Para iniciar este día de oración, nos situamos en el don de la oración, porque si algo podemos a él se lo debemos. El Señor nos ha dado una lengua de discípulo para saber sostener con su Palabra al abatido, cada mañana nos espabila el oído (Is 50, 4-5). Es el Señor que nos abre el oído para escucharle, y para que esa Palabra que sale de su boca pueda sostener al abatido.
Desde este don de la escucha de la palabra, podemos captar lo que nos dice el Señor para este día: “Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero mi palabra no tiene acogida en ustedes, y por eso tratan de matarme. El que es de Dios escucha las palabras de Dios; ustedes no las escuchan porque no son de Dios”. (Jn 8,37.47)
¿Qué significan estas palabras: “Ustedes son descendientes de Abraham, pero mi palabra no tiene acogida”?
Jesús parte de lo frágiles que somos, pero no es un impedimento para acoger su Palabra. No mira la apariencia, mira el corazón y desde ahí nos habla, nos ilumina, nos dice: “mi Palabra no tiene acogida en ustedes”.
Cuando nos dice estas palabras, Jesús parte del gran amor que nos tiene, nos habla con un tono de voz de confianza y sabe que estamos destinados a dar mucho fruto. Jesús se sorprende que si Dios en su infinito Amor nos ha hablado, ha salido de su misterio y se nos ha manifestado, ha roto su silencio y se ha hecho Palabra (Jn 1, 1-14) ¿Por qué su Palabra no tiene acogida en nuestra vida? Porque, no puede haber para nosotros tarea más urgente, ni ocupación más importante que escuchar
Acoger mi Palabra no es fácil, es una tarea muy exigente porque no es sólo oír, sino, entender, aceptar, acoger. Es dejar en mi vida, en mi mente, en mi corazón, espacio para que Dios me hable y me llene de su presencia. Es que vaya trabajando nuestra vida hasta que sea tierra buena. Por eso, preguntémosle a Jesús ¿Por qué tu palabra no tiene acogida en mí? Si mi mundo interior está lleno de ruidos, de preocupaciones, de distracciones, entonces la voz de Dios no puede resonar limpiamente en mis oídos ni ser acogida en mi corazón.
Es imposible escuchar a Dios cuando se está lleno de otras voces. Sólo el silencio hace posible que
También nos dice, “el que es de Dios escucha
Quien decide hacer de su vida una vida de oración, quien de verdad acepta guardar como María
Hna. Paty Lopez msvd
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