(Is 54,10; Jr 31,3)
Queridos hermanos:
Cuando contemplamos la historia del pueblo de
Israel y su relación con Dios, descubrimos tantos momentos de infidelidad: Reniegan
de Dios en el desierto, se hacen ídolos para pedirles lo que necesitan porque pierden la fe en Yavé; una y otra vez
le traicionan; Él espera que su viña amada de frutos y solo encuentra racimos amargos; pero, a
pesar de todo Dios no los deja, su alianza de paz con ellos permanece más firme
que los cerros y que las lomas.
Y así de
firme y estable es la relación de amor de nuestro Padre Dios para con nosotros,
seguimos siendo su pueblo elegido y amado a pesar de nuestros pecados e
infidelidades a pesar de todo lo que
hagamos, su amor de nuestro lado nunca se retirará, nos dice en su Palabra.
“Los cerros podrán correrse y
bambolearse las lomas; mas yo no retiraré mi amor, y mi alianza de paz contigo
no se bamboleará —dice Yavé, que se compadece de ti”. (Is 54,10)
El nunca
nos dejará “Aunque te abandonaren tu padre,
tu madre, tus hermanos, tu esposo (a) tus amigos, mi amor de tu lado
nunca se moverá” (ref:Is 49,14)
Muchos
tenemos experiencia de personas que han estado en nuestra vida como cerros bien plantados, que decían que
nunca se iban a ir, pero por un motivo u otro llegó un día que se alejaron de
nuestro lado o desaparecieron; o también puede pasar que nos relacionamos con personas en el trabajo, en la familia, que cambian su trato o su cariño, de un día para otro: un día dicen si al otro cambian de opinión, su
relación con nosotros se acaba porque se cansan, porque encuentra otra mejor; y quedamos desconcertados y a veces destrozados, por haberles dado nuestro amor y
confianza.
Pero frente
a todo esto que vivimos, viene nuestro Padre que jamás quita la mirada de nuestra vida y se
compadece al vernos “afligidos, como la
esposa abandonada”, “azotados por la tempestad y sin consuelo”, (Is 54,6.11)
Viene de lejos a decirnos: “Con amor eterno te he amado: por eso he
reservado gracia para ti.” Tengo reservada para ti una vida llena de posibilidades, de felicidad “Volveré a
edificarte y serás reedificada, virgen de Israel”. La reserva de amor no se
le acaba a nuestro Padre Dios porque su amor es para siempre, no puede dejar de amarnos.
Descubrir
el Amor del Padre a mí me llena de una felicidad indescriptible, saber que mira nuestra vida con cariño, con
esperanza así como vio a su pueblo de
Israel, y nos dice:
“¡Grita de júbilo tu que estabas estéril, grita de
jubilo tu que no esperabas!”… (Is 54,1)
Yo no
esperaba ya de mi vida nada, no lograba dar frutos, los frutos que el Señor
esperaba, hasta que comencé a relacionarme con Él; a través de la oración fui conociendo como era
amada, su Palabra me fue reedificando, devolviendo la Vida eterna, la Gracia que desde siempre había tenido
reservada para mí.
El amor
del Padre no solo nos reedifica sino que
nos hace discípulos- misioneros, con Él nuestra
vida es capaz de dar frutos de Vida y de Amor, hace que nuestras relaciones con
los demás sean diferentes, vivirlo todo desde su Amor.
Si todos
descubriéramos como somos amados por nuestro Padre que distinto sería nuestro
mundo, nuestras familias, seriamos los más
felices, saber que somos amados con un amor que es eterno, gratuito,
inagotable, nadie te puede dar un amor igual es un amor sin comparación, que te quiere porque te quiere,
incondicionalmente.
Cuando más
te relacionas con Él más le amas, porque experimentas mas su amor, que no se retira porque no das la talla, porque
te has portado mal, o porque de repente hay otros más interesantes que tú. Te acompaña, tiene detalles contigo, te
acepta como eres, solamente un amor así es capaz de transformar nuestra vida, rescatarla
reedificarla nuevamente.
Gracias Padre Amado por tu amor, gracias porque
siempre esperas lo mejor de mí, porque no me diste por perdida, porque me
levantaste, gracias por curarme por devolverme la fe en mi misma, levantarme de
nuevo y caminar, por hacerme dar frutos, por las personas que has puesto a mi
lado, por cada una de ellas gracias Padre, bendícelas, y hazlas también
florecer como has hecho florecer mi vida.
Gracias Madre por estar conmigo siempre enséñame
a orar como tú, bendiciendo las maravillas
del Señor, ayúdanos a serle fieles, a no
separarnos nunca de su amor a relacionarnos con nuestro Padre cada día para
saber con qué extremo de ternura y
compasión somos amados.
Dios nos bendiga.
Nila
No hay comentarios.:
Publicar un comentario