Buenos días Papito Dios, Jesús Espíritu Santo, Dios Uno y Trino, gracias por este amanecer,
por la vida, por el descanso que repara nuestras fuerzas, por la esperanza que
nos despierta cada mañana que nos motiva para vivir para Ti Señor, Dios de los
cielos y de la Tierra, nuestro Dios y Señor.
Señor te quiero agradecer en esta
mañana especialmente por el regalo de la conversión, porque tu Palabra ha
llegada a mi vida, para remover y quitar de raíz todo lo que no te dejaba
entrar a mi corazón y porque cada día encuentro que tu Palabra sigue trabajando
esta humanidad que muchas veces se resiste y quiere retroceder pero cada mañana te encuentro empeñado en sacar de mi la
escoria para hacer de mi tu profeta que anuncie tu Verdad.
Quisiera pedirte poder ser ahora
como Juan el Bautista la voz que clama en el desierto CONVERSIÓN a los
corazones que viven con sed, con hambre de una vida nueva, que se dejan llevar
por los espejismos cómodos y baratos de de una vida fácil, o de los espejismo de un proyecto que se asume como la
felicidad “cuanto tenga mi propia empresa”, “cuando tenga esto o lo otro” voy a
ser feliz, cuando lo que realmente da la felicidad es un corazón convertido, de
lo terrenal y superfluo a lo esencial,
que te acoge como tu total ganancia, su total felicidad y desde lo cual todo lo vive con sentido, todo
le llena porque lo vive desde tu intencionalidad que es ser Paz, Amor, Esperanza, Consuelo , luz y sal para el mundo.
Gracias Señor porque esta navidad
quieres entrar en nuestro corazón de una manera plena y para siempre, por eso
tu Palabra nos llama a revisar nuestra vida, no hay conversión si no hay un examen sincero
y muy humilde para reconocer nuestro
pecado: esa situación que tratamos de tapar o relativizar, porque nos conviene.
Me daba cuenta que muchas veces es por eso que hay momentos en que sentimos
“que no te sentimos”, porque hay un bloque que no te deja entrar más, por eso
te pido Señor ayúdanos a abrirte las puertas de esos rincones oscuros que todavía
están ahí, penetra con la Espada de tu Palabra, hasta los huesos y los
tuétanos, hasta sacar lo que no es de Tuyo aunque podamos quedar más pobres materialmente,
pero con el corazón en paz, rico en claridad, lleno de tu Luz, porque hemos abierto
la puertas a tu Presencia salvadora y renovadora… y entonces solo entonces me decías
mi Dios, podremos ofrecer a nuestro hermanos el perdón tal como lo hemos recibido,
el amor que hemos encontrado en Ti capaz de esperar lo mejor de nosotros, y nos
haga mirar también con esperanza la vida de las personas.
Veía la noticia de un hombre que
mató a un cadete por qué no se dejó robar, y me llamó la atención esa noticia y
me hacías ver que a veces nosotros también matamos a las personas cuando no
hacen lo que queremos, cuando no ceden a nuestros gustos, las matamos con
nuestros juicios, nuestros resentimientos, las juzgamos y condenamos: “son malas”, merecen que no les hable, que no
les vuelva a tratar ni confiar, y hablamos mal de ellas porque no aceptan mis
condiciones o no son permisivos con mi manera de actuar.
Señor danos la valentía de Juan
el Bautista para anunciar un Bautismo de Conversión para el perdón de los pecados.
Que nuestra prédica con la Palabra y con nuestra vida, provoque en la gente el
deseo de acercarse a esta navidad con el corazón contrito y humillado que se
hace un pesebre pobre para que el Hijo de Dios venga a habitarlo.
Hoy día de nuestra Madre, en la
advocación de la Virgen de Guadalupe, nos ayude, como ayudó a San Diego, a
curar la enfermedad de su familiar. Tenemos nosotros y muchos de los que
conocemos enfermedades que no nos dejan recibir el Bautismo de la conversión
para preparar el camino al Señor. Hoy
Ella nos dice “¿acaso no estoy aquí yo que soy tu Madre? Cuenta conmigo
¿Quién que confió en mí quedo defraudado?,
Gracias Madre mía Madre de todos
los pecadores. Ruega por nosotros por nuestra conversión sincera para preparar
el Camino al Señor.
nila
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