Reflexión del Evangelio según San Juan 14,27-31a
Cuando empezaba a escribir, el Espíritu
me recordaba el Salmo 139, donde el Salmista empieza hablándole al Señor,
maravillado de que le conozca tanto.
“Señor, tú me examinas y conoces, sabes si me siento o me
levanto, tú conoces de lejos lo que pienso. Ya esté caminando o en la cama me escudriñas, eres
testigo de todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la Palabra
cuando ya tú, Señor, la conoces entera”.
Y a mi también me maravillaba, como siempre el Amor
de Dios, que nos penetra hasta el fondo de alma, que sabe lo que siento; yo por
fuera trato de disimular mis tristezas, mis preocupaciones, mis miedos, para no
cargar a los demás, pero Jesús sabe que eso no es saludable, y quiere siempre
el encuentro a solas para desahogar con Él todas esas cargas pesadas (Mt 11,28),
nos quiere bien por dentro y por fuera,
la oración no es un desahogo en sí pero tiene mucho también de descargar lo que
llevo dentro recostada en el Pecho de Jesús, hablándole de tú a Tú, cara a
cara, Ex 33, 11 y sobre todo escuchándole…
El Señor ha querido hacer de nuestro corazón, su
morada, su santuario preferido, (Jn 14,23) para hablarnos al corazón que tantas
veces anda inquieto, y más aun en estos días por el tanto quehacer, el trabajo de
la oficina desde casa, las clases de los niños por internet y que se
necesita estar ahí, el que faltan cosas en la casa, y es todo un protocolo para
ir de compras, y todo lo demás que ya
sabemos. Hoy día el Señor nos viene a
dar lo que tanto necesitamos, dice el Evangelio:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Les dejo la
paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que
no haya en ustedes angustia ni miedo.”.
En este tiempo también Jesús nos habla a nosotros, Él se acerca a
nuestra vida, porque le interesa lo que sientes, porque le importas, porque te ama, porque sabe lo que
necesitas para vivir feliz.
Es tan bonito orar con Jesús de una manera
personal donde estén tú y El a solas, y te dice: tranquila, tranquilo, Yo estoy
aquí, Yo estoy contigo, y quiero darte
MI paz, dejarte mi Paz,
Resaltaba el Mi Paz de Jesús, porque la
Paz que Jesús quiere darnos, no es como
la del mundo, ¿Por qué nos dice Jesús eso? porque necesita que entiendas bien
la diferencia y la creas, para que la
puedas experimentar, vivir, y manifestar a los demás.
La paz que viene de afuera, del mundo, es
diferente, nosotros buscamos y encontramos cosas que nos den paz, personas, lecturas,
películas, música, situaciones especiales
que nos relajan, una ´puesta de sol, un amanecer brillante, un paisaje, hay
muchas cosas que nos dan paz, pero esa sensación es para nosotros nada más; claro que la paz que recibimos ahí también influye
en los que están a nuestro, lado, pero son mas estados de ánimo, que siempre están
cambiando, según las experiencias de afuera.
Jesús quiere darnos la Paz auténtica,
duradera, que no depende de lo exterior,
sino la que procede del encuentro con Él, de vivir en su Presencia toda nuestra
vida, la Paz es una Persona, la Paz es
la Trinidad que mora en nosotros, El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, la Paz
entonces ya vive en nosotros, en nuestro interior, en la dimensión espiritual
que tenemos todos. No somos solo cuerpo y mente, somos también espíritu y allí
en esa parte vive Dios esperando que todos lo descubran.
Le preguntaba a Jesús, ¿Dónde encontrabas
tu paz cuando estabas viviendo entre nosotros, cuando los fariseos te atacaban
te perseguían…en la cruz tenias paz?
La paz de Jesús era hacer la voluntad del
Padre, encontraba su Paz, en vivir el Proyecto de Dios, hacer lo que el Padre
le había encomendado hacer: Amar hasta dar la vida, Salvar, y entonces todo lo
que vivía tenía ese sentido.
Jesús decía “Con esto sabrá el mundo que yo amo al Padre y que hago lo
que el Padre me ha encomendado hacer”. Cuando
hacemos la voluntad de Dios que nos ha creado para amar, siempre tendremos paz,
ese es el secreto que Jesús nos quiere dar para que la paz que haya en nosotros
perdure siempre; a mí me ayuda mucho,
recordar esta Palabra cuando algo me cuesta, “Con esto sabrá el mundo que yo
amo al Padre, que esto no viene de mi sino de vivir el encargo que me dado, ese
encargo es el de amar a los que están a mi lado, ”, con esto sobre todo, mi
Padre del cielo sabrá que lo amo. Y esto me basta.
Decía santa Teresa de Ávila “Nada
te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene nada le
falta: Sólo Dios basta. Eleva el pensamiento, al cielo
sube, por nada te acongojes, Nada te turbe”.
Que María Reina de la Paz, llena de Gracia, nos lleve a encontrar en nuestro interior, a Jesús Nuestra Paz. (Ef 2,14)
Que María Reina de la Paz, llena de Gracia, nos lleve a encontrar en nuestro interior, a Jesús Nuestra Paz. (Ef 2,14)
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