jueves, 26 de febrero de 2015

“Mi alma espera en el Señor, espera en su Palabra”


Queridos hermanos, Qué bueno es el Señor al regalarnos este tiempo de Cuaresma “tiempo favorable, tiempo de salvación.“ 2Cor 6,2 de  Tiempo para experimentar el gran Amor que Dios nos tiene, un Amor que nos busca incansablemente, “Pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”  1Tim 2,4. Es un Amor de misericordia, de compasión y ternura, Dios Todopoderoso no puede vivir sin nosotros, nos ha hecho para Él, y no descansará hasta habernos hecho volver a Él.

Este tiempo es para reflexionar, mirar nuestra vida pero bajo la mirada de Dios, como nos ve Él y cómo quiere que vivamos, no es para sentirnos acusados, pecadores juzgados y condenados, al contrario es para sentirnos tan amados por nuestro Padre Dios que envía a su Hijo a salvarnos a recatarnos, a redimirnos ¡hasta el extremo de pagar con su Vida por nuestros pecados!
Cuaresma es un camino a la Pascua, es como si supiéramos ya lo que va  pasar, pero estos días son para hacernos conscientes de la vida que llevamos, examinarnos, reconciliarnos con Dios y con los hermanos para llegar a la Pascua con el corazón limpio para poder ver a Dios, “dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”

Dice el Salmista: Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora..

El centinela espera la aurora con ansiedad, con expectativa, con alegría y con mucha fe, de que el amanecer va a llegar de todas maneras, porque ya no quiere ver más oscuridades;  en ese tiempo solo se alumbraban con antorchas, que iluminaban muy poco, solo cierto perímetro, luego no se veía nada, nosotros podemos tener una luz muy pequeña acerca de lo que es la vida verdadera, estar también viendo solo hasta donde nos da el entendimiento, o hasta donde queremos ver. El salmista nos invita a esperar como Israel, como pueblo elegido y amado por Dios confiando en que Él quiere darnos un Nuevo Amanecer una Vida Nueva, por eso ¡necesitamos abrirnos!, ¿Por qué nos cerramos, porque nos cuesta tanto a algunos reconocer que estamos equivocados, reconocer que se nos está ofreciendo la posibilidad de ser más felices, si pensamos acaso que “ya lo somos” o que estamos bien?, ¿Por qué no darle  un “chance” a Dios o a lo que nos aportan y dudar un poco de nuestros criterios?, valdría la pena…

Entonces si somos más humildes podríamos parar y reconocer con humildad que sin Dios no podemos vivir, que si la vida se me está haciendo tan pesada, como si me hubiera tocado la peor de las cruces, quizás sea porque pienso que  Él no puede con mis problemas…Entonces cabría preguntarnos…¿quién es Dios para mí? el peor pecado es la soberbia, creer que no necesito a Dios;  …creo en Él, pero para vivir lo que vivo solo cuento con mis fuerzas...  Cada uno vea que necesita, ¿cambiar mi manera de pensar…“bajar la guardia”….destapar algo que me da miedo tal vez  pero hacerlo confiando en que Dios está conmigo y ya quiere cerrar ese capítulo de mi vida?...,  darnos la oportunidad de pensar que tal vez estemos equivocados, dudar un poco de nuestras seguridades o convicciones que hasta ahora hemos tenido, abrirnos a la posibilidad que de repente pueda estar mal y necesite conversión.

Este es el tiempo favorable, mientras tengamos vida podemos cambiar, volver al camino que Dios quiere para que tengamos vida y Vida en abundancia. Por eso no nos desanimemos, y pensemos que, por muy grandes que sean nuestros pecados, la misericordia de Dios es mucho mayor, es infinita. 

Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; él redimirá a Israel de  todos sus delitos. Salm 129

Señor danos la Gracia de esperarte como el centinela a la aurora, con ese mismo anhelo de ver la Luz en nuestra vida, de experimentar tu Amor tu misericordia en la Pascua gloriosa de la resurrección de Nuestro Señor Jesús para ser felices de verdad viviendo ya la Vida eterna.

Madre enséñanos a ser humildes para reconocer que necesitamos el encuentro con nuestro Padre Dios y su misericordia en la oración personal, y dejarnos tocar por la Palabra que penetre en nuestro interior como espada de doble filo  hasta donde se dividen el alma y el espíritu, las articulaciones y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos y queden al   desnudo y al descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas. Heb 4,12

Dios nos bendiga.
Nila

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