 13,4-5
El
Amor de Jesús por nosotros es para siempre;
por nuestra conversión Él se entrega completamente, se compromete para
enseñarnos con su ejemplo lo que
significa vivir cumpliendo una misión.
Jesús
cree en nuestra conversión y lo pone todo hasta morir para que entendamos la
dimensión tan grande de su llamado, lo
importante que es la salvación nuestra y la de nuestros hermanos para Él.
Jesús
espera en nosotros, tiene fe en que
podemos empezar de nuevo, que podamos
dar frutos a pesar de nuestra
vida estéril, El cree que nuestra vida,
tiene posibilidad todavía, que puede sacar de nosotros apóstoles como Pedro,
como Pablo - Señor me parece imposible que pueda dar frutos de evangelización
como ellos- Para Dios no hay nada
imposible, de una higuera estéril puede sacar discípulos mas entregados, mas amorosos, mas entregados, mas misioneros. El nos
convierte cada día con su Palabra que es
Amor que transforma que todo lo hace nuevo.
Si el Señor ha dicho al Dueño de la viña…déjala
un año más que Yo la voy a cuidar..
Tenemos que creerle, corresponderle con nuestra fe, El va a dedicarse a cuidar nuestra higuera,
nuestra vida.
El se
va a encargar de aflojar nuestra tierra,
y la manera de hacerlo es llamándonos a
la oración, allí removerá nuestra
tierra que está dura porque le falta el agua Viva de la Palabra de Dios, nos va
a nutrir con su Amor, nos enseñará
discernir a lo que conviene vivir, nos
ayudará a confrontar nuestra vida con su Palabra, removerá nuestros
falsos valores, aquello en lo
que estamos estancados, endurecidos. El nos pondrá en disposición de asimilar
lo que significa nuestra vida para Él y para nuestros hermanos, para ser más
coherentes, más responsables, más fraternos, más humildes, mas
entregados, menos pesimistas, más centrados: Mas discípulos, mas misioneros.
“puede
ser que así dé frutos en adelante: si no la cortarás”.
Señor,
en adelante quiero dar frutos, tu fe en
mi vida despierta mi fe, quiero dar los frutos, que tu esperas Señor, dejar de
ser una higuera estéril, no quiero ocupar la tierra inútilmente, quiero
aprovechar esta oportunidad que me das, este año más de vida, para dar frutos. Es mi tiempo. Es
tiempo de dejar la vida infructuosa de un pasado estéril, infecundo, inmaduro,
inútil. Es el tiempo de la higuera. Cada higuera esta plantada por Ti, Señor en
tu Cuerpo, en la Iglesia en la familia en la sociedad en su siglo. La
conversión es una llamada a dar fruto y fruto abundante.
¿Podrá
contar el Señor con nuestra respuesta real a su amor y a su misericordia, a su
fe en nosotros?
Que
como discípulos suyos vayamos a otras higueras infructuosas a remover su
tierra para que ellas también den fruto, hacer lo mismo que Jesús hace con
nuestra vida, tener fe en las personas, ayudarlas en vez de criticarlas o
cortarlas, más bien ser pacientes y
misericordiosos como lo es Él con
nosotros, para que den a su vez frutos
de misericordia y de amor con los demás.
Dios
y nuestra Madre Santísima nos bendigan.
Nila