martes, 31 de mayo de 2011

“La Palabra dará su fruto en tu vida”

Isaías 55, 10-11

Hoy día la Palabra nos llama a tener esperanza en que nuestra vida puede ser transformada. Por la Palabra que recibimos, nuestra vida puede dar fruto. Estamos hechos para ser fecundos.

“Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé la simiente para sembrar y el pan para comer,

Así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo la misión que le encargué.”

El Señor baja a nuestra vida, como la lluvia y la nieve de los cielos….que regalo es sentir su mano trabajando nuestra tierra.

Pero se necesita de un corazón abierto donde el Señor pueda entrar a trabajarnos, dice Isaías 45,8 “Que se abra la tierra y produzca su fruto”.

La Palabra necesita de una tierra dispuesta, que nosotros le demos tiempo para que nos empape, un rato no basta, porque se quedará mojada solo la superficie, la Palabra necesita que nos abramos para penetrarnos hasta los lugares más secos de nuestra alma, esos lugares áridos que están dando frutos amargos, respuestas hirientes, sarcasmos, palabras secas, terquedad, rebeldía, celos, depresiones.etc.

Allí es donde le pedimos al Señor que llegue su Palabra hasta que nos empape tanto que haga salir a flote lo que no sirve, lo que nos quita la vida.

Le preguntaba al Señor esta mañana. ¿Señor porque te importa que mi vida de simiente para sembrar y pan para comer?....Porque hay muchos que están con hambre y sed de mi Palabra, y como no la conocen están gastando en lo que no es Pan, en cosas que no alimentan, por eso van desnutridos, cansados de la vida, por eso hay guerras, por eso no hay paz en las familias ni en el mundo.

Al Señor le urge que vivamos ya la Palabra por eso viene ahora como lluvia, como nieve que baja del cielo. Para penetrar hasta lo más profundo, para dar frutos abundantes en los lugares donde trabajamos o estudiamos, para tener frutos en el apostolado.

Señor yo quisiera que mi vida de frutos para ti, baja Señor como lluvia o como nieve, en la estación que quieras, cuando quieras Señor, empapa mi vida con tu Palabra, que se moje bien, ven como fuerte lluvia, copiosa abundante, penetra mi tierra con el Agua Viva de tu Palabra para dar los frutos que tu esperas de mi vida.

Cuando miraba en el invierno a la nieve cubrir la tierra con cincuenta y a veces hasta ochenta cm. de altura, pensaba que las plantas por abajo ya se habrían malogrado, seis meses congeladas, estarían tal vez quemadas por el agua helada….pero de pronto, ahora empezaron a brotar hermosos tulipanes, árboles con flores bellísimas, que alegran la vista y nos hacen sentir que la primavera ya ha llegado; le decía Señor así veo que tu Palabra a veces parece que no da fruto en nuestra vida, parece que no puede con nosotros, sentimos el corazón congelado, recibimos pautas, leemos la Palabra, pero no sentimos fuerza para vivir la Palabra… y así pasan días, meses, retiros, jornadas, charlas etc….pero de pronto un día alguien nos pide un favor y nos sale decirle “si”, inclusive ayudar un poco más allá de lo que nos pide, ya no le gritamos a los hijos, atendemos con mas amor al esposo, y todo va saliendo naturalmente, nuestra vida empieza a florecer como una primavera….

La Palabra tiene su tiempo, es un proceso largo, desde que la lluvia cae sobre la tierra, luego la fecunda, la hace germinar, hasta que de la simiente para sembrar, hasta que florezca hasta que de fruto y luego semillas, para dar nuevos frutos. No es de la noche a la mañana, se necesita largos ratos de oración, así como la lluvia para empapar la tierra se demora, nosotros nos tenemos que dedicar a la oración, dejarnos fecundar para cumplir nuestra misión en la vida:

La Palabra que sale de mi boca no vuelve a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería y haber llevado a cabo lo que le encargué.

El Señor tiene un propósito, cuando nos da la Palabra, no es solo para hacernos sentir bien, su Palabra tiene para nosotros una misión que encargarnos, la misma misión de Jesús.

Cuando oraba yo miraba a Jesús, Palabra de Dios, que vino a cumplir el encargo del Padre y no se rindió ante nada, no tuvo miedo a morir con tal de obedecer, de cumplir la misión, ese mismo Jesús, Palabra de Dios nos dice que va a estar con nosotros siempre hasta sacar los frutos que el Padre quiere en nuestra vida. “Yo estaré con ustedes hasta el fin de la historia”. Mt 28,20.

Para terminar, me acordaba de la canción de un sacerdote misionero VD de Chile:

“Cuando me presente ante ti Padre me preguntarás como me fue por la tierra, entonces te enseñaré mi corazón lleno de nombres”…, Yo agregaba desde lo orado hoy día, “Señor ese día quisiera tener para mostrarte los frutos que tu Palabra ha dado en mi vida….y decirte:

Padre no vengo ante ti con las manos vacías, sino después de haber hecho lo que tú querías y haber llevado a cabo lo que me encargaste”.

Madre querida, levántanos para tener cada mañana largos ratos de oración, buscando la Palabra que nos haga tener una vida fecunda, que seamos dóciles a los planes que el Señor tiene para nuestra vida.

Dios nos bendiga.

Nila

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