Yo mismo los rescataré,
pueblo mío, Yo soy la Vida.
Ez
37,12-14; Sal 129; Rom 8,8-11; Jn 11,1-45
Buenos días Trinidad Amada, Papito
Dios, Jesús, Espíritu santo, gracias por el regalo de la fe, gracias por el
regalo de este nuevo día, gracias por invitarme a orar, a tener un encuentro con
ustedes querida Familia del cielo. Espíritu
Santo guíame para poder escuchar la Palabra y entender lo que quiere decirme
hoy el Señor. Gracias Señor por todo lo que me vas a dar en esta mañana.
Queridos hermanos, al ir orando
las lecturas de este domingo V y último de Cuaresma iba escuchando la Palabra y
todo lo que nos dice es tan importante tan trascendental para nuestra vida, porque
ya es un anuncio de la resurrección de
nuestro Señor Jesús, de la Fiesta de Pascua
La Palabra nos habla del pueblo
de Israel que pasa momentos muy difíciles
y piensa que Dios los ha rechazado, que
se ha olvidado de ellos, “Nuestros huesos se han secado,
nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados”: y Dios se apresura en
responder, a través del Profeta Ezequiel, les dice
«Voy a abrir las tumbas
de ustedes, oh pueblo mío, haré que se levanten de sus tumbas y los traeré de
vuelta a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros,
pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os
colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»
Palabra de Dios.
Y realmente lo que dice el Señor lo hace, por eso es
que ahora Jesús a través de la enfermedad y muerte de su amigo Lázaro, a quien tanta quería, ve
la oportunidad de que conozcamos quien era realmente Él: El enviado del Padre
para sacarnos de nuestros sepulcros, de la muerte por el pecado, para darnos la
Vida eterna.
Cuando le dicen por encargo de las hermanas de Lázaro «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús ya sabe lo que va a hacer, ya faltaba poco para que empiece su pasión, las autoridades religiosas ya lo tenían como cercado, Jesús entonces necesita darse a conocer como Hombre y como Dios. Que lo que parece imposible El lo puede hacer, el Padre lo puede hacer: resucitar a un muerto, dar Vida eterna.
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús ya sabe lo que va a hacer, ya faltaba poco para que empiece su pasión, las autoridades religiosas ya lo tenían como cercado, Jesús entonces necesita darse a conocer como Hombre y como Dios. Que lo que parece imposible El lo puede hacer, el Padre lo puede hacer: resucitar a un muerto, dar Vida eterna.
Cuando está llegando Marta le sale al encuentro para reclamarle “si hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto”. Jesús
le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees
esto?»
Marta
le había dicho “Sé que resucitará en la
resurrección del último día.» quizás todos pensamos así pero Jesús
quería decir que no es para cuando muramos, Él quiere resucitarnos y sacarnos
de nuestras tumbas, ahora…que empecemos a vivir, ya la Vida Nueva, la Vida en
abundancia que nos ha traído y que hasta ese momento nadie le ha entendido ni creído.
(cfr Jn 10,10)
Luego Jesús se encuentra con “María la otra
hermana de Lázaro, y viéndola llorar y que también lloraban los judíos que la
acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis
puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo
verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le
quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego,
¿no podía haber hecho que éste no muriera?».
Jesús, llora cuando lloramos nosotros, Jesús eres tan humano tan sensible a nuestro dolor nuestras lágrimas te conmueven, lloras al vernos ciegos, aferrados a la vida humana, carnal, apegados a las cosas efímeras, al pecado, Jesús como te duele nuestra falta de fe.
Jesús, llora cuando lloramos nosotros, Jesús eres tan humano tan sensible a nuestro dolor nuestras lágrimas te conmueven, lloras al vernos ciegos, aferrados a la vida humana, carnal, apegados a las cosas efímeras, al pecado, Jesús como te duele nuestra falta de fe.
Jesús quiere resucitarnos, sacarnos de
nuestros sepulcros, de eso que nos quita la vida…porque quiere que vivamos de
verdad!! , pregunta ¿donde le habéis puesto puesto?.. …Jesús manda quitar la tapa de la tumba… le
preguntaba a Jesús ¿qué significa quitar la tapa Señor, que nos quieres decir? Me
hacia entender que muchas veces tapamos
nuestras oscuridades, nuestros pecados o nuestras penas o sufrimientos con la piedra
de la apariencia del “no pasa nada” “todo está bien” disfrazamos muy bien nuestras “tumbas” poniéndole flores por encima, no dejamos que Jesús
toque esas zonas, “que son mías solamente” para darnos vida, para resucitarnos,
Cuando manda
quitar la tapa…Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es
el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria
de Dios?». Cuantas personas
quizás están o estuvieron desanimadas ante nuestra vida…”¿éste? o ¿ésta? No, ya no van a cambiar” Pero Jesús no se detuvo...Jesús hace lo que el
Padre le ha mandado siempre… Yo mismo los rescataré, pueblo mío, Yo soy la Vida
Quitaron, pues,
la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo
alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú
siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean
que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal
fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el
rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar». Muchos
de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron
en Él.
Señor Jesús, te
doy gracias porque me sacaste del sepulcro, no te importó, el tiempo que
llevaba viviendo como un cadáver, ni el mal olor, que trascendía, por la tristeza,
los resentimientos y rencores, que llevaba dentro la amargura, celos, miedos, todo
eso que me tenia atada…
Gracias porque te paraste frente a mi tumba, y
gritaste muy fuerte para que romper mi
sordera, gracias porque me llamaste por mi nombre, y pude salir de las amarras
del pecado, de todo lo que era muerte, con tu Resurrección Tu me diste vida, Vida
eterna,
San Pablo nos invita a reconocer, tomar conciencia de que nosotros ya
tenemos la Vida eterna en nosotros, por Jesús: “vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no
es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por
el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu
del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que
resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Rom
8,8-11
Señor infundiste
en mi tu espíritu, ahora sé que vivo en ti, y por ti, ya no me quita la vida el no tener cosas, dinero, títulos,
honores, placeres, porque Tú eres la Vida, aunque pase sufrimiento, enfermedad
muerte, Tú estas en mi para resucitarme y levantarme si caigo nuevamente, Tú que eres perdón, misericordia
me devuelves la Vida, Gracias Jesús, gracias por creer en mí, por darme Vida
eterna, gracias por la comunidad, por las personas que te escucharon, que me
desataron, que me ayudaron a caminar en la Vida de fe. Gracias Jesús.
Hermanos, vamos a prepararnos para vivir la Semana
Santa, el Santo Triduo Pascual con mucha fe, dejándolo a Jesús actuar en
nuestra vida, creyendo que El que ha vencido a la muerte, tiene poder para
resucitar todo aquello que pueda estar muerto en nosotros. Madre Santísima llevamos
de la mano en estos días de preparación, que experimentemos la alegria de la Salvación
que nos trae Jesús nuestro salvador.
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