En el evangelio de hoy día Juan 6,35-40, me
llamaba mucho la atención, la insistencia de Jesús para que creamos que Él es
el Pan de Vida; igual que ayer, nos vuelve a hacer un llamado a hacer un parón
en todo el quehacer que tengamos para
escucharlo, porque creer en Jesús como
alimento espiritual como Fuente de Vida y de Amor, es vital, ya que nos hará relativizar las cosas del
mundo, los honores los placeres la riquezas, todo aquello que nos cautiva, que
nos hace quedarnos con lo caduco, y poner la mirada en lo trascendente, en la Vida eterna que Jesús nos ofrece.
De manera muy clara y evidente, estamos viendo con esta pandemia que la gente
que fallece no se lleva nada: Sus propiedades, su dinero, sus joyas, sus
títulos todo lo que pueda haber
atesorado en este mundo, todo se queda
aquí, porque donde vamos no necesitamos
nada más que nuestra fe: ¿hemos creído o no hemos creído en la Vida eterna,
hemos amado, hemos hecho la voluntad de Dios?
La gente de aquel tiempo se negaba a creerle a
Jesús y lo mismo sucede en este tiempo, muchos nos negamos todavía a creer; pero
la Buena Nueva es que Jesús continua
buscándonos, El “no tira la toalla con nuestra vida” porque ha decidido hacer
la voluntad de su Padre hasta el final
de los tiempos y nos dice: “Yo he bajado
del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió, y la voluntad del que me ha enviado es que yo
no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día”.
Le decía esta mañana- que bueno
Jesús que de repente- pienso yo- al ver a la gente tan terca, tan cerrada, tu
voluntad hubiera podido ser el dejarnos como estábamos, porque también tenias
sentimientos y pensamientos como nosotros, pero Tú elegiste libremente hacer la
voluntad de Dios, de tu Padre y Padre nuestro desde tu resurrección.
Y
escuchaba de Jesús algo más: “Todo lo que me
da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré”
Que
alegria tan grande encontraba al escuchar la Palabra, que paz, que esperanza
tan grande de saber que Jesús no nos
rechaza, y más Jesús se pone como nuestro Pastor que dice “Yo he venido para darles vida en abundancia” Jn
10,10, Yo les voy a dar Vida eterna. “Nunca perecerán y nadie las arrebatará
jamás de mi mano. Aquello que el Padre me ha dado lo superará todo,
y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre. Yo y el Padre
somos una sola cosa.» (Jn 10,28-30) son Palabra para saborearlas realmente
una a una, dejando que toque nuestro corazón, lo haga arder, porque son Palabra
que nos dan vida, que nos hacen ver cuán amada es nuestra vida. “Nadie te
podrá arrebatar de mi mano”, y si vemos
nuestra vida, ha sido así, nada ni nadie nos ha podido separar de Él, ni lo
podrá hacer nunca porque el Padre y Jesús son UNO y ellos han decidido
salvarnos! “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” Rom
8,31
Parece
increíble que ante tanto amor, nosotros todavía no entendamos, y sigamos
optando por cerrar nuestros oídos a la Verdad, y seguir haciendo lo que
queremos, ¿será quizás que de tanto oír que Dios nos ama, se nos ha hecho “un
callo”, que no nos afecta para nada y seguimos prefiriendo las opciones que nos
ofrece el mundo? Jesús ha venido a cumplir el proyecto del Padre de salvarnos a
todos, por eso anuncia, llama personas que quieran ser sus discípulos: no
tenemos que ser monjitas o sacerdotes, Jesús llama a todos lo que le escuchen y
le crean para ayudarle a hacer un mundo nuevo, a construir el Reino de Dios.
Recuerdo
cuando una vez en un penal de Lima tuve la oportunidad de dirigirme a 300
internos aproximadamente, el Señor me inspiro a pedirles perdón, porque estaban
allí, por culpa de los que no nos ocupamos de enseñarles desde niños su
Identidad, su dignidad como hijos de Dios, no le ofrecimos opciones diferentes
de vida porque hemos estado muy ocupados de nosotros mismos, quizás hemos sido
muy religiosos, o muy egoístas con nuestra fe, o quizás ignoramos el mandato
del Padre, su voluntad de que todos los hombres se salven y lleguen al con
conocimiento de la verdad (1Tim
2,4)
Pidamos
a Jesús nos enseñe a optar también por hacer la voluntad del Padre, recibámosle
espiritualmente en su Palabra y la
Comunión, para elegir vivir libres de las ataduras del mundo, libres para
optar hacer el bien a nuestros hermanos.
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