martes, 8 de febrero de 2011

Los fieles laicos y laicas, discípulos y misioneros de Jesús Luz del mundo

Este domingo el Evangelio de San Mateo 5, 13-16 nos invitaba a ser sal de la tierra y luz del mundo:

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.

* Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Referencias versículo 16 Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.

*

Es decir que nos invitaba a vivir en el seguimiento de Jesús como sus auténticos discípulos, porque si El nos reveló la Verdad de su venida Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no permanezca en tinieblas”. Jn 12,46 uno encuentra que al ser discípulo suyo no podríamos ser algo diferente, estamos llamados a ser luz, la razón de nuestra venida al mundo es tan clara, no hemos venido para ser tinieblas, hemos venido con la misión de ser luz, llevar la luz a los que están a nuestro lado, llevarles a creer en Jesús Luz del mundo, estamos hechos para iluminar, a poner la Luz del Evangelio en medio de las tinieblas con nuestra vida y la Palabra, habiéndonos dejado iluminar por El previamente, constantemente, vivir en estado de misión, siendo luz, siendo sal en medio de las realidades temporales.

Si nos separamos de la Luz, la oscuridad irá cubriendo nuestros actos hasta ser tinieblas. Nos separamos cuando dejamos de orar, cuando descuidamos nuestra amistad con el Maestro, cuando nuestros diálogos, se van convirtiendo en monólogos, cuando vamos a su presencia y leemos cualquier librito bonito, pero que solo nos estimula un rato, nos da una consolación pasajera, que pasa pronto, a la menor dificultad, cuando el sol quema o aparecen las espinas, nos matan la Palabra recibida. (Mc 4,18)

Cada mañana estamos llamados a orar como discípulos si… “El señor Yavé me ha con concedido el poder hablar como su discípulo…porque me ha concedido también el escucharle como tal, porque El me abre la mente cada mañana” (Is 50,4) “Te he llamado desde el vientre de tu madre para que seas mi discípulo, para que me des a conocer, te he formado desde el seno materno para que seas luz para las naciones para que mi salvación llegue hasta el extremo de la tierra”… (Is 49,1-6) el llamado es radical siempre o estás conmigo o no lo estas, o recoges o desparramas o eres luz u oscuridad… si no eres sal, entonces que eres?…es fuerte pero nada más verdadero en nuestro seguimiento, El Señor nos necesita siendo como auténticos discípulos que vivan su identidad recibida en el Bautismo, ser su semejanza, ser cristos para el mundo y sus novedades tan diarias y tan crudas, que vivan en constante elección: o la vida…o la muerte,

El martes pasado el Señor nos mostraba dos caminos por delante: La vida o la muerte y decía “Escoge la vida para que vivas tú y tu descendencia”, escoger ser luz en la sencillez de lo cotidiano, de lo familiar, es escoger la Vida, escoger ser Cristo, vivir nuestra identidad de ser Amor, siendo paciente, comprensivo, compasivo, tolerante, viviendo con actitudes de fe, de esperanza, hacia el hermano, hacia el prójimo, ya sea nuestros padres, hijos, con todo aquel con el cual nos relacionemos, y esto es vida para los demás y paz para nosotros, la paz de ser fieles al Maestro y al mismo prójimo.

Escoger la oscuridad, es escoger la muerte, siendo impaciente, agresivo, contestar mal, quejarse de todo, vivir desconfiando, siendo pesimista respecto a las actitudes de los demás, sin esperar nada bueno, viendo todo como imperfecto, no encontrándole nunca nada positivo a lo que hacen los demás, buscando el defecto para criticarlo y realzarlo…esto no solo es vivir en estado de muerte, de oscuridad que amarga la vida de los demás, sino que nos va matando por dentro nuestra identidad.

Quería compartir algo del documento de Aparecida, que nos recuerda que todos estamos llamados a ser santos en una vida basada en el seguimiento de Jesús, a una sincera conversión en auténticos discípulos y misioneros de Cristo.

Documento de Aparecida 209-212

5.3.4 Los fieles laicos y laicas, discípulos y misioneros de Jesús Luz del mundo

209. Los fieles laicos son “los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”. Son “hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”.

210. Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que con su testimonio y su actividad contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio. “El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los ‘mass media’, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento”. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan mostrando autenticidad y coherencia en su conducta.

211. Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores. Ellos estarán dispuestos a abrirles espacios de participación y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano. A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades, que cumplen una magnífica labor dentro de la Iglesia, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y en la confirmación.

212. Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural.

Queridos hermanos en Cristo que la Virgen María, madre nuestra nos ayude a permanecer fieles al llamado del Señor siendo luz y sal para las naciones, para que llegue la salvación hasta los confines de la tierra.

Dios nos bendiga.

nila

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