lunes, 14 de febrero de 2011

“¿Todavía no acaban de comprender?”


Meditación del Evangelio según san Marcos 8, 14-21

En aquel tiempo, cuando los discípulos iban con Jesús en la barca, se dieron cuenta de que se les había olvidado llevar pan; sólo tenían uno. Jesús les hizo esta advertencia: «Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes». Entonces ellos comentaban entre sí: «Es que no tenemos panes».


Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: «¿Por qué estos cuchicheos? ¿Por qué no tienen panes? ¿Todavía no entienden ni acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, si no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?» Ellos le contestaron: «Doce». Y añadió: «¿cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?» Le respondieron: «Siete». Entonces él dijo: « todavía no acaban de comprender?»

Hoy día la Palabra al igual que a los discípulos a nosotros también nos está llamando a abrir los oídos, los ojos y la mente y todo nuestro ser para vivir nuestra identidad de discípulos, para entender que somos HIJOS DE DIOS, que nuestra vida no es para quedarse en lo material sino en comprender que Jesús cuando viene a nuestra vida es para darnos la Vida eterna.

Anteriormente, antes de subir a la barca Jesús había estado con los fariseos que lo confrontaban, acerca de los alimentos, de los ritos de limpieza. Y ya a solas Jesús les advertía a sus discípulos de las enseñanzas de los fariseos de cómo imponían tradiciones hechas por ellos al pueblo, dejando a un lado el verdadero mensaje de Dios. (Mc 7,1-23).

Jesús los había elegido para hacer de ellos otros cristos, como a nosotros, y por eso les corregía, les instruía, les advertía porque los discípulos eran personas sencillas, que estaban en proceso de formación y necesitaban estar atentos, Jesús quería que ellos aprendieran a diferenciar lo que es de Dios y lo que viene de los hombres, para poder vivir y enseñar con la Verdad.

Pero así como ellos a veces se quedaban todavía en las cosas del mundo, de repente a nosotros también hoy nos ve Jesús “cuchicheando” sobre algo que nos falta, algo que dejamos de hacer, o que no lo hicimos bien y nos pregunta: ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?» quizás sepamos responder bien como ellos, pero no es suficiente Jesús nos llama a ir más allá, a profundizar en el porqué de los milagros que realiza, a qué o mejor dicho a Quien nos deben llevar.

No nos podemos quedar en el hecho de que El nos dio lo que pedimos, que el Señor acudió en nuestro auxilio, nos dio la ayuda que necesitamos material o espiritualmente, sino que ahora Jesús nos está pidiendo ver más allá, ver y oír algo más trascendente: Ver y oír a Alguien que está con nosotros llevándonos de la mano a la Vida eterna, a la Verdad, a vivir nuestra verdadera identidad para ser levadura nueva para llevar a muchos hacia El.

Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes”. Ustedes “echen fuera la vieja levadura y purifíquense; ustedes han de ser una masa nueva…basta ya de vieja levadura”, 1Cor 5,6

Nuestra vida está hecha para ver y oír las cosas con sentido de Vida eterna, las personas, las cosas materiales tienen su lugar y hay que ocuparse de ellas, pero Jesús nos llama primero a buscar las cosas de arriba, lo demás se nos dará por añadidura. (Mt 6,33).

Para vivir libres para la misión, necesitamos orar, ver y oír a Jesús, hasta entender lo que quiere de nuestra vida cada día, desembotar nuestra mente para encontrarle sentido al dolor, al sufrimiento a las complicaciones del trabajo, en la familia.

Dice el Papa Benedicto XVI «Sed levadura de esperanza en este mundo que anhela encontrar a Jesús, a veces sin darse cuenta. Para mejorarlo, esforzaos ante todo por cambiar vosotros mismos con una vida sacramental intensa, especialmente acercándoos al sacramento de la Penitencia y participando asiduamente en la celebración de la Eucaristía. Os encomiendo a cada uno de vosotros y a vuestras familias a María, que nunca dejó de contemplar el rostro de su Hijo Jesús»

Ayúdanos Señor a no quedarnos en las cosas materiales, a no dejarnos deslumbrar por las tentaciones del mundo, las preocupaciones de la vida diaria, sino entender que precisamente allí es donde tenemos que ser levadura cristiana, infundir en los que están a nuestro lado, fe, esperanza y caridad, lo que nos lleva a vivir ya la vida eterna. Te lo pedimos por la intercesión de nuestra Madre Santísima.

Dios nos bendiga.

nila

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