viernes, 4 de octubre de 2013

Un AMOR,  nos reconcilia consigo mismo, con  Dios y los hermanos.
2 Cor  5,20; Mt 5,23-24

Padre amado gracias porque tu amor por nosotros es tan grande, que tu Misericordia cubre la multitud de nuestros pecados, gracias porque a pesar de nuestras faltas  nos sigues amando  nos sigues llamando  para vivir reconciliados contigo y con nuestros hermanos y con nosotros mismos, porque nos quieres ya viviendo el Reino aquí en la tierra.

El Mandamiento que Jesús nos ha enseñado que es el más importante,  es el de amar a Dios por sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Siendo el principal sin embargo es en el que más caemos, porque todos nuestros pecados son por no conocer el verdadero Amor, porque no amamos a Dios por sobre todas las cosas del mundo, por sobre nuestros intereses personales. Dice san Juan en sus cartas, “el que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es Amor” 1Jn 4,8; “Si conocemos el amor que Dios nos tiene, buscaremos permanecer en Él”. 1Jn 4,16)

Para Jesús es muy importante nuestra forma de convivir con el prójimo, la relación perfecta es vivir en su Amor,  pero sabe que también es lo más difícil, que somos débiles,  por eso en su infinito Amor, nos ha dado el Sacramento de la reconciliación, que nos cura, nos devuelve la Vida, nos renueva su Gracia para amar como Él nos ama.

Por eso si tu estas para presentar tu ofrenda en el altar y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, si le has ofendido y no le has pedido perdón, si has dejado de ayudarle pudiendo hacerlo (pecado de omisión), si has hablado mal de él o de ella, si sigues acordándote de lo que te hizo, si le tienes a “prueba” antes de perdonarle….es mejor que dejes allí mismo tu ofrenda frente al altar y vayas a hacer las paces con tu hermanos…

Cuando nos acordemos de que tenemos una deuda de amor con alguien, la esposa, el hermano, el hijo, con alguien con quien hemos discutido, con quien nos hemos enojado, a quien hemos tratado injustamente, el Señor dice: es mejor  que vayas a hacer las paces primero;  es como si pusiera a nuestros hermanos antes que Él, el valor que Jesús le da a nuestra relación con el prójimo es muy grande.

La paz entre nosotros es lo más importante, es reflejo de que Jesús está vivo, que vive en nuestro corazón, es reflejo de un corazón sencillo, humilde, que vive en el Amor, no porque no tenga problemas con el prójimo sino que  no se deja llevar por la ira, porque olvida lo malo, porque  espera lo mejor del otro, perdura a pesar de todo, es paciente y muestra comprensión…1 Cor 13, 6-8.  

Tiene paz porque permanece en el Amor. La paz es presencia de Dios, presencia de su Amor en el mundo; porque el deseo de Dios es que todos experimenten su Amor. Los Sacramentos son para llevarnos a la Vida eterna.

Después vuelve y presenta tu ofrenda”. El Señor aguarda nuestro regreso-después vuelve- la mejor ofrenda para Dios es un corazón reconciliado, liberado, en paz consigo mismo y con los demás  para poder  llevar a los demás el mensaje de la reconciliación con coherencia.

Quien ha experimentado la reconciliación con Dios, consigo mismo y con los hermanos experimenta que es una creación nueva, creado de nuevo en el Amor de Dios,  es un corazón que vuelve siempre a buscar a Dios porque no puede vivir alejado de su Gracia.

" Todo esto proviene de Dios , quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación , es decir, en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo , sin contar los pecados de los hombres en contra de ellos , y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación " ( 2 Cor 5:17-20 )
“Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo les exhortara por nuestra boca.  En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios!”

Somos embajadores de Cristo para revelar el amor y la misericordia de Dios en nuestra vida,  como una infinita acción de gracias, por eso ofrezcámosle al Señor nuestra vida para ser la voz que sigue llamando a los corazones a la conversión, ofrecerle también nuestras debilidades para que con su  Gracia Él nos acompañe y nos de la fortaleza que necesitamos.

Mamita María, ruega por nosotros, para que aprendamos a amar a nuestros hermanos como Jesús nos ama, para vivir reconciliados con nosotros mismos y ser instrumentos de reconciliación entre nuestros hermanos.

Dios nos bendiga.
Nila



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