lunes, 18 de noviembre de 2013

El Amor del Padre es relación



(Is 54,10; Jr 31,3)

Queridos  hermanos:

Cuando contemplamos la historia del pueblo de Israel y su relación con Dios, descubrimos tantos momentos de infidelidad: Reniegan de Dios en el desierto, se hacen ídolos para pedirles lo que necesitan  porque pierden la fe en Yavé; una y otra vez le traicionan; Él espera que su viña amada de frutos  y solo encuentra racimos amargos; pero, a pesar de todo Dios no los deja, su alianza de paz con ellos permanece más firme que los cerros y que las lomas.

Y así de firme y estable  es la relación de  amor de nuestro Padre Dios para con nosotros, seguimos siendo su pueblo elegido y amado  a pesar de nuestros pecados e infidelidades  a pesar de todo lo que hagamos, su amor de nuestro lado nunca se retirará,  nos dice en su Palabra.

“Los cerros podrán correrse y bambolearse las lomas; mas yo no retiraré mi amor, y mi alianza de paz contigo no se bamboleará —dice Yavé, que se compadece de ti”. (Is 54,10)

El nunca nos dejará “Aunque te abandonaren  tu padre,  tu madre, tus hermanos, tu esposo (a) tus amigos, mi amor de tu lado nunca se moverá(ref:Is 49,14)

Muchos tenemos experiencia de personas que han estado en nuestra vida  como cerros bien plantados, que decían que nunca se iban a ir, pero por un motivo u otro llegó un día que se alejaron de nuestro lado o desaparecieron; o también puede pasar que nos relacionamos con  personas en el trabajo, en la familia,  que cambian su trato o  su cariño, de un día para otro:  un día dicen si al otro cambian de opinión, su relación con nosotros se acaba porque se cansan, porque encuentra otra mejor;  y quedamos desconcertados y a veces  destrozados, por haberles dado nuestro amor y confianza.

Pero frente a todo esto que vivimos, viene nuestro Padre  que jamás quita la mirada de nuestra vida y se compadece al vernos “afligidos, como la esposa abandonada”, “azotados por la tempestad y sin consuelo”, (Is 54,6.11)

 Viene de lejos a decirnos: “Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti.” Tengo reservada para ti una vida llena de posibilidades, de felicidad “Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel”. La reserva de amor no se le acaba a nuestro Padre Dios porque su amor es para siempre,  no puede dejar de amarnos.

Descubrir el Amor del Padre a mí me llena de una felicidad indescriptible,  saber que mira nuestra vida con cariño, con esperanza  así como vio a su pueblo de Israel,  y nos dice:

“¡Grita de júbilo tu que estabas estéril, grita de jubilo  tu que no esperabas!”… (Is 54,1)
Yo no esperaba ya de mi vida nada, no lograba dar frutos, los frutos que el Señor esperaba, hasta que comencé a relacionarme con Él;  a través de la oración fui conociendo como era amada, su Palabra me fue reedificando, devolviendo la Vida eterna,  la Gracia que desde siempre había tenido reservada para mí.

El amor del Padre  no solo nos reedifica sino que nos hace discípulos- misioneros, con Él  nuestra vida es capaz de dar frutos de Vida y de Amor, hace que nuestras relaciones con los demás sean diferentes, vivirlo todo desde su Amor.

Si todos descubriéramos como somos amados por nuestro Padre que distinto sería nuestro mundo, nuestras familias,  seriamos los más felices, saber que somos amados con un amor que es eterno, gratuito, inagotable, nadie te puede dar un amor igual es un amor sin comparación,  que te quiere porque te quiere, incondicionalmente.
Cuando más te relacionas con Él más le amas, porque experimentas mas  su amor, que no se retira porque no das la talla, porque te has portado mal, o porque de repente hay otros más interesantes que tú.  Te acompaña, tiene detalles contigo, te acepta como eres, solamente un amor así es capaz de transformar nuestra vida, rescatarla reedificarla nuevamente.

Gracias Padre Amado por tu amor, gracias porque siempre esperas lo mejor de mí, porque no me diste por perdida, porque me levantaste, gracias por curarme por devolverme la fe en mi misma, levantarme de nuevo y caminar, por hacerme dar frutos, por las personas que has puesto a mi lado, por cada una de ellas gracias Padre, bendícelas, y hazlas también florecer como has hecho florecer mi vida.

Gracias Madre por estar conmigo siempre enséñame  a orar como tú, bendiciendo las maravillas del Señor,  ayúdanos a serle fieles, a no separarnos nunca de su amor a relacionarnos con nuestro Padre cada día para saber con qué  extremo de ternura y compasión somos amados.

Dios nos bendiga.

Nila




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