martes, 19 de abril de 2011

Haz que otros crean en la vida Eterna

Isaías 50, 4-7

A la Luz de la Palabra hoy recordaba a mi esposo que falleció hace un año y cuatro meses, recuerdo que cuando me dijeron que tenía cáncer, le preguntaba al Señor ¿cómo iba ser todo esto?, ¿cuánto tiempo iba a vivir? etc., y El me respondió esta enfermedad no va a acabar en muerte” y así fue, porque no me hablaba de la muerte del cuerpo sino que todo lo vivido por él desde su conversión, y la de la familia, iba a ser para la Gloria de Dios.

Y pensando en todo esto, le daba muchas gracias al Señor por la diferencia que su Palabra puso en nuestra manera de vivir la enfermedad, la muerte, y esa diferencia estuvo en el vivir como sus discípulos, en el beber de su Palabra cada día, en poner la fe y la esperanza en sus palabras que nos hablaban de la Vida Eterna, “Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mi aunque muera vivirá para siempre”.

El Señor Yavé me concedió el poder hablar como su discípula a mi esposo a mis hijos, a la familia, puso en mi boca palabras para hablarles de la Vida eterna, de la conversión del corazón, en la paz que se siente cuando nos acercamos a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, y así empezamos a vivir las primicias de la Vida Eterna.

A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos”

Si no escuchamos su Palabra, si nos quedamos dormidos, la mente se va por cualquier lado, por la queja, el reclamo, el reproche, el aburrimiento, la desesperación, la tristeza, la depresión, el llanto, porque la cruz de una enfermedad puede llegar a alejarnos de Dios, llevarnos a renegar de la fe, porque a veces creemos que el estar con Dios nos protege de los problemas y contrariedades de la vida en el mundo, inclusive te encuentras con gente que te dice ¿dónde está tu Dios? O con otros que piensan que estas sufriendo un castigo.

El Señor Yavé está de mi parte,“ y por eso no me molestan las ofensas; por eso, puse mi cara dura como piedra y yo sé que no quedaré frustrado”.

Cuando vives como discípulo, sabes responder, sabes que El Señor esta de tu parte, no para que todo vaya bien, sino porque nuestra esperanza no está en las cosas de la tierra, nuestra esperanza está en la Vida Eterna, en vivir para El, nuestra misión, el sentido de nuestra vida es darle a Conocer , olvidar nuestras penas y hacer que todos conozcan que la única muerte es vivir en el pecado, lejos de Él, en cambio la Vida Eterna es vivir unidos a nuestro Padre Dios, en llamarle cada día Señor, amigo, Compañero que nunca me abandona que da la vida por mí, y por eso se en Quien he puesto mi confianza y nunca me dejará frustrada.

Que esta semana Santa, reiniciemos el camino acompañando a nuestra Madre Santísima como discípulos amados, para anunciar la salvación que llega por la cruz, por la Entrega de Quien nos ama hasta morir por nosotros.

Dios nos bendiga.

nila

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