viernes, 27 de diciembre de 2013

“Os anuncio una Buena Noticia que será motivo de una gran alegría”


¿De que Noticia nos hablan hoy?
Es Dios que lanza su anuncio para que sea escuchado hasta en el último rincón de la tierra: «Díganle a la hija de Sión: Mira cómo ya llega tu Salvador. Anda trayendo el premio por su victoria y delante de él van sus trofeos. Entonces los llamarán a ustedes «Pueblo Santo», «Rescatados por Yavé», y a ti te dirán «La deseada», «Ciudad no Abandonada». (Is 62,11-12)
Su anuncio tiene fuerza para penetrar el corazón más duro, el corazón más frío, o para seducir el corazón más temeroso. Porque tiene la intención de que sea escuchado, sea penetrado hasta el último rincón de nuestra vida y de cada persona.

Un anuncio que nos sale al encuentro desde donde nos encontramos:
Ø  Como pastores cuidando el rebaño pero experimentando la intemperie, el estar experimentando la noche y esperar el día, el clarear del día, tampoco es fácil, supone esperar y la espera nos pone nerviosos, pero nos purifica nuestras eficacias humanas, el querer que las cosas se den como esperamos, como queremos.
Ø   
Ø  Supone pasar el drama de la incertidumbre si queremos darle el espacio a Dios para ver cómo quiere manifestar su BONDAD (Lc 2,8)
¡Grita de gozo oh hija de Sion, y que se oigan tus aclamaciones, oh gente se Israel! Regocíjate y que tu corazón esté de fiesta, hija de Jerusalén! Pues Yavé ha cambiado su suerte a alejado de ti a tus enemigos. No tendrás que temer desgracia alguna, pues en medio de ti está Yavé, rey de Israel. Ese dia le diran a Jerusalén ¡No tengas ningún miedo, ni te tiemblen las manos, ¡ya tu Dios esta en medio de ti el héroe que te salva! El saltara de gozo al verte a ti y te renovará su amor. Por ti lanzará  gritos de alegría.
La Escuela de la Palabra nos vuelve a colocar en lo esencial de nuestra vida como discípulos, como misioneras, Mira cómo ya llega tu salvador. Mira, contempla su cómo, no te distraigas: trae con él el premio de su victoria, pues es un Dios victorioso, delante de él van sus trofeos, para que reconozcas que su victoria es tu victoria y que sus trofeos son tus trofeos, son tu recompensa de toda esa lucha vivida y experimentada, de toda esa fuerza desgastada y real que experimentas al hacer discípulos y al dejar que te haga su discípulo.
Mira que esta es tu identidad, ser pastor es ser mi servidor, y siempre he creído en ti, es reconocer que te retiraré mi confianza en ti: y que sigo creyendo que por ti me daré a conocer.
«Tú eres mi servidor, Israel, y por ti me daré a conocer.»  
Aunque tú muchas veces pienses que has trabajado en balde, en vano se han gastado tus fuerzas, para nada, sin embargo yo protegía tus derechos de pastor, pues tú eres importante para mí y yo seré tu fuerza. Señor yo creo que no lo he dado todo, es mas no doy nada de lo que debería dar, debería trabajar mas, gastar mi fuerzas, no he hecho nada.

«No vale la pena que seas mi servidor únicamente para restablecer a las tribus de Jacob, o traer sus sobrevivientes a su patria. Tú serás, además, una luz para las naciones, para que mi salvación llegue hasta el último extremo de la tierra.» (Is 49,1-6)

Entonces la vida del pastor tiene recompensa, no es inútil, no es un simple desgaste, cada desgaste tiene su salario, pues nuestro salvador paga bien, recompensa al que anda en sus caminos, al que cuida ovejas, al que sabe esperar el tiempo de la manifestación de Dios, al que sabe estar firme en la noche y se atreve a vivir el pastoreo que es mucho de intemperie, precario, experimentando el frio de la misión… que toca nuestra piel, nuestra vida y la altera… realmente vivir la misión es experimentar muchas veces que es muy dura… pero te impulsa a buscar a Dios y a reconocer que no tienes nada que tenga tanto peso como tener a Dios en el corazón. Él es la fuente de alegría y entusiasmo del Apóstol.
Escuchar la Buena Noticia que sería motivo de mucha alegría: “NOS HA NACIDO EL SALVADOR” (Lc 2,1-14). Es el anuncio gozoso que nos sitúa en la fe, en la experiencia de encontrarnos personal y comunitariamente como los pastores.
Se nos invita a correr el riesgo de los pastores, que se deciden a dejar sus temores, para encontrarse en casa, ¡VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR! Es un vamos que no es individual, es en comunidad. En familia escuchamos el ANUNCIO, donde ya no somos extraños ni forasteros, somos de la casa de Dios, familiares de Dios. Por tanto, en el pesebre nos encontramos todos, siendo una única familia, una sola comunidad.
Estabamos cada uno viviéndonos solos, por nuestra cuenta, pero el SALVADOR ha sido el causante de que todos nos encontremos formando la única familia de Dios; él ha roto toda diferencia, podemos encontrar en el pesebre a los reyes de oriente, a los pastores, donde nadie es rechazado, todos somos aceptados, por tanto, tenemos casa, una familia, calor de hogar, es lo que nos hacía falta.
Ø  Reconocer la señal que los ángeles les habían anunciado.

No basta el anuncio, hay que encontrar la señal anunciada. Es la experiencia de encontrar al Niño en nuestra vida envuelto en pañales, envuelto de la bondad de Dios, del poder del Espíritu de Dios como lo anuncia el profeta Isaías (Is 11,1-9): “Sobre él reposa el espíritu del Señor, espíritu de inteligencia y sabiduría, de consejo y valor, de conocimiento y temor del Señor, lo inspirará el temor del Señor”.

¿Por qué necesitamos la señal que nos anuncia los ángeles? Para que podamos mirar nuestra vida y la de los demás desde una mirada de fe. No te quedes en que no has hecho nada, no mires tu eficacia mírame a mi, Yo soy el salvador, ese poquito que tu hayas puesto yo lo multiplico, Yo soy. El niño no se quedo mirando que había puesto pocos panes y dos peces. se maravilló de lo hizo Jesús con ese poquito, maravíllate, alégrate, conmigo, sorpréndete, disfruta el milagro de la bondad de Dios de su salvación.
Tu vida puede ser buena noticia, es buena noticia, yo estoy vivo, anuncia mi Victoria.

La buena noticia marca un antes y un después, nos ilumina con una nueva luz la presencia del SALVADOR. Mucha gente no encuentra su presencia, su poder, su riqueza que nos viene a beneficiar, porque se queda en lo externo, en lo que hizo o dejó de hacer, en lo que no pudo realizar, en la experiencia de frustración o desánimo porque no cumplió sus propósitos, como si dependiera solo de nosotros, de nuestros esfuerzos y por eso, no  queremos que se acabe este año, cuando en realidad empieza una nueva etapa con la encarnación de Jesús.


Mira tu vida envuelta en pañales, mira tu entrega envuelta en pañales, mira tu vida de discípulo envuelta en pañales, mira tu vida misionera envuelta en pañales.
Somos frágiles, débiles, y a veces esa fragilidad ha sido motivo de haber perdido la fe en Dios, el creer en su bondad, en su generosidad; pero aunque nosotros hayamos perdido la fe, el amor, la esperanza y eso haya sido causa de desconfianza en los demás, y como a los pastores nos haya invadido el temor para empezar una y otra vez cuantas veces sea necesario, miremos al niño envuelto en pañales que nos envuelve la bondad de Dios y eso nos basta.

Él nos abre con su vida la posibilidad de empezar una nueva etapa creyendo en él, en nosotros mismos y en los demás. Encontrarle envuelto en pañales, es encontrarle envuelto en un amor limpio, transparente, sin doblez, un amor que es AMOR, una confianza total, que es CONFIANZA total. Miremos el Al NIÑO y que en este día tan especial nos diga: EN EL AMOR NO HAY TEMOR, Solo el temor del Señor, de no querer volver a perder la fe en él, no querer perder la confianza en él, en nosotros y en los demás, no querer perder el Amor.

Porque fuimos y vimos, constatamos que es verdad, en el amor no hay temor, ante el niño se cae todo miedo, mecanismo de defensa ante los demás, ante Dios y ante nosotros mismos. Porque aceptamos el pesebre donde Dios quiso acostarse, quiso perdonar, quiso transformar y reconciliar.

No evadimos el pesebre, es concreto, pero la diferencia es que está él acostado, él hará de nuestro pesebre lugar de reconciliación, porque donde abundó el pecado sobreabunda la gracia, su Misericordia, su generosidad. Esta es la maravilla, nos transforma el rostro en alegría, en agradecimiento, porque podemos experimentar en nuestro corazón que lo que era imposible para nosotros para Dios es posible, que no le debemos nada a nadie, nos encontramos bien en nuestra carne, en nuestra vida porque está reconciliada.

También festejamos este día, el día mundial de la paz, qué bueno festejarlo y celebrarlo desde nuestro corazón, porque él es nuestra paz, él ha hecho de nosotros un solo pueblo.

Por tanto, encontrémonos en la llamada que nos hacen los ángeles como a los pastores, y correr el riesgo de ir de prisa a ser testigos de que un Niño nos ha nacido.

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