Un
AMOR, nos reconcilia consigo mismo, con Dios y los hermanos.
2 Cor 5,20; Mt
5,23-24
Padre amado
gracias porque tu amor por nosotros es tan grande, que tu Misericordia cubre la
multitud de nuestros pecados, gracias porque a pesar de nuestras faltas nos sigues amando nos sigues llamando para vivir reconciliados contigo y con
nuestros hermanos y con nosotros mismos, porque nos quieres ya viviendo el
Reino aquí en la tierra.
El Mandamiento que Jesús nos ha
enseñado que es el más importante, es el
de amar a Dios por sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos.
Siendo el principal sin embargo es en
el que más caemos, porque todos nuestros pecados son por no conocer el
verdadero Amor, porque no amamos a Dios por sobre todas las cosas del mundo,
por sobre nuestros intereses personales. Dice san Juan en sus cartas, “el que no ama no ha conocido a Dios, pues
Dios es Amor” 1Jn 4,8; “Si conocemos
el amor que Dios nos tiene, buscaremos permanecer en Él”. 1Jn 4,16)
Para Jesús es muy importante nuestra
forma de convivir con el prójimo, la relación perfecta es vivir en su Amor, pero sabe que también es lo más difícil, que
somos débiles, por eso en su infinito
Amor, nos ha dado el Sacramento de la reconciliación, que nos cura, nos
devuelve la Vida, nos renueva su Gracia para amar como Él nos ama.
Por eso si
tu estas para presentar tu ofrenda en el altar y te acuerdas de que tu hermano
tiene algo contra ti, si le has ofendido y no le has pedido perdón, si has dejado
de ayudarle pudiendo hacerlo (pecado de omisión), si has hablado mal de él o de
ella, si sigues acordándote de lo que te hizo, si le tienes a “prueba” antes de
perdonarle….es mejor que dejes allí
mismo tu ofrenda frente al altar y vayas a hacer las paces con tu hermanos…
Cuando nos acordemos de que tenemos una deuda de amor con alguien, la
esposa, el hermano, el hijo, con alguien con quien hemos discutido, con quien
nos hemos enojado, a quien hemos tratado injustamente, el Señor dice: es mejor que vayas a hacer las paces primero; es como si pusiera a nuestros hermanos antes
que Él, el valor que Jesús le da a nuestra relación con el prójimo es muy
grande.
La paz entre nosotros es lo más
importante, es reflejo de que Jesús está vivo, que vive en nuestro corazón, es
reflejo de un corazón sencillo, humilde, que vive en el Amor, no porque no
tenga problemas con el prójimo sino que
no se deja llevar por la ira, porque olvida lo malo, porque espera lo mejor del otro, perdura a pesar de
todo, es paciente y muestra comprensión…1 Cor 13, 6-8.
Tiene paz porque permanece en el
Amor. La paz es presencia de Dios, presencia de su Amor en el mundo; porque el
deseo de Dios es que todos experimenten su Amor. Los Sacramentos son para
llevarnos a la Vida eterna.
Después
vuelve y presenta tu ofrenda”. El Señor aguarda nuestro regreso-después vuelve- la mejor ofrenda para Dios es un corazón
reconciliado, liberado, en paz consigo mismo y con los demás para poder llevar a los demás el mensaje de la
reconciliación con coherencia.
Quien ha experimentado la
reconciliación con Dios, consigo mismo y con los hermanos experimenta que es
una creación nueva, creado de nuevo en el Amor de Dios, es un corazón que vuelve
siempre a buscar a Dios porque no puede vivir alejado de su Gracia.
" Todo
esto proviene de Dios , quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo
y nos dio el ministerio de la reconciliación , es decir, en Cristo, Dios estaba
reconciliando al mundo consigo mismo , sin contar los pecados de los hombres en
contra de ellos , y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación
" ( 2 Cor 5:17-20 )
“Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo
les exhortara por nuestra boca. En
nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios!”
Somos embajadores de Cristo para revelar el amor y la misericordia
de Dios en nuestra vida, como una infinita
acción de gracias, por eso ofrezcámosle al Señor nuestra vida para ser la voz
que sigue llamando a los corazones a la conversión, ofrecerle también nuestras
debilidades para que con su Gracia Él
nos acompañe y nos de la fortaleza que necesitamos.
Mamita María, ruega por nosotros,
para que aprendamos a amar a nuestros hermanos como Jesús nos ama, para vivir
reconciliados con nosotros mismos y ser instrumentos de reconciliación entre
nuestros hermanos.
Dios nos bendiga.
Nila
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