lunes, 4 de mayo de 2020

"Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí"


Evangelio según San Juan 10,11-18.

"Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".

En el evangelio de hoy día, encontraba que poco a poco, Jesús está llevando a sus apóstoles a que le reconozcan a Él como el enviado del Padre, el Pastor que viene en busca de sus ovejas para llevarlas a su Rebaño, y también a que ellos le reconozcan como a su verdadero y único Pastor.
Y me hacia recordar las palabras de san Agustín «Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».
Encuentro que Jesús nos quiere llevar también a nosotros a descubrir nuestro verdadero origen, no el hemos aprendido del mundo, de tantas teorías, sino a nuestro origen desde la fe: A nuestra genuina identidad de hijos de Dios.(Is 55,1-2)
Dios nos ha hecho para Él, para que Él sea nuestro Todo, nuestra Felicidad, nuestra Vida, y por eso ha enviado a su Hijo, que nos explica con la figura del Buen Pastor, ¡cuánto nos ama!: “yo doy mi vida por las ovejas”. Y se entregó por nosotros en la cruz, nos amó hasta el extremo, hasta la mayor prueba de Amor.
Jesús, nos está enseñando también a detectar, el mal pastor, el asalariado, al que le importa solo su vida, sus propios intereses, él solo utiliza a las ovejas, las busca por su lana, para sacar provecho de ellas, pero cuando las cosas no le van bien, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye y el lobo las arrebata y las dispersa.

-Me habían contado algunas amigas que a raíz de la pandemia, que muchos hermanos extranjeros habían sido despedidos de las casas donde trabajaban ,(eran personas que no tenían un cuarto, ni otro ingreso); los “patrones” pudiendo ayudarlos, vieron venir el lobo y abandonaron a las ovejas…
Jesús en este tiempo de crisis que estamos viviendo, viene con una intención cada día a darnos su Palabra, no son de consuelo solamente, para quitarnos el miedo al coronavirus, es mucho más profundo: Sus palabras son para llevarnos a vivir ya la Vida nueva.
Dice San Pablo : “ El universo está inquieto, pues quiere ver lo que verdaderamente son los hijos e hijas de Dios…Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. Y también nosotros, pues el Espíritu quiere conseguir para los santos lo que es de Dios”. Rom 8,19.27b

Los tiempos que estamos viviendo son un parto en realidad, porque está dando lugar al nacimiento de una nueva vida.Hay un libro que en estos días me llamaba la atención, el título es “Desescalada interior para una nueva vida”, (que habla del proceso conversión de san Ignacio de Loyola). Se trata en nuestro caso, de que todo ese camino que hemos hecho, solos, esas escaladas, guiados por falsas voces, o quizás buenas pero no que nos llevaban a vivir de lo profundamente verdadero de nuestra vida, hay que empezar a des-escalarlos, porque Algo nuevo está entrando al mundo, al mundo de cada uno de nosotros, algo que está ya allí, ha estado siempre, desde antes de nacer…(Jer 1-5) pero que tenemos que encontrar, y que cuando lo descubres, sientes que tu perteneces a al Rebaño del Señor,…”Señor me has hecho para ti, yo no lo sabía”……como esa muñequita de sal que entra en el mar, para encontrarse a si misma, se va deshaciendo en el agua y empieza a gritar de alegria “ahora ya se quien soy”

Hemos estado siguiendo pastores intelectuales, muy “admirables”…muy sabios quizás, hasta muy religiosos inclusive, pero ahora no nos pueden ayudar, y nos damos cuenta que lo único que nos salva para no hundirnos en la desesperanza, es la Voz de Dios, la Voz del Buen Pastor que reclama a sus ovejas y dice: “Yo Soy la Puerta”,..¿Quién no está buscando una puerta por donde salir?, salir de la cuarentena, salir del cuarto oscuro, de la noche oscura (Sn J de la cruz),¿ de tantas cosas que nos quieren aplastar?

Juan Pablo II quiso preguntar a san Agustín qué podía decir a los hombres de hoy y el santo le respondió con una carta dictada después de su conversión: «Me parece que se debe llevar a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad» él había buscado la verdad en libros, la filosofía, en las cosas del mundo…pero un día dejó que la Verdad lo encuentre a él como le aconsejó el Obispo Ambrosio.

Déjate encontrar por la Verdad, por el Buen Pastor, que no huye cuando hay problemas, el Buen Pastor nos busca, para estar con Él, para llevarnos a espacios seguros, a verdes pastos, a aguas de descanso. Y si piensas que ya es tarde, te dejo con San Agustín que aunque pensó que era así, le creyó, le entregó su vida, y consideró al igual que san Pablo que todo el saber que tenia, no era nada, con tal de tener a Cristo, a Jesús el Buen Pastor como Camino, Verdad y Vida.

“ ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.”

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