domingo, 9 de marzo de 2014

"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe".



Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, tiempo de prepararnos para la Pascua de resurreccion del Señor, que no es solo una Fiesta de la Liturgia de nuestra Iglesia, nosotros esperamos el Día Glorioso de nuestra resurrección en el Señor, por eso les invito a meditar en estos cuarenta dias, que ya van corriendo, sobre nuestra vida y como la estamos viviendo, ¿en que la  invertimos?, ¿a que nos dedicamos, cual es la intencionalidad que acompaña todo lo que hacemos?, nuestra vida familiar, las relaciones con nuestros hijos, la esposa (o) , los amigos en el trabajo, la comunidad,  ¿vivimos con la intención de ser Luz, signos de Paz, del Amor de Dios que vive entre nosotros?. por eso  les invito también a profundizar en este pasaje de la segunda carta de Pablo Timoteo .4, 1-8  

"Te ruego delante de Dios y de Cristo Jesús, juez de vivos y muertos, que ha de venir y reinar, y te digo: predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, reprendiendo o aconsejando, siempre con paciencia y dejando una enseñanza. Pues llegará un tiempo en que los hombres ya no soportarán la sana doctrina, sino que se buscarán maestros según sus inclinaciones, hábiles en captar su atención; cerrarán los oídos a la verdad y se volverán hacia puros cuentos.
Por eso debes estar siempre alerta. Supera las dificultades, dedícate a tu trabajo de evangelizador, cumple bien tu ministerio. En cuanto a mí, estoy a punto de sacrificar mi vida y se acerca el momento de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que me confiaron. Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa.

Pablo, por muchos años como Apostol, recibió su llamado, se preparó, obedeció, sufrió, recibió insultos, encarcelamientos, vituperios, victorias, derrotas, pero en todo Dios fue fiel, Pablo aprendió a ser fiel al llamado de Dios en su vida.

Exhortando a Timoteo, exhorta a todo discipulo,  a todo maestro de la Palabra de Dios, a todo hombre y mujer, a que examinen su vida, su llamado, a ser fieles; habrá muchos que enseñan fabulas; pero como hombres de Dios, sean sobrios, es decir estando alertas, enseñando la verdad, no apartándose de ella, cumplir con el ministerio, con el llamado, siendo fiel a Dios, a su Hijo Jesucristo, y al Espíritu Santo, porque es de Dios la Palabra, y la obra.

Habra oposición, claro que si, siempre que se hace la obra de Dios hay oposición, pero no dejemos que el temor, que la falta de fé, que el mundo y las tentaciones, que el temor al hombre, que la crítica y el desánimo, o el pecado que no ha sido tratado, cambien el propósito de Dios en nuestras vidas como hijos enviados de Dios al mundo.


Todos los Cristianos tenemos un mensaje que dar, no es sólo para los sacerdote, misioneros, o maestros, o evangelistas; si recibimos a Cristo en nuestros corazones, si somos salvos por El, por lo que El hizo en la cruz, si hemos recibido su perdón, si creemos que murió por nuestros pecados, y resucitó al tercer día y está sentado a la derecha del Padre, entonces tenemos un mensaje, de esperanza, de salvación, de vida nueva.

Pablo sabía que su tiempo aquí en la tierra estaba al terminar, y su vida en la presencia de Cristo estaba cerca; hizo un inventario de su vida, y vio como la batalla había sido ganada, no por él, sino por la obra que Jesucristo hizo; Pablo al venir a los pies de Cristo entró en esa batalla ganada, y ahora podía decir con toda seguridad, he hecho mi parte, he cumplido con lo que Dios tenía para mi, y he guardado la fe.

Yo me pregunto cuál será el testimonio de cada Cristiano cuando nos acercamos a ese tiempo final, ¿encontrará Jesucristo fé en nuestros corazones, podremos decir como Pablo he guardado la fe, he terminado lo que Dios tenía para mi, he cumplido y ahora me aguarda la corona de victoria?.

Mi oración es:  Señor haz en mi de acuerdo a tu voluntad, como dijo Nuestra Madre, María Santísima, ayuda a tu pueblo a serte fiel a Ti, sólo a Ti, Señor.

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