sábado, 19 de octubre de 2013

La fe es tarea: supone abrir la puerta de nuestro corazón de par en par.





“Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo”. (Ap 3,20)

Buenos días Señor, hoy  quiero darte las gracias una vez más por detenerte junto a mi puerta, por buscarme, por llamarme, por tu deseo de entrar a mi casa , ¿Quién soy yo, Señor, para que tú de mi te acuerdes? Hoy he escuchado tu Voz y quiero abrirte las puertas de mi vida entera, sin reservarme nada,  de par en par y quiero darte gracias también  porque siempre tocas cuando más te necesito, gracias por propiciar este espacio a solas, de silencio en la intimidad de la oración.

En este año de la fe, nuestra Iglesia quiere hacernos conscientes de la Presencia real de Jesús en nuestra vida, que creamos en Él, que le abramos las puertas, porque siempre esta llamándonos no se cansa nunca de buscarnos para decirnos cuanto nos ama, y nos quiere unidos, en comunión con Él, compartiendo todo lo que vivimos.

Lo que más le duele a Jesús es cuando no le dejamos entrar, cuando no le abrimos la puerta porque, unas veces,  sentimos temor o desconfianza, creemos que viene a pedirnos o a quitarnos algo, cuando lo único que El quiere es derrocharse en nuestro corazón, darnos la plenitud que tanto vamos buscando. Otras veces no le dejamos entrar y le cerramos la puerta,  porque pensamos “que estamos bien”, que no le necesitamos.

 El nos dice en su Palabra “Tú piensas: “soy rico, tengo de todo, nada me falta”   y no te das cuenta de que eres un infeliz, digno de compasión, pobre ciego y desnudo…yo reprendo y corrijo a los que amo. Vamos anímate y conviértete. Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. (Apc 3,17.19.20)

Es verdad que a veces pensamos que estamos bien, que no necesitamos a Jesús, por eso hoy toca nuestra puerta  porque nos ama y quiere que nuestra vida se convierta, que seamos ricos, pero de Verdad, que no nos falte nada pero porque le tenemos a Él. Cuando mantenemos las puertas cerradas a Jesús, que es el Amor, que es el Camino la verdad y la Vida, ahí, es cuando no somos más que unos pobres infelices, dignos de compasión, pobres ciegos y desnudos porque no tenemos nada. Abrirle las puertas a Jesús es poseerlo todo, es recibir la Vida abundante y duradera.

Esta mañana el Señor me decía, “Déjame entrar,  dame la oportunidad de entrar “en tus asuntos” que también son los míos. Hija, todo lo tuyo es mío porque me perteneces,  yo quiero entrar y morar en tu casa darte la paz  y el  descanso que ansías,  solo confía en mí no tengas miedo yo estoy contigo,  soy Yo Jesús, ábreme no tengas miedo, esfuérzate por dejar en mis manos tus cosas, ábrete a la novedad de mi presencia en tu vida, déjate sorprender por todo lo que traigo para ti, veras cosas maravillosas, pero es necesario que confíes, esfuérzate, da pasos para abrirme la puerta, mira que te estoy llamando, traigo una vida abundante para ti y los tuyos,  te amo, eres especial para mí. Te he elegido,  entre muchas puertas toco la tuya porque tengo para ti planes que no conoces, traigo la salvación para ti y para todos los tuyos, soy el único que puede salvarte mi tarea es salvarte,  la tuya es esforzarte por alcanzar esa salvación, de ti depende, solo te pido que confíes.”

 Gracias Señor por tanto amor, por permitirme escuchar tu Voz. Creo pero aumenta mi fe, te necesito tanto, ayúdame en los esfuerzos que haga para llegar a ti, porque siento que no alcanza mi mano a abrirte, a veces me cuesta oírte, tocarte. Te necesito tanto, me has confiado una familia, a mis hermanos, que esperan que les lleve tu Palabra. Ayúdame a abrirte las puertas de mi corazón de par en par, para ser tu Tienda de encuentro, tu Casa de oración.

Después de invitarnos a abrirle la puerta de nuestro corazón el Señor dice, “Al vencedor lo sentaré junto a mí,  en mi trono, del mismo modo que Yo, después de vencer, me senté junto a mi Padre en su trono” (Ap 3,21), porque sabe que tener fe es una lucha, es una conquista. Tener fe no es creer en cosas ordinarias de la tierra, son cosas del cielo, por eso Jesús viene a nuestra vida para quedarse y enseñarnos, para acompañarnos en nuestro caminar.

Vamos  a pedirle nuestra Mamá María que nos ayude a escucharle. Porque a veces escuchamos  la voz de Jesús llamando a nuestra puerta pero nos cuesta decirle que si, levantarnos temprano para orar, ir a la formación, participar en las actividades de la Comunidad nos cuesta esforzarnos.
 Ayúdanos, Mamá, ayúdanos abrirle la Puerta a Jesús. Toma nuestras manos, únelas con las tuyas, para que así tengamos la fuerza que necesitamos.

 Dios nos bendiga.

Nila


1 comentario:

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